Los últimos Kawesqar
7 de febrero, nos encontramos en Puerto Edén, 180 km al norte de Madre de Dios: Marcelo, el homólogo Chileno de Bernard Tourte, Richard y María José han venido a buscar a los Kawésqar, filmados por la cámara de Luc. Marcelo consiguió traerlos a Madre de Dios, con un programa de colaboración entre su pequeña comunidad y Centre-Terre.
Son 18 Kawesqar en Puerto Edén, de sus 180 habitantes, pero bajo el impulso de algunos jóvenes Kawesqar, decidieron luchar para no volver a caer en el anonimato como pueblo desaparecido. Símbolo de este renacimiento más o menos político-social, rehúsan a la apelación negativa de Alakaluf, prefirieren llamarse Kawesqar, nombre verdadero de su pueblo.
Como en 2000, encontramos a Gabriela Paterito, su hija María Isabel Tonko, y su compañero Raúl Edén. Estará también en el viaje Francisco Arroyo, que vivió cerca de Guarello hasta la mitad de los años 90. Gabriela también navegó por Madre de Dios, con sus dos anteriores maridos, remando desde Puerto Edén: un viaje que duraba treinta días para cazar otarios frente a la costa de Madre de Dios. No nos faltan preguntas que hacerles...
Entre ellas, la del hipotético camino que conectaría vía terrestre el Seno Soplador con la costa Pacífica, como nuestros anteriores descubrimientos han permitido imaginar. Mientras que el Del-Mar II se adentra en los canales de Patagonia, Luc discute con Marcelo y Raúl sobre las posibles incursiones terrestres de su pueblo. Raúl es un marinero, lo prueba indicando al capitán las trampas de la costa Pacífica sobre la carta marina. Nunca ha navegado sobre el Pacífico en canoa, solamente en chalupa con marineros chilotes para pescar centollas. Luc muestra un seno en el mapa, y pronuncia el nombre: "Soplador". Rápidamente, Raúl se acuerda: "antes, los antiguos, iban a cazar albatros y patos el Pacífico;" iban a pie desde el Soplador y llegaban tras dos días de marcha al Pacífico, hasta una colonia de albatros en el acantilado. Transportaban pieles de lobo para fabricar refugios y volvían tras varios días con la caza...
¡Son los rastros de este antiguo camino de caza lo que encontramos en los abrigos del Calafate y el Perifollo (véase la crónica del 20 de enero)! ¿Fueron ellos los que utilizaron también la gruta refugio adaptando los huesos de ballena como tienda? Raúl no lo sabe.
De nuevo en la gruta del Pacífico
8 de febrero. Es tarde. Salimos con el Del-Mar hacia la gruta del Pacífico y volveremos de nuevo a Guarello por la noche. Llueve, el tiempo es oscuro, pero no hay viento. El barco atraca muy cerca de la gruta, protegido de la marejada por un pequeño promontorio. El bote auxiliar del Del-Mar se lanza al mar, Raúl a la proa guía al marinero y le indica los pasos que evitan los arrecifes. Algunos minutos más tarde, todo el mundo está en tierra. Gabriela, 72 años, Francisco, 68 años, Raúl y María José, más jóvenes, recorren la costa para llegar hasta la cueva. Las cámaras vuelven de nuevo a inmortalizar este momento que soñábamos desde 2006. Gabriela reconoce la cavidad. Con su último marido, venía aquí para refugiarse y cazar otarios en la zona. Nos indica dónde acampaban: en la zona de entrada, con vestigios contemporáneos. Un poco más adentro rebusca entre numerosas osamentas, lapas y mejillones que cubren el suelo. Nombra cada animal; el omóplato de un lobo, el cráneo de una nutria... Estamos ahora al final de la gruta, los focos iluminan las pinturas: ¡nunca las habían visto! Son del mismo color ocre que utilizaban para decorar los botes y los remos... Observan todo, después los “asediamos” con una larga entrevista sobre sus modos de vida, la caza, los largos viajes en bote, a remo desde Puerto Edén.
Finalmente realiza lo que han venido a hacer, recorre a pié toda la cueva describiendo todo lo que ve en su lengua Kawesqar. Una lengua indefinible. Sonidos que nunca habíamos oído. Si hace eso, es para que la película de este memorable día se envíe a Puerto Edén para mostrárselo a toda la comunidad, dejando su testimonio a jóvenes y niños. Nos damos las gracias mutuamente. Marcelo está emocionado. Es lo que soñaba, un intercambio y no un "saqueo" como muchos equipos de televisión vinieron a hacer a Puerto Edén, para rodar "el último salvaje".
De vuelta al barco, el capitán nos anuncia que quiere aprovechar el excepcional tiempo para directamente salir hacia Barros Luco, situado 30 km al norte. Richard no tiene todo su material y varios de nosotros tampoco, pero la ocasión es demasiado buena; tenemos aún cuatro horas de luz. La navegación se realiza lejos de las costas para evitar los arrecifes. Adentrase en Barros Luco, es meterse en los dominios de los delfines australes.
De nuevo, como en 2006, unos minutos después de nuestra entrada en el Barros Luco, una manada viene a jugar a la proa del Del-Mar II. En cada uno de nuestros desplazamientos podemos observar sus majestuosos bailes. Pocas cosas pueden mostrar tan bien a la vez la fuerza y la libertad.
Con la noche encima, se echa el ancla en Barros Luco, precisamente en el Brazo de los Puertos, a un tiro de piedra de la caliza, de las grutas sepulcrales y de una surgencia que debe bucearse...
Fuente: Expedición Última Patagonia 2008
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