sábado, 27 de diciembre de 2014

Conversando con José Retamales, Director del INACH, a 50 años de su fundación

Conversando con José Retamales 50 años INACH (Parte 1)



El Instituto Antártico Chileno cumplió 50 años de su creación y aprovechando uno de mis viajes a Punta Arenas tuve la oportunidad, el mes pasado, de conversar con José Retamales, su Director, sobre esta y recorrer los hitos significativos de estos 50 años.
Le pedimos, también, que hiciera una evaluación de lo que ha significado esta descentralización del INACH, su traslado desde Santiago a Punta Arenas y la repercusión que ello ha tenido

Conversando con José Retamales 50 años INACH 2a parte




"Antártica se mueve entre noviembre y mayo, seis meses al año, más o menos, pero su actividad mayor es enero y febrero, cuando las universidades en Chile están de vacaciones, incluida la universidad local. Entonces en ese momento pasan por Magallanes mil científicos. Mil científicos es diez veces lo que tiene Magallanes en todas las ramas de las ciencias. Quizás más si contamos a los científicos que publican.
En la Antártica se estudia astronomía, se estudia la magnetófesra, se estudia el mar profundo, la criósfera, geológicas, etc. así que en todas las ramas del saber hay una actividad en la Antártica y no tenemos una mayor relación con esos científicos. Estamos empezando a generarlas con el problema de que la ciencia chilena no la hace el INACH. El INACH la financia.
los doscientos chilenos con Doctorado que trabajan en la Antártica están en las veinte universidades chilenas. Unos poquitos, acá en Magallanes -cuatro o cinco- y el resto está en el resto de Chile, así que no es fácil ubicarlos.
tenemos que organizar actividades internacionales en Magallanes en enero y febrero. Esa es una de las cosas que tenemos que hacer. Pero teníamos que tener primero algo que ofrecer.
¿Por qué Corea se va a quedar dos días acá? ¿Qué va a ganar?
hemos ido aprendiendo de que muchos de los que van a estudiar a la Antártica, también quieren estudiar la Patagonia. A veces no es sólo por la conexión con la Antártica. a veces es simplemente porque hay sitios acá que son únicos en el planeta, como los drumlins de Cabeza del Mar... es parte de lo que nos dice José Retamales, Director del INACH en la segunda parte de la entrevista, realizada en el mes de junio pasado con motivo de los 50 años del Instituto Antártico Chileno.
También le consultamos si ha habido una valoración del aporte del INACH en la región de Magallanes.
Los invito a seguir viendo esta entrevista

Primer Consejo de Política Antártica en Punta Arenas


Por José Retamales
Director Nacional
Instituto Antártico Chileno


El pasado martes 16 de diciembre se realizó por primera vez en Punta Arenas la reunión del Consejo de Política Antártica, que tiene como objetivo determinar las bases políticas, jurídicas, científicas y económicas de la acción nacional en el Territorio Chileno Antártico. Este hito completa un movimiento iniciado el 2011 en Puerto Williams, cuando también por primera vez esta reunión se organizó fuera de Santiago.

Estos dos hechos, sumados a otros que detallaré a continuación, hablan de un logro muy importante para la Región: Creemos que se ha demostrado lo acertado de trasladar el Instituto Antártico Chileno (INACH) a Magallanes, por las sinergias que ha despertado en beneficio de la Política Antártica Nacional.
El cambio más importante en la conducción de la ciencia antártica nacional ha sido abrir nuestro programa, con recursos Corfo-Innova, al área de la microbiología -estratégica por su potencial interés en la industria- y homologar los sistemas de selección de proyectos a los estándares de calidad del llamado “primer mundo”. Estos cambios atrajeron, paulatinamente, el interés de otras agencias de financiamiento en Chile, como la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT).

Hace diez años teníamos 18 proyectos en el Programa Nacional de Ciencia Antártica; hoy son 84. Eso es lo que está viendo actualmente la comunidad científica nacional y el mundo: un programa robusto, con reglas claras, transparentes y con fondos de financiamiento diversos.

Estos resultados, que hemos difundido en todos los foros internacionales, han aumentado el interés por colaborar con la ciencia chilena y se están ya ejecutando acciones de cooperación internacional con Bélgica, Corea, China, España, Malasia, Reino Unido, Japón, Polonia y Portugal.

Esta temporada tendremos veinte países ingresando por Chile al territorio polar. Esto hace de Punta Arenas la principal puerta de entrada del mundo a la Antártica y nos permite ver con optimismo el desarrollo y sustentabilidad del Centro Antártico Internacional, comprometido en junio por la Presidenta de la República Michelle Bachelet.

La fortaleza de este programa confirma nuestra condición polar y presencia soberana, afianza nuestro sistema educacional y abre las mentes de nuestros jóvenes; nos da la oportunidad de colaborar con países que nos superan largamente en inversión científica y nos acerca a la sociedad del conocimiento.

Ahora, ¿cuáles son las oportunidades en el corto y mediano plazo? Chile es un país que tiene pocos científicos e invierte un bajo porcentaje de su PIB en ciencia. En el año 2008 solo tenía 355 científicos por millón de habitantes e invertía del orden del 0,4 % de su PIB en ciencia. Muchos países nos superan en estos indicadores.

Sin embargo, en preocupación política y en ciencia antártica no somos pequeños, como lo demuestra un estudio de los investigadores británicos David Walton y John Dudeney. Además, estamos creciendo significativamente, lo que nos convierte en un socio atrayente.

La inquietud política mundial por el calentamiento de los polos, derivada de la preocupación social por el medioambiente, el aumento del nivel de los océanos y otras consecuencias posibles como la acidificación de los océanos, hará que continúe aumentando la inversión en ciencia “antártica”.

Podemos capitalizar ese interés siempre y cuando tengamos científicos que atraigan a sus pares en dichos temas.

El turismo, principalmente a través de las empresas regionales Antarctica XXI y Aerovías DAP, ha crecido hasta atender a miles de turistas de cruceros y en visitas de un día. El estado de la pista en el aeródromo “Teniente Marsh”, en la isla Rey Jorge, es fundamental para atender esta demanda. Agunsa empezará a atender cruceros de turismo desde Puerto Williams.

El esfuerzo pesquero antártico se ha multiplicado y diversificado en los últimos dos años. Hay un estudio en marcha en el Ministerio de Economía y el 2015 se iniciará un programa Corfo que apoyará al Gobierno Regional en estas materias. Son acciones necesarias para enfrentar mejor la actual y futura demanda de servicios tanto en Punta Arenas como en Puerto Williams.

Han pasado diez años desde que el INACH se trasladó a esta ciudad y hemos logrado transformar los primeros desafíos y promesas en realidades que nos están impulsando a nuevas aventuras.

La Antártica nunca ha estado más cerca de Magallanes y sigue acercándose.

INACH

Australian Antartic Division: An icy Christmas

View of Casey station from Reeve's Hill (Photo: Kristin Raw)


The wonder of a white Christmas is guaranteed for a select group of expeditioners at Australia’s Antarctic stations.

There are 208 people celebrating Christmas at Australia’s Casey, Davis and Mawson stations this year, and on the sub Antarctic Macquarie Island.
Casey Station Leader, Bill de Bruyn, is looking forward to his fourth white Christmas on the continent and his first at Casey.

Bill said everyone on station is involved in cooking and serving the festive feast, setting the tables and even ironing the tablecloths.

“Traditionally the day starts with a Christmas brunch and then a full formal sit down meal at night. The kitchen staff work for weeks to prepare, and it's one of the biggest days on station,” he said.

On Casey’s menu this year are the traditional roasts, seafood and Christmas puddings.

The chef has a good selection of fresh ingredients to prepare an impressive spread after Australia’s icebreaker the Aurora Australis resupplied the station a few weeks ago.

Beverages include boutique beer brewed by expeditioners on station.
Although Father Christmas hails from the opposite end of the globe, Bill said he’s scheduled to make an appearance on a sled built by the station carpenters.

“We all bring a gift from home or make something on station to give to a fellow expeditioner. We have some extremely talented craftsman and we see some beautiful gifts made.

“Occasionally we may have visitors from other Antarctic programs like the French, Chinese or Italians drop by. That is always a special occasion. Last year at Davis I had five Russians drop in via helicopter for Christmas dinner, and their gift was to sing Russian songs after the meal!”

Celebrations such as Christmas and Midwinter’s Day are an important morale booster for expeditioners who are away from family and friends, sometimes for a year or more.

Expeditioners contact family and friends via the internet or by phone on Christmas Day.

“It is a time of reflection and a time when we do think of home. But we are privileged to be in Antarctica and experience a white Christmas, something not a lot of Australians get to do,” said Bill.

Watch the video below of Davis station expeditioners decorating their living quarters for Christmas.

Merry white Christmas to all!

Davis station expeditioners in front of their Christmas tree (Photo: Stuart Shaw)

Expeditioners relax in the Davis station living quarters surrounded by Christmas decorations (Photo: Stuart Shaw)

A festive telescope looks out over the icebergs near Davis station (Photo: Stuart Shaw)


Australian Antartic Division

viernes, 26 de diciembre de 2014

ANTÁRTICA: diario de la Expedición Antártica Colombiana. por Ángela Posada



Llegada a Guayaquil

Del 16 al 20 de diciembre del 2014
Los días a bordo del ARC 20 de Julio comienzan a las 7 am con música a gusto del oficial de guardia de turno. Esta mañana del 20 de diciembre el teniente Raphael López nos levantó al son de Te Empeliculaste, de Silvestre Dangón, seguida de Cumpleaños Feliz, de Diomedes Díaz, porque nuestra productora de Lulo Films, Erika Cindua, estaba de cumpleaños. No solo eso, sino que tenemos un papá nuevo a bordo, ya que el suboficial tercero Fabio Alvarez estrenó bebé (Luciana) a las 10 am de hoy.

No me ha tomado mucho tiempo acostumbrarme a la rutina de abordo, y comenzar a desplegar mis “piernas de mar”, aprendiendo a moverme a bordo, subir y bajar escaleras, y abrir y cerrar pesadas escotillas. Hay que ser humilde con estas cosas, pero mi estómago se ha portado a la altura, sin el menor rastro de mareo, salvo algún lejano cosquilleo que se esfuma tan pronto me pongo a masticar un poco de raíz de jengibre. Lo recomiendo altamente: hay algo en su picante escozor que despeja la cabeza y acalla cualquier protesta naciente allá abajo.
Ahora que todo es nuevo, y que hemos debido recibir instrucciones, reconocer el buque y pasar el magnífico Canal de Panamá, las horas se han vuelto tan líquidas como el agua que nos rodea. Me dicen que a medida que vayan pasando las semanas habrá que luchar contra el aburrimiento.

Me niego a verlo así. No me alcanzan los días para entrevistar a cuantas personas quieran hablar conmigo, leer vorazmente los mejores libros de exploración polar, analizar las ramificaciones del Sistema del Tratado Antártico y la envergadura de lo que Colombia quiere lograr a futuro.

Pero hoy fue un día dedicado a cosas más prosaicas. Por ejemplo, hacer la lavandería. El buque tiene dos lavadoras y dos secadoras. Puesto que somos 102 personas, es necesaria la organización militar para que todos podamos tener ropa interior fresca; cada semana uno tiene asignada una hora X para lavar y secar. Por lo general ese mismo día uno aspira el camarote, si tiene la suerte de hallar una aspiradora portátil en alguna parte del nivel en cuestión, o de lo contrario, a punta de escoba.

Ayer tuvimos un “zafarrancho de abandono”, durante el cual nos asignaron balsas salvavidas, y nos dieron instrucciones de qué llevar con nosotros durante una emergencia. Muchos de los civiles nos rajamos, por no pensar en cosas como una cobija, loción antisolar o efectos personales como remedios y aspirinas. Intuyo que los van a volver a repetir sorpresivamente hasta que nos la aprendamos. Uno alcanza a reírse, pero cuando piensa en el lugar a donde vamos, la sonrisa se esfuma. Por mi parte, ya tengo listo el morral de emergencia.

Luego, frente a Juanchaco, pasaron un montón de cosas: se aprovechó el momento de calma para hacer un par de maniobras con el helicóptero (un Bell 412), incluso bajo una llovizna pertinaz. Estoy a la expectativa del video que “Gladiador”, el copiloto, tomó con mi cámara atada a su casco. Poco después, un buque de desembarco se nos arrimó para traer los equipos polares que no alcanzaron a llegar a Cartagena: varias cajas con cuelleras, guantes, botas y ropa de climas extremos.

En la tarde se hizo un ensayo con las redes de arrastre que el biólogo marino Diego Mojica, en apoyo a las universidades del Valle y de Antioquia, entre otras instituciones, llevará a cabo en varios puntos de la Península Antártica para recoger muestras de plancton. Las botellas con el botín serán estudiadas a bordo, en el “laboratorio húmedo” que el jefe de ciencia, Capitán Ricardo Molares, instaló dentro de un contenedor especial.

Al mismo tiempo, el mayor Juan Miguel Castro, de la Fuerza Aérea, comenzó sus pruebas de fisiología del cuerpo humano en los trópicos versus el frío extremo, poniendo a algunos de nosotros a caminar como hamsters sobre una cita rodante, conectados a tubos de oxígeno. Exploraré todos estos temas cuando vaya llegando el momento.

Y en la noche, la novena navideña, con maracas y buñuelos. Cada noche le corresponde el turno de organizar la novena a un grupo diferente. Y como entra en juego la competencia, la novena se va poniendo más técnica y con mejores pasabocas. El 23, cuando nos toque el turno a los investigadores y comunicadores, estamos pensando echar la casa por la ventana.

El mar nos ha tratado con suma gentileza, con guante de seda, en realidad. Uno –yo, al menos- duerme aquí a pierna suelta. Hace seis horas cruzamos la línea imaginaria del ecuador, y estamos llegando a Guayaquil, donde permaneceremos dos días conversando con el Instituto Antártico Ecuatoriano.
ÁNGELA POSADA-SWAFFORD

En Guayaquil: ciencia, geopolítica y vallenato



Foto: Ángela Posada-Swafford
El Capitán de Fragata Gabriel Abad Neuner (c.) el

Guayaquil es sede del Instituto Oceanográfico de la Armada y del Instituto Antártico Ecuatoriano.

21 y 22 de diciembre del 2014
Amalgamados por un cielo plomizo, los cascos grises de los buques de la Armada ecuatoriana en la Base Naval del Sur formaban un paisaje de un solo tono, la mañana de nuestra llegada a este importante puerto suramericano, y la ciudad más poblada de Ecuador. Pero entonces la delegación de la Armada ecuatoriana formó filas, y una raya blanca de uniformes llenó el muelle con un resplandor. La marcial música de recibimiento de la banda militar se mezcló con aquella de los motores de los remolcadores que nos empujaron suavemente de costado hasta que los gruesos cabos de popa y proa quedaron firmemente amarrados a sus bitas.
Sobre el muelle, la plana mayor de la Armada Ecuatoriana, encabezada por el contralmirante Jorge Ayala Salcedo, jefe de la Escuadra de la Armada de Ecuador, acompañados por la delegación de diplomáticos y científicos colombianos, esperaba para subir a bordo.
Una de las primeras fue la cónsul de Colombia en Guayaquil, Gloria Elsa León Perdomo. Sencilla, vestida de blanco, inmediatamente acogedora, y muy interesada en el tema de Colombia en la Antártida, tuvo el amable gesto de llevarme a recorrer Guayaquil, señalando cómo y por qué su alcalde, Jaime Nebot Saadi (reelecto consecutivamente desde 2000) ha tenido tiempo para rescatar el famoso malecón que da al río Guayas –que en este punto semeja un Amazonas en miniatura- y hacer de este uno de los mayores atractivos de la ciudad.
La ‘regeneración urbana’ de los barrios de edificios antiguos habla de un puerto que a 20 km de la desembocadura del Guayas en el Océano Pacífico fue -y sigue siendo- crucial para el comercio y la economía, no solo ecuatoriana, sino latinoamericana.
Guayaquil es, con justa razón, la sede del Instituto Oceanográfico de la Armada, INOCAR (www.inocar.mil.ec), y del Instituto Antártico Ecuatoriano, INAE (www.inae.gob.ec). Y hablar con las autoridades y científicos de estos dos organismos era básicamente la razón de ser de nuestra parada aquí, brindándole a nuestro programa de investigación y a la expedición, una oportunidad para divulgar y compartir nuestros objetivos, con un país que se encuentra a menos de 15 días de lanzar su XVIII expedición científica a la Antártida.
Descubrí varias cosas durante este foro en el que tanto Colombia como Ecuador presentamos nuestros respectivos programas y aspiraciones antárticas. Primero, que Colombia lleva a la Antártida un programa de ciencias sólido, como lo manifestó el CN José Olmedo, Director del Instituto Antártico Ecuatoriano por más de seis años, al demostrar su complacencia al conocer la agenda científica antártica colombiana, así como los objetivos y proyectos de investigación de nuestra primera expedición antártica. Por otra parte, también descubrí que nuestro buque despertó mucha admiración entre militares, incluyendo el mismísimo contralmirante Salcedo, y personal científico del INAE. Querían saber sobre las adecuaciones que nuestro astillero Cotecmar tuvo qué hacerle al ARC 20 de Julio, pues para sus trabajos antárticos Ecuador ha optado por volar hasta el sur de Chile, y desde allí embarcarse en buques de esa nación.
Por su parte, los investigadores del Instituto Antártico Ecuatoriano demostraron gran interés por nuestros proyectos de investigación, e indagaron sobre cómo y dónde estarían colocados los equipos de ciencia a bordo. Visitaron el buque palmo a palmo, deteniéndose con interés frente a cada una de las herramientas que DIMAR (https://www.dimar.mil.co) y el Centro de Investigaciones Hidrográficas y Oceanográficas, CIOH (http://www.cioh.org.co) diseñaron para nuestra expedición.
“Quedaron francamente admirados con nuestro Laboratorio Oceanográfico Móvil Embarcado, que está dotado para oceanografía física y biológica”, comentó el Capitán Ricardo Molares, incansable jefe científico de esta expedición. “Y les pareció que la Plataforma de Maniobra Oceanográfica era algo muy innovador”.
Por otro lado, también descubrí que Ecuador tiene un bien establecido programa antártico, con una llamativa base de investigaciones de rojas paredes en la Isla de Greenwich, parte de las Islas Shetland del Sur, que estaremos visitando en enero. La Base Pedro Vicente Maldonado (en honor a un científico del siglo18) fue establecida en 1990. En otras palabras, Ecuador lleva más de 20 años de serios trabajos polares, y tenemos mucho que aprender de ellos y el recorrido que llevan.
‘No temerle al resbalón’
“La interacción entre la Antártida y nuestras costas es tan rica, que si no la vemos de esa forma, estamos condenados”, me dice el Capitán de Navío Humberto Gómez Proaño, el carismático director del Instituto Oceanográfico de la Armada de Ecuador. “Los recursos del mar no son inagotables, y hemos de tener una visión oceanopolítica. El que da el primer paso se resbala, y Ecuador se ha resbalado”.
Le pregunto qué debe hacer Colombia para tener su propio Instituto Antártico.
“No temerle al resbalón. Los principales temores están dentro de nosotros. La forma de lograrlo es a través de una investigación seria y objetivos concretos y una visión oceanopolítica clara y una garantía de que el esfuerzo que se realiza en el mar, siendo soberana la necesidad de proveer lo importante para el estado-nación, decir que además se deja el espacio para una sustentabilidad, un equilibro genuino y una visión global. Es nuestra obligación hacerlo”.
Y es lo que Colombia está haciendo.
Durante el foro, el Capitán de Fragata Gabriel Abad Neuner, coordinador técnico científico del Instituto Antártico escuchó con atención la exposición de la mayoría de los investigadores Colombianos. Molares explicó por qué el CIOH, en conjunto con el Servicio Oceanográfico e Hidrográfico de la Armada de Chile, hará el levantamiento batimétrico de unos sectores del Estrecho de Gerlache, y en la construcción de una carta náutica en esa área.
Según Molares, el Estrecho de Gerlache presenta características oceanográficas y morfológicas interesantes, debido a su conexión con los estrechos de Bransfield y Drake, así como su relación con la Corriente Circumpolar Antártica (CCA), que es considerada de gran importancia debido a que transporta aguas intermedias y profundas entre los océanos Atlántico, Indico y Pacífico; además, porque contribuye a la circulación profunda en todas las cuencas oceánicas de planeta.
A Colombia le interesa cooperar en este mapeo de un lugar que aún es semiexplorado porque se trata de aportar a la seguridad marítima mundial, ya que este lugar es el más visitado por el turismo antártico. Para convertirnos eventualmente en miembro Consultivo del Sistema del Tratado Antártico debemos entregarnos a la ciencia polar de formas que llenen nichos vacíos.
Naturalmente que esta es una fracción de lo que hará el CIOH en este crucero, y que iré desmadejado poco a poco. Pero además de Molares, el biólogo marino Diego Mojica, que lleva puestos varios sombreros. Uno de ellos, representando a la Comisión Colombiana del Océano, las universidades del Valle, Antioquia, y el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, nos habló de su proyecto para recoger muestras de zooplancton de varias latitudes en nuestro transito suramericano y en la misma Antártida para ver el rango de distribución de los diminutos organismos y entender cómo los está afectando el cambio climático. Esto es importante porque el zooplancton es de lo que depende todo el mundo en este ancho mar, desde una humilde sardina, hasta una poderosa ballena.
El otro sombrero de Mojica tiene que ver con el seguimiento de las carismáticas ballenas jorobadas y avistamiento de otros mamíferos marinos que transitan por la carretera de alta velocidad que es la Corriente de Humboldt y las demás que recorren el continente suramericano. Esa gorra la lleva a nombre de las fundaciones Malpelo, Yubarta, Omacha, Conservación Internacional, la Comisión Colombiana del Océano y la Universidad de los Andes. Ya me sentaré con él a buscar cetáceos con binoculares.
Luego está la bióloga y oceanógrafa Constanza Ricaurte, del INVEMAR, que tiene doctorados en paleo-oceanografía, -es decir que es experta en climas y mares del pasado- está estudiando las interconexiones entre el fenómeno de El niño, la Antártida y Colombia. Tengo muchas ganas de trabajar
a su lado y aprender lo que el pasado nos puede decir sobre el futuro. Ellos son solo tres de los seis investigadores que expusieron su ciencia, y parte del total de 20 investigadores que habrá a bordo cuando recojamos a los que faltan en Valparaíso, a finales de diciembre. En otras palabras, estaré ocupada para rato.
Hubo, finalmente, otra persona con la que sentí gran afinidad durante esta parada en Guayaquil: el Capitán Julián Augusto Reyna, oceanógrafo y secretario general de la Comisión Permanente del Pacífico Sur, CPPS (http://www.cpps-int.org), una organización cuya misión es “coordinar y fomentar las políticas marítimas de los Estados Miembros para la conservación y uso responsable de los recursos naturales y su ambiente en beneficio del desarrollo integral y sustentable de sus pueblos".
El retirado Capitán Reyna es una de esas almas gemelas que he ido descubriendo con respecto a Colombia en la Antártida. Fue director de la Comisión Colombiana del Océano, y es uno de los gestores del esfuerzo colombiano antártico. Su libro “El océano, maravilla terrestre” está lleno de magníficos y útiles datos que beberé como agua de mayo. Sentí que su voz se rompía al despedirnos durante la rumba de vallenatos que nos llegó de sorpresa a cubierta de popa para la hora del zarpe, cortesía fabulosa de la delegación colombiana en Guayaquil. Sé lo mucho que le habría gustado sumarse a la expedición. Esas cosas son así. Puedo citar a otros padres putativos de este esfuerzo que se quedaron en tierra.
Del vallenato pasamos a los abrazos, y yo a mi flamante nueva almohada, regalo genial que me hizo Gloria, nuestra cónsul. La noche nos recibe con el firme empujón del Océano Pacífico, dándonos un decidido impulso hacia el sur, con tanta eficiencia que los 14 nudos de velocidad promedio de navegación se convierten en 17.
 ÁNGELA POSADA-SWAFFORD
*Corresponsal de El Tiempo, DIMAR y la Armada en la I Expedición Antártica Colombiana

Desempacando la ciencia

Hacer ciencia en ese continente significa ganar el derecho de participar en el Tratado Antártico.

El Capitán Ricardo Molares es un hombre ocupado. Antes de embarcarse, el director científico de la Primera Expedición Antártica de Colombia, y la cabeza del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas, CIOH, tuvo que supervisar la inmensa logística de empacar un laboratorio completo dentro de un contenedor de buque. Un buque militar, no oceanográfico. Y además, destinado a la Antártida.

Estamos frente a las costas de Juanchaco, en el Pacífico colombiano, cuatro días después de zarpar desde Cartagena, y después de un memorable cruce del Canal de Panamá, y Molares abre una pesada escotilla en un mamparo del puente de popa delARC 20 de Julio. El pequeño espacio está lleno a reventar de cajas e instrumentos para oceanografía física, química y bilógica asegurados con cuerdas elásticas.

“Para el zarpe no podía haber nada en el puente, así que tuve que embutir todo donde mejor pude”, dice riendo. “Ahora tenemos que comenzar a poner orden”, añade mostrándome el pequeño pero bien montado Laboratorio Oceanográfico Móvil Embarcado. Es básicamente un contenedor corrugado rojo de buque, con un par de ventanitas a un lado, que aloja neveras, computadoras, un par de sillas, y una repisa de trabajo. Aquí se harán análisis preliminares de agua, y desde las computadoras se seguirán y dispararán las botellas de la roseta muestreadora.

Es cuando veo esa típica roseta, en otro costado del puente, que me siento realmente dentro de un crucero oceanográfico. El aparato está sobre otra de las piezas clave de la parte científica de esta misión: la Plataforma de Maniobra Oceanográfica, que como su nombre lo indica, permite el lanzamiento de equipos oceanográficos al mar, desde la bonita roseta, hasta aparatos que miden las corrientes y toman muestras del lecho marino hasta una profundidad de 2000 metros, entre otros.

La Dirección General Marítima de Colombia, DIMAR (www.dimar.mil.co), y la Comisión Colombiana del Océano se han tomado en serio la ciencia que se hará durante esta expedición. Guiada por Molares, ha denominado a su proyecto como Investigación Científica para la Seguridad Marítima en la Antártida (ICEMAN). La idea es, por un lado contribuir a la seguridad marítima en el Estrecho de Gerlache, un hermoso lugar de la Península Antártica que se perfila como el punto cero del turismo antártico. Esto, en parte haciendo mapas y levantamientos batimétricos que permitan ‘ver’ la topografía del suelo marino, y ayudar a la navegación internacional. También entendiendo cosas como la deriva de los hielos en ese punto, y determinando el riesgo de sunamis locales debido al desprendimiento de masas de hielo.

Uno se preguntaría qué tiene que ver todo esto con Colombia, y la respuesta es que tiene mucho que ver, porque estos fenómenos están asociados al cambio climático, y lo que pasa en la Antártida afecta a Colombia. Por ejemplo, si se derritiera el hielo antártico, el nivel del mar en las costas colombianas subiría hasta 60 metros.

Y hacer ciencia en ese continente es también la única manera de ‘graduarse’ a miembro consultivo del Tratado Antártico, y ganarse el derecho de sentarse a la mesa que decide lo que va a pasar con la conservación de la Antártida en el futuro.

Pero hoy el Capitán Molares tiene otros peces qué freír, como ensayar las maniobras que va a realizar en el Estrecho de Gerlache dentro de poco más de un mes.

“Una cosa es hacer todo eso aquí en el trópico, donde el agua no se congela y las manos no se entumecen. Y otra, totalmente distinta, es hacer ciencia en la Antártida”.

ÁNGELA POSADA-SWAFFORD*

PATAGONIA: Toda la fauna costera Patagónica en la única ría de sudamérica, en el norte de Santa Cruz


La ría Deseado, en el norte de Santa Cruz, es un accidente costero único en el sur del continente, que además pone a la vista del turista toda la variedad faunística de la patagonia atlántica, y en su fondo alberga restos de barcos siniestrados durante los primeros viajes de europeos a este confín del Mundo.

Se trata de una lengua de mar que se adentra al continente y llena un profundo cañón originado en el jurásico, que fue lecho del río Deseado hasta que este curso de agua dulce se secó unos 50 kilómetros antes de su desembocadura.

Algunas aves, como pingüinos y gaviotas, ignoran a los humanos que caminan por su habitat, mientras toninas y lobos parecen animarse con las visitas y rodean y acompañan los botes en que éstas recorren las aguas turquesas.

La ría es eje de la vida social, comercial y turística de Puerto Deseado, ciudad que creció sobre su margen norte, y si bien su extensión es de unos 50 kilómetros, es en su primera decena donde habita esta variada fauna -incluye unas 40 especies de aves- que llevó a declararla Reserva Natural Provincial.

Los paseos se hacen en gomones semirígidos que parten de la costa de la ciudad y, tras acercarse a su desembocadura, se internan entre islas, islotes, acantilados y cañadones, con un descenso a la Isla de los Pájaros.

El bote en que Télam visitó el lugar estaba al mando del capitán y guía local Sebastián Ibiricu y dejaba una estela blanca de espuma en la verde superficie aún inquieta tras los fuertes vientos de la mañana que obligaron a retrasar la la excursión.

En diagonal sureste desde el puerto, llegó a la isla Chaffers, para observar una colonia de blanquísimos gaviotines de cabeza negra y picos y patas naranjas, que parecían esperar sobre las rocas, siempre de frente al viento, para espontáneamente despegar en bandada, sobrevolar las aguas y volver a posarse en algún punto cercano.

Cuando baja la marea, la Chaffers queda unida al continente, por lo que su denominación sería tómbolo, aunque en las cartas marinas figura como isla.

Dos toninas overas, con los característicos planos blanco y negro de sus cuerpos, recibieron con saltos y piruetas al bote y lo acompañaron unos minutos, para luego pasarle la posta a varios lobos marinos de un pelo que descendieron de unas rocas costeras como para saludar de cerca a los visitantes.

Algunas gaviotas cocineras planeaban contra el viento y quedaban suspendidas sobre la embarcación, en tanto rápidos cormoranes biguá pasaban a ras del agua, en esforzados aleteos, y se sumergían si hallaban alguna presa.

Entre las bajas matas de la isla y sobre el gris canto rodado se veían ejemplares de la colonia más grande de pingüinos magallánicos de la región, con unos 45 mil miembros para esta época.

En los acantilados de la siguiente parada, Isla Elena, habita una de las especies más vistosas de la ría, el cormorán roquero, de cuerpo oscuro, cogote con manchas blancas, pico y patas naranja y grandes ojos azules bordeados de reflejos blancos como rayos.

En parejas o grupos familiares, viven en nidos que arman con guano, lodo y ramas en los puntos más altos o cornisas y huecos de las paredes, donde a veces también se pueden ver cormoranes imperiales, de pecho y vientre blanco, ojos violetas y el penacho erguido en la testa.

El bote rodeó luego lentamente la isla Larga, habitada por una colonia de lobos marinos, de la que Iribicu explicó que "son unos 100 ejemplares, con tres machos alfa".

Estos pinípedos, que pasan su tiempo entre breves baños y largas siestas, comparten ese islote con inquietas gaviotas cocineras que a veces se posan sobre sus cuerpos, gruesos y opacos como rocas, y algunas níveas palomas antárticas.

El plato fuerte queda para el final: La isla de los Pájaros, donde se puede desembarcar y caminar por la costa, aunque no adentrarse más de una decena de metros desde el agua, y ver una gran variedad de aves.

El guía explicó que el límite es donde comienza una baja vegetación arbustiva en la que anidan y desovan varias especies, y advirtió que se debe dar prioridad de paso a las aves y no alterarlas con movimientos bruscos.

Así es que los pingüinos pasan indiferentes casi entre las piernas de los visitantes; los ostreros negros también los ignoran y siguen buscando alimentos entre piedras y algas con sus largos picos rojos, y las gaviotas los sobrevuelan y se posan cerca de ellos, aunque despegan ante el menor movimiento.

La playa de guijarros de la isla es ideal para sentarse a tomar unos mates y así confundirse con la quietud del paisaje, lo que anima a otras especies más ariscas a acortar distancia.

La ría guarda en su fondo parte de la historia más antigua del lugar, aún antes de la existencia de Puerto Deseado, como los restos de los navíos británico Swift y holandés Hoorn, el primero hundido tras chocar con un islote a metros de la costa, en 1770, y el otro a causa de un incendio en 1615.


TELAM

ANTÁRTICA: Investigación entrega antecedentes sobre las rutas migratorias de la ballena jorobada



Punta Arenas, 23 de diciembre de 2014. Junto con renovar su gráfica, el último número del Boletín Antártico Chileno incluye un artículo del biólogo marino Jorge Acevedo sobre las rutas migratorias de las ballenas jorobadas, especialmente cuando viajan en invierno para reproducirse en bajas latitudes.

En un proyecto financiado por el Instituto Antártico Chileno (INACH), el investigador de la Fundación Cequa logró precisar que “las ballenas que se alimentan en la península Antártica mostrarían una mayor tendencia por viajar a la localidad invernal de reproducción de Machalilla (Ecuador), seguida por las localidades de Salinas (sur de Ecuador) y centro de Colombia. En tanto, las ballenas que se alimentan en el estrecho de Magallanes no muestran un patrón definido de migrar hacia alguna localidad invernal en particular, pero algunas evidencias apuntan a una posible tendencia hacia aguas más norteñas (América Central)”.

Junto con esto, los antecedentes colectados permiten afirmar que “esta unidad poblacional de ballenas se encuentra en franca recuperación post-ballenería y probablemente con un tamaño poblacional mucho más grande de lo que las estimaciones actuales indican”, dice Acevedo.

El reciente número de esta publicación, dedicada a la ciencia polar chilena, también incluye dos reportajes: uno dedicado a conocer el estado y características del kril antártico en el ecosistema austral, y otro con las prioridades de la investigación antártica para los próximos 20 años.

Otros artículos se refieren a las macroalgas antárticas y su vulnerabilidad al cambio climático, la producción de antioxidantes en cepas de levaduras polares, y el efecto de desechos marinos plásticos en las poblaciones de lobos finos (Arctocephalus gazella).

También se destaca la emotiva crónica del Prof. Francisco Hervé, Premio Nacional de Geología, sobre su retorno a la base Prat luego de 50 años de haber estado ahí cuando hacía sus primeras investigaciones en el Territorio Chileno Antártico.

El Boletín Antártico Chileno es la principal publicación para la difusión de la ciencia polar nacional y es editado por el Instituto Antártico Chileno (INACH). Su distribución es gratuita y puede ser descargado desde el sitio electrónico www.inach.cl.

INACH

ANTÁRTICA: La navarra Delia Rodríguez participó en una expedición a la Antártida


La navarra Delia Rodríguez, natural de Urdániz y doctora en Química por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra, ha participado en una expedición al Glaciar de la Unión, en la Antártida. 

La estancia, una de las mayores expediciones científicas hasta la fecha, transcurrió durante un mes. En este tiempo, Delia Rodríguez, junto con el doctor Francisco Fernandoy, de la Universidad Andrés Bello de Chile, se centró en reconstruir el clima antártico y determinar la magnitud de los cambios ambientales en el pasado, según ha explicado la Universidad de Navarra en un comunicado. 



"El Glaciar de la Unión es un lugar que se encuentra bajo observación de la comunidad científica mundial por su ubicación clave entre una zona con calentamiento dramático y otra más estable localizada en el interior de la Antártida", explica la investigadora. 



Asimismo, señala que la investigación que realizan "se centra en estudiar los cambios climáticos recientes de esta región ya que, a diferencia de lo que ocurre en la Península Antártica, creemos que la evolución climática de esta porción de territorio es mucho más moderada o estable". 


"Para ello, perforamos la capa glaciar con un taladro especial y extrajimos testigos de hielo en profundidad. El estudio de las características de estos y su análisis suponen una de las herramientas más directas para correlacionar el clima pasado con las rutas de transporte atmosférico y de elementos y compuestos químicos", añade. 



Gracias a estos análisis podrán estimar los cambios en la temperatura del aire, acumulación de nieve, transporte de partículas en la atmósfera, entre otros. 



Delia Rodríguez realizó su tesis doctoral en el departamento de Química y Edafología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra. Su trabajo se basó en el estudio de los suelos del Parque Natural del Señorío de Bértiz. En la actualidad, trabaja en la Universidad Andrés Bello de Chile. 



La estación polar científica conjunta 'Glaciar Unión' es una de las tres más cercanas al polo sur junto a la base americana de Amundsen-Scott y la base china de Kunlun. En ella participan el ejército, la armada y la fuerza aérea de Chile y el Instituto Ártico de Chile.


20 minutos

ANTÁRTICA. Colaboran Armadas de Chile y Argentina en rescate de yate polaco en Antártida


El aviso “Suboficial Castillo” asistió a un velero polaco en la Antártida


Debió evacuar a los tripulantes y llevarlos hasta la base polaca Arctowski.
Caleta Potter (Antártida) – El aviso ARA “Suboficial Castillo” asistió el martes a un velero polaco varado en Caleta Anca de León en la Bahía 25 de Mayo, en la Antártida.
A las 1.15 se recibió a bordo del aviso a través de la Estación de radio  Fildes la alarma de un caso SAR (Search and Rescue por sus siglas en inglés). Se trataba del velero polaco “Polonus” varado en Caleta Anca de León en la Bahía 25 de Mayo, que pedía ser auxiliado. Se encontraban a bordo del velero siniestrado seis tripulantes de igual nacionalidad.
Encontrándose de guardia de Buque de Servicio Antártico, en el marco de la Etapa B de la Patrulla Antártida Naval Combinada, el buque de la Armada Argentina se alistó y zarpó inmediatamente. Activada la red componente del sistema SAR a través del Centro Coordinador de Búsqueda y Rescate Ushuaia, pese a las condiciones hidrometeorológicas adversas se destacó al área del siniestro un helicóptero de la base chilena Fildes. El mismo arribó en primera instancia, observando la posición en que se encontraba la embarcación siniestrada. Con los datos obtenidos al momento y tras realizar un rastreo en el área localizó efectivamente a la nave comunicándole al aviso “Suboficial Castillo” la posición y tripulación. 
Con vientos de 40 nudos de intensidad, mar arbolado, hielos a la deriva y visibilidad reducida, el aviso llegó al área de rescate en el menor tiempo posible, alistando durante el traslado a los botes Zodiac y sus tripulaciones con trajes antiexposición y equipamiento de salvamento; equipo médico embarcado para brindar la asistencia inmediata a los siniestrados; y equipo de operaciones en enlace satelital con el continente. 

Desembarcados los dos botes Zodiac y en comunicación VHF con los tripulantes se procedió a concurrir al velero varado. El área de operaciones bañada de bajo fondos y rocas amenazantes ofrecía a los patrones de bote la misma hostilidad con la que había hecho encallar horas atrás a la nave polaca. 

Allí pudo apreciarse que la unidad se encontraba varada en las rocas, sobre su banda de babor con una escora entre 30º y 45º, aflorando totalmente su casco de acero. Se procedió al abandono del velero “Polonus”, embarcándose en el aviso a los seis tripulantes polacos y sus pertenencias. A bordo se les realizó un chequeo médico general observándose principio de hipotermia aunque el estado general era bueno. Se realizaron las medidas de control y sostén apropiadas, brindándoles el apoyo y contención necesarios para afrontar la situación.

En coordinación con el continente, la base chilena Fildes y la base polaca Arctowski, el “Suboficial Castillo” navegó hacia Bahía Lasserre, a través del Mar de la Flota, hasta proximidades de la base polaca. Allí se procedió al desembarco de los hombres y sus pertenencias, permaneciendo allí hasta su evacuación.

Se encuentran actualmente abocados a la Patrulla Antártica Naval Combinada el ATF “Galvarino” de la Armada de Chile y el aviso ARA “Suboficial Castillo” de la Armada Argentina. Los mismos continuarán patrullando el área comprendida entre los meridianos 10º O y 131º O y al sur del paralelo 60º S hasta el 15 de marzo, cuando concluya la temporada estival. (Gaceta Marinera)
26/12/14

PARAGONIA. Robert de Niro pasó la Navidad en la Patagonia


El actor estadounidense vino a la Argentina junto a su familia para pasar las Fiestas. Se encuentra en su casa del Sur y viajará a Buenos Aires, donde tiene muchos amigos.

De Niro y su familia aterrizaron en Ezeiza e inmediatamente tomaron un vuelo hacia La Patagonia, donde pasaron la Noche Buena. 
La estrella hollywoodense llegó por primera vez al país hace 34 años por la presentación de la película "Raging Bull" y cuenta con varios amigos argentinos, entre ellos los actores Lito Cruz y Luis Brandoni.
 
Cruz adelantó al diario La Nación que en algún momento de las vacaciones de De Niro se reunirán para compartir un asado, sin revelar fecha ni otros detalles de la estadía del popular actor. EFE

China se dota de un avión polar para mejorar su exploración de la Antártida

Un avión polar BT-67 propiedad de Canadá

Después de tres décadas de presencia en la Antártica, donde ya tiene cuatro bases polares, China ha decidido dotarse de un avión de ala fija, un Basler BT-67, para mejorar sus recursos para explorar el continente helado, donde hasta ahora opera sólo con un buque y su helicóptero de a bordo.



Shanghái (China), 26 dic.- Después de tres décadas de presencia en la Antártida, donde ya tiene cuatro bases polares, China ha decidido dotarse de un avión de ala fija, un Basler BT-67, para mejorar sus recursos para explorar el continente helado, donde hasta ahora opera sólo con un buque y su helicóptero de a bordo.
Hasta ahora los científicos chinos se desplazan hasta el Polo Sur en el único rompehielos que tiene en activo el país por el momento, el "Xuelong" ("Dragón de Nieve"), y en ocasiones utilizan el "Xieying" ("Águila de Nieve"), el helicóptero del barco, un Kamov Ka-27 de fabricación rusa.
Sin embargo, China espera recibir, hacia octubre de 2015, un BT-67 para sus operaciones antárticas, lo que le permitirá tener una mayor autonomía en la Antártida, explicó a Efe Zhang Tijun, director de operaciones de las estaciones del Instituto de Investigación Polar de China.
Con este avión, una versión mejorada de otro modelo clásico estadounidense de transporte, el DC-3, con dos turbohélices, espacio para hasta 38 pasajeros y capacidad para unas 5,9 toneladas de carga, la autonomía de China en el Polo Sur pasará del máximo de 350 kilómetros que podría cubrir el "Xieying" hasta 2.400 kilómetros.
Aunque Pekín empezó a explorar la Antártida en 1984, hasta ahora no se había dotado de un avión adecuado para el transporte rápido de personal y carga en la zona, lo que cada vez es más necesario, dijo, ya que entre sus bases polares de Zhongshan y Kunlun hay unos 1.300 kilómetros, lo que supondría unos 17 días en trineo mecanizado.
En caso de emergencia o de tener que transportar heridos, por ahora China no tendría más remedio que pedir ayuda a bases vecinas, con el riesgo para el aparato ajeno que eso pudiera suponer, y la falta de garantías para el equipo científico chino de que puedan recibir esa ayuda en el momento necesario, señaló Zhang.

Una tercera ventaja, añadió, es que un avión permite hacer mediciones de la Antártida que no se pueden llevar a cabo desde tierra ni con un helicóptero, lo que aumentará la capacidad de trabajo de los científicos chinos.
El BT-67, de fabricación estadounidense, es un modelo que ya utilizan en las regiones polares entidades de otros países, como Alemania, Sudáfrica, Canadá y Estados Unidos, ya que puede volar incluso a temperaturas de 50 grados centígrados bajo cero.
En la expedición antártica número 31 de China, el "Xuelong", que partió de su puerto base de Shanghái en octubre pasado, tiene entre sus objetivos estudiar una posible ubicación para un hipotético futuro aeródromo chino a unos 40 ó 50 kilómetros de la estación polar Zhongshan, en el este del continente.
Entonces se decidirá entre esa opción o la alternativa de compartir una pista rusa ya existente en la zona, según dijo entonces el director de la Administración de China para el Ártico y la Antártida, Qu Tanzhou, quien habló también de planes para dotar al país asiático de una red de aviación propia en el Polo Sur.
Zhang, sin embargo, aclara que eso no supone construir una red de aeródromos, sino dotarse de un punto de despegue y aterrizaje para su nuevo avión, y que por ahora no hay planes ni siquiera para construir una primera pista, sobre todo por consideraciones medioambientales, además de prácticas.
Dado que no se utilizaría con mucha frecuencia, explicó, para minimizar el impacto medioambiental y aumentar la eficiencia "es más posible que se dé algún tipo de cooperación", como la mencionada con Rusia, aunque China aún debe evaluar también esa posibilidad y el estado de esa pista, construida sobre una densa capa de hielo.
Aunque EEUU, Reino Unido, Chile, Argentina, Italia, Noruega o Rusia tienen aeródromos y aeropuertos construidos en suelo antártico, para aviones más pesados, el objetivo actual de China es tener una mera pista para aparatos ligeros como el suyo, como las que tienen Rusia, EEUU, Japón, Alemania, Francia, Italia o Sudáfrica.
Desde 1984 China ha establecido en el continente helado las bases polares Changcheng ("Gran Muralla"), Zhongshan (por el nombre en mandarín del fundador de la China moderna, sun Yat-sen), Kunlun (una de las mayores cordilleras de Asia) y Taishan, creada en el año pasado en homenaje a una montaña sagrada del budismo chino.
(Agencia EFE)