domingo, 16 de marzo de 2008

Gales en la Patagonia (2): Pioneros en la estapa

Imagen bucólica: El puente de madera Hendre sobre el serpenteante río Chubut.

La idea de instalar una colonia en la lejana Patagonia se gestó alrededor de 1850, basándose en los detallados escritos de Darwin y Fitz Roy sobre la zona. Luego Lewis Jones y Love Jones Parry –impulsores del proyecto– contactaron al gobierno de Bartolomé Mitre (a través del ministro del Interior Guillermo Rawson) y se iniciaron las gestiones. Para el gobierno nacional era una excelente oportunidad de poblar y asegurar la soberanía en un territorio inhóspito y deshabitado pero, al mismo tiempo, codiciado por Chile. Mientras los delegados regresaban a Gales para dar el visto bueno y convocar gente que quisiera viajar en busca de oportunidades, el gobierno nacional debería proveer de tierras, víveres y herramientas para facilitar la empresa.
Finalmente el 28 de julio de 1865 la nave Mimosa arribó al Golfo Nuevo y ancló frente a donde hoy está Puerto Madryn (así llamada en honor al capitán Love Jones Parry del Castillo de Madryn), con poco más de 150 pioneros que desconocían absolutamente la región y el clima en el que iban a vivir. Debido a la falta de agua potable debieron recorrer 62 km para llegar al valle del río Chubut, donde se establecieron en un lugar al que llamaron TreRawson –Pueblo de Rawson en galés– en honor al ministro que tanto los había ayudado. En los años siguientes continuaron avanzando por el valle superior fundando Gaiman, Trelew y Dolavon. Y también cruzaron el desierto hasta llegar a la cordillera, donde fundaron la Colonia 16 de Octubre.

A pesar de tanto tesón y bravura, los primeros años de los colonos fueron muy duros, con pésimas cosechas de trigo por su total desconocimiento del terreno y el clima. Aunque las grandes inundaciones y las continuas sequías los sorprendieron más de una vez, pudieron superar el hambre gracias a las buenas relaciones establecidas con los tehuelches (únicos habitantes de la zona antes de su llegada), que les enseñaron, además de montar a caballo, a cazar con boleadoras para proveerse de alimento. Así las cosas, los galeses fueron aprendiendo de sus errores, idearon excelentes sistemas de riego y redes de canales (en funcionamiento actualmente) hasta que lograron cosechar trigo de máxima calidad.

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