Gustavo Vergara se convirtió en el primer compatriota en participar en la campaña del organismo ecologista. Estuvo más de tres meses sobre un barco, persiguiendo a los balleneros japoneses para denunciarlos
Hace una semana terminó la aventura de su vida. Gustavo Vergara, voluntario de Greenpeace, pasó tres meses y medio sobre el Barco Esperanza, que navega las aguas del mar austral por la Defensa de las Ballenas.
"Se trabaja con el tema de ballenas, en especial con el tema de cacerías de ballenas que realizan la flota japonesa en las aguas del santuario ballenero de la Antártica. Todas las argumentaciones que está llevando Japón sobre su proyecto científico, que ya lleva 18 años sin resultados concluyentes, es un proyecto que debe ser descartado definitivamente por la comisión ballenera internacional, que debe ser cerrado por el gobierno japonés", afirmó Vergara.
Japón, país que lidera la captura de estos mamíferos, captura cerca de mil ballenas anualmente, incluyendo aquellas que están en vías de extinción.
Según Gustavo, "la idea es que también podamos fomentar que otros voluntarios de Latinoamérica y especialmente de Chile, puedan seguir subiéndose a los tours, seguir trabajando y poder tener la experiencia de salir afuera y de trabajar enfocados netamente, de sol a sol, en lo que es una campaña".
Gustavo ingresó a Greenpeace el año 2000. A los 26 años, este ingeniero comercial, consiguió ser parte de la campaña que reunió a otros 35 voluntarios de todo el mundo.
Era la primera vez que estaba en mar abierto, por lo que debió enfrentar lluvias, tormentas y hasta tifones durante su viaje.
Su día comenzaba temprano con sus actividades como tripulante de cubierta. Manejar herramientas, construir muebles, pintar y limpiar el óxido son algunas de las tareas diarias que tenía encomendadas.
"Con la gente con la que más me identifico, después de mi familia y mi polola, es esta gente. Es la gente en la que tengo que confiar y que tengo que confiarles mi vida cuando el tipo amarra la cuerda arriba y yo me descuelgo arriba. Eso genera lazos de confianza y lazos de amistad", dijo el voluntario ecologista.
Junto a sus compañeros, donde se incluían un argentino y un brasileño, persiguieron un ballenero japonés durante dos semanas, hasta que el combustible se les agotó.
Gustavo dice estar satisfecho con lo realizado y cree que se ha conseguido crear conciencia en el mundo sobre lo que implica esta actividad ilegal. Y destaca que Chile no está ajeno en esta tarea.
"Chile puede que se vea que está tan lejos, pero tiene medidas concretas que hacer y posteriormente debe tomar el liderato", manifestó.
Sobre las siguientes actividades que realizará este joven luego de esta gratificante experiencia, señaló que "creo que ahora voy a tener que volver a buscar trabajo, ponerme traje y corbata. Espero que cualquiera sea el trabajo que me toque tener más adelante, pueda seguir con mis proyectos y seguir ayudando acá que es una gran parte de mi vida y no quiero dejarla atrás", expresó.
Aunque es una tarea agotadora, está seguro que si se le diera la posibilidad de volver a subirse al Barco Esperanza, no lo dudaría.
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Fuente: 123.cl
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