domingo, 24 de febrero de 2008

La misión más fría del mundo

Pablo Carril, en una zona falsa de bahía, con el monte Friesland de fondo.


El gijonés Pablo Carril, miembro del Grupo de Alta Montaña del Ejército de Tierra, acompaña a un equipo de científicos españoles en un proyecto en la Antártida


Su experiencia en operaciones de alta montaña le ha llevado a la que está considerada como la misión más fría del mundo. El gijonés Pablo Carril Caso participa desde el pasado mes de enero en la campaña antártica, donde un equipo científico de la Universidad Politécnica de Madrid está tomando datos para un proyecto sobre el movimiento de los glaciares.

El protagonista de esta historia la define como una «experiencia única», donde además de desarrollar su labor profesional tiene el privilegio de ver saltar las ballenas mientas camina sobre un glaciar.


Covadonga JIMÉNEZ

La suya es una misión para quedarse helado. El gijonés Pablo Carril Caso, miembro del Grupo Militar de Alta Montaña con base en Jaca, está desarrollando en la Antártida una labor de apoyo al equipo científico de la Universidad Politécnica de Madrid cuyo objetivo es el desarrollo de un modelo matemático del movimiento de los glaciares Johnsons y Hurd.

Tras concluir los estudios de COU en el Colegio de la Inmaculada se formó como suboficial del Ejército de Tierra en la Academia General Básica de Suboficiales, especializándose en montaña en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, en Jaca.

El trabajo principal que desarrolla desde el pasado mes de enero en la base Juan Carlos I de la Antártida está directamente relacionado con la labor que realiza en España, ya que al ser la isla Livinston montañosa y glaciar casi en su totalidad debe brindar apoyo a los investigadores-científicos para que puedan realizar con seguridad cualquier desplazamiento por terrenos montañosos o glaciares.

Ahora mismo se encuentra en la base antártica Juan Carlos I, una de las dos que España tiene en el continente antártico, en la isla Livinston del archipiélago de las Shetland del Sur.

Cada día, junto con otro guía de montaña, acompaña a los investigadores al glaciar. El viaje lo realizan en moto de nieve o por mar con embarcación tipo zodiac. Esta campaña se produce en un momento histórico, ya que en 2008 se cumplen 20 años de la base Juan Carlos I en la Antártida, la primera gran instalación científica española dedicada a investigación polar.

El gijonés la define como una experiencia única, por tener la ocasión de desarrollar su labor profesional en un enclave privilegiado. Mientras caminan por un glaciar pueden ver saltar a ballenas en el mar. En la base convive con unas 20 personas «de las que constantemente se puede aprender algo, por lo que la experiencia adquiere aún más valor», indica.


Hay investigadores y técnicos de Alemania, Suiza, Portugal, Italia y Bolivia, además de los españoles. Muy cercana a la suya se encuentra una base búlgara con la que mantienen una estrecha y excelente relación, claro ejemplo del «espíritu antártico», comenta el gijonés, quien comparte base también con el médico Daniel Pérez, aragonés aunque vinculado a Asturias, ya que trabajó durante tres años como médico en Jarrio (Coaña).


El viaje hasta la península antártica fue largo. Pablo salió de Jaca en tren hasta Madrid para coger un avión con destino a Buenos Aires, donde tomó un enlace hasta Usuaia que le llevó unas 38 horas. Al día siguiente realizaron la travesía del Drake: fueron unas 60 horas en las que apenas se pudo levantar de la litera con el fin de prevenir el mareo. En este barco coincidió con el geólogo gijonés Nemesio Heredia, desplazado en la Antártida para el desarrollo de un proyecto en la isla Decepción.

Por suerte, el período de adaptación a su nuevo entorno de trabajo no fue difícil. Como anécdota recuerda la llegada a la base con el mar cubierto de hielo, bajo la presencia de alguna foca leopardo. «Fue todo un espectáculo», afirma el gijonés.


Actualmente, Pablo vive en Jaca, donde está destinado como profesor en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, función que viene desempeñando desde hace diez años. También es miembro, desde el año 2000, del Grupo Militar de Alta Montaña, con el que ha participado en diversas expediciones. En Jaca imparte clases de escalada y esquí con los que serán los futuros instructores de las respectivas unidades de montaña del Ejército.

Por su profesión y especialidad, ve complicado su regreso a Gijón, si bien más adelante no le importaría, ya que considera que Asturias, y más concretamente Gijón, ofrece una calidad de vida «muy alta».




Pablo Carril Caso Nació en Gijón hace 35 años. Estudió EGB y Bachillerato en el Colegio de la Inmaculada. Se formó como suboficial del Ejército de Tierra en la Academia General Básica de Suboficiales, especializándose en montaña en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales. Es técnico deportivo en esquí alpino y técnico de montaña. Desde enero proporciona apoyo logístico al equipo científico que está trabajando en la campaña antártica. Actúa como guía de montaña en los desplazamientos de los investigadores por el continente helado.


Fuente: La Nueva España





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