lunes, 24 de marzo de 2008

Desembarco en la ventisca

21 de marzo.- A la tercera ola que nos ha pasado por encima, llenando la zodiak de agua congelada, he comprendido que no exageraban los del equipo 2041 que dirige Robert Swan, al advertirnos en repetidas ocasiones lo peligrosas que son estas aguas y cuales debían ser exactamente nuestros movimientos, en caso de caer al mar durante el desembarco, y cómo teníamos que tirar del aparato de aire a presión para hinchar el chaleco salvavidas, mientras que con la otra debíamos taparnos la boca para no tragar este agua tan heladora.


Por fin. Después de seis días de viaje desde que salimos de Madrid, hoy hemos desembarcado en el continente antártico. Seis días para cruzar el mundo hasta las tierras más lejanas. La salida estaba programada para las 8 de la mañana, por lo que nos hemos levantado a las 6. El madrugón no nos ha valido de nada. La cubierta ha amanecido cubierta de nieve y en torno al barco, una densa niebla difuminaba los perfiles de la isla al tiempo que un fuerte viento zarandeaba a todo el que se asomase fuera de la cabina.


Así hasta las 10.00 horas, momento en el que el vendaval se ha calmado lo suficiente para que salieran los primeros. Aunque ha sido un espejismo, el viento ha vuelto a aumentar su fuerza, llenando el mar de cabrillas y levantando olas que parecían iban a tragarse a los que navegaban rumbo a la playa de Bellinghausen. Operación abortada.

A primera hora de la tarde el mar ha vuelto a calmarse y aunque la nevada no hacía más que aumentar, hemos logrado montar en las zodiak y tomar tierra en la estación rusa. Allí nos esperaba Robert Swan, impulsor de este proyecto singular de instalar la E-Base, la primera y única hasta el momento, base ecológica y autosostenible.


Han sido cinco años de intensos y costosos trabajos en los que el equipo del explorador inglés junto con grupos de voluntarios rigurosamente seleccionados por Coca Cola, han reformado y habilitado un edificio cedido por las autoridades rusas. Los trabajos acaban de concluir, hasta el punto que nuestro grupo ha retirado los últimos paneles, maderas y otra serie de objetos que ya no se iban a utilizar.


Ahora, una vez puesta a punto, la multinacional de bebidas que ha sido quien ha soportado económicamente la construcción de esta base, que cuenta con los últimos avances en materia de sostenibilidad energética, se la cede a Robert Swan. El explorador va a emprender un proyecto educativo dirigido a estudiantes y líderes mundiales, para que comprendan in situ la fragilidad del continente helado y divulguen sus sensaciones y conocimientos a todos sus entornos.


Bellinghausen es como cualquiera se la puede imaginar. Un montón de edificios prefabricados, por lo general pintados de rojo, esparcidos sin el menor orden en la orilla del océano. Se alza en una venteada vaguada que cruza por su mitad un riachuelo. Sus aguas marcan el territorio de las dos bases aquí establecidas: la rusa y la chilena. Una frontera, dicho sea de paso, inexistente.
Con un día de ventisca tan infernal como el de hoy, es lógico que nadie ande fuera de los barracones. Sólo se ha visto a los miembros de la Expedición 2041 acarreando materiales de deshecho a un almacén desde donde serán evacuados de la Antártida.


Yo me he llevado una agradable sorpresa nada más pisar la playa de cantos rodados de Bellinghausen. Vienen a decirme que en la base hay una pareja española que se ha enterado que hoy desembarcaba y quieren saludarme. Lo han sabido porque siguen día a día estas crónicas antárticas a través de elmundo.es.


No me ha costado encontrarlos. Se trata de la matemática Carmen Domínguez y del glaciólogo Adolfo Eraso, tal vez los dos españoles más alejados de su país. Me cuentan que, efectivamente, siguen mi blog y por eso querían saludarme.


Según me cuentan, están aquí desde hace mes y medio. Han venido para estudiar los glaciares del continente helado y no me dan buenas noticias. "Sí, parece que hace frío, pero la verdad es que se está notando el cambio climático", se lamenta este profesor de la Universidad Politécnica de Madrid.


Tras animarles en su duro trabajo y reconocerles mi admiración por lo que hacen, me despido de ellos. Antes de irme me piden que le envíe un saludo a un amigo común: Eduardo Martínez de Pisón, insigne geografo y defensor de la Sierra de Guadarrama. Con todo el placer cumplo tan agradable encargo.


El edifico más remarcable de Bellinghausen es una iglesia de madera situada muy cerca de la E-Base. Pertenece a las instalaciones de Arctowski, construida por los polacos. La hemos dejado atrás camino de la playa de las focas, en el lado opuesto de la isla. Apenas hemos tardado 20 minutos en cruzarla. Al llegar vemos una pareja de focas jugando y en mitad de la ensenada un enorme macho de elefante marino dormido.


Debiera haber muchos más, pero igual que las ballenas, fueron aniquilados. Entre 1820 y 1824 se cazaron en estas islas 320.000 elefantes marinos y se obtuvieron 940 toneladas de grasa. De vuelta a las zodiak que nos llevarán al Ushuaia, echo un vistazo a la sombría costa, cada vez más difuminada bajo la fuerte nevada. Su sobrecogedora belleza nos acompañará el resto del viaje.


Alfredo Merino
Del blog "Viaje al continente helado"
El mundo.es

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