14/02/10 (APP) “Para escribir sobre Patagones hay que ponerse una mano en el corazón y entornar dulcemente los ojos. Y no tener miedo al ridículo al afirmar que es diez veces más bonito que Bahía Blanca, que Rosario y que Tandil, a pesar de ser diez veces mas pequeño que la parroquia de Caballito. Todas estas y otras innumerables virtudes se le pueden descubrir a Patagones en un día nublado...”
“...Hasta el río se baja por escaleras de noventa escalones, callejuelas tortuosas, limpias y estrechas, con aceras de mosaicos y escalones de baldosas” (Roberto Artl, diario El Mundo, 12 de Enero de 1934, citado por Cuadernos de la Patagonia, Fundac. Cultural Patagonia, Gral. Roca, N° 6, Junio de 2001)
En 1878, el Estado Nacional argentino creó la Gobernación de la Patagonia, cuyo territorio incluía toda la extensión de las actuales cinco provincias australes. Designó al coronel Álvaro Barros como gobernador y a Mercedes de Patagones como la población asiento de sus funciones. Estas circunstancias evolucionaron rápidamente: el mismo Álvaro Barros cambió el nombre de la aldea por el de Viedma y en 1894 la jurisdicción territorial de esta capital se redujo a lo que hoy es la Provincia de Río Negro.
Viedma era en ese entonces un suburbio de la otra ciudad sobre la orilla opuesta del río Negro: Carmen de Patagones. En realidad, Carmen y Mercedes eran dos localidades que siempre funcionaron - al margen de las diferencias administrativas - como una sola y comentar aspectos de la historia de una, es comentar la historia de ambas.
Cerca a 1870, el viajero inglés George Musters, estimó que la población de la biciudad era de aproximadamente 2.000 personas. Para el Censo Nacional de 1869, era algo menor aún: 1690 en la zona urbanizada. Musters además identificó a 4 grupos de habitantes: los descendientes de los primeros pobladores, los inmigrantes mas recientes, los esclavos negros liberados y sus hijos y los presidiarios. A pesar de la población escasa, era en estos años el centro urbano patagónico más importante, seguido por la colonia galesa del valle inferior del Chubut, con menos de 200 almas.
Un pueblo emprendedor
Pero existe algo que llama la atención en esta pequeña población. A pesar de su reducido tamaño, su influencia en el poblamiento del resto de la Patagonia fue notoria. En efecto, en el origen de muchas de las regiones y poblaciones sureñas, se percibe la actividad de personas provenientes de El Carmen. Para entender esto habrá que analizar dos cuestiones. En primer lugar la conformación en El Carmen de una sociedad de fuerte vocación aventurera y de habilidad comercial. En segundo lugar, la evidencia de la actividad temprana de los maragatos en distintos lugares del extenso territorio patagónico.
Varios son los factores que auspician la cultura emprendedora de esta pequeña localidad de la Argentina inicial. Sin indicar un orden, se ha de mencionar en primer lugar la actividad comercial inicial de El Carmen con la zona central del país. A partir de su ubicación cercana a salinas y la importancia estratégica que este insumo tuvo para la incipiente actividad de los saladeros bonaerenses, El Carmen se constituyó en su proveedor casi exclusivo de sal. Desde el puerto rionegrino se generó además, una importante corriente de cueros de vaca. Esto se originaba en el comercio realizado con los indios que “maloneaban” los campos pampeanos y que viajaban luego a Chile, cruzando el río Negro en Choele Choel. El Carmen es para estas épocas, un centro acopiador de “frutos del país” y además de los cueros de vaca, comercia con plumas de avestruz, cueros de zorros y de lobos marinos, trigo, cebada y otros.
La actividad corsaria
En segundo lugar, la actividad corsaria. Durante la guerra de Argentina con el Brasil, el puerto de Buenos Aires fue bloqueado. El gobierno nacional, con escasos recursos marinos, desarrolló una política de concesión de patentes de corso con el fin de hostigar a las naves enemigas. Estos corsos hicieron base en el único puerto argentino libre: el de Patagones, y desde allí asaltaban y capturaban a los barcos opositores. La influencia de estas circunstancias se manifestó en la conformación de una población negra, originada en los esclavos liberados de las embarcaciones enemigas, en la existencia de una vida insólitamente refinada como resultado del uso de los bienes capturados, y en la llegada de un grupo de comerciantes - pues los corsarios eran una categoría de comerciantes - que se mezcló con la sociedad local.
En tercer lugar se ha de hacer mención de una actividad comercial importante con los indios de la región. Dada las dificultades del gobierno central para enfrentar a la vez a los caudillos del interior y a los ejércitos indígenas pampeanos, no se contaba con fuerzas regulares para defender la población mas austral. Cobró vigencia entonces una política que buscó “asociar” las tribus vecinas con el fin de asegurar su colaboración y neutralizar sus potenciales ataques. Es así como se nombró a indios como miembros del Ejército Nacional, haciendo coincidir su jerarquía propia de caciques, capitanejos y chusma, con los grados militares; probablemente un primer antecedente de los actuales “ñoquis”. Esta situación obligaba a abonar regularmente las remuneraciones acordadas y a recibir en El Carmen una masa de dinero considerable. El comercio local hizo entonces grandes negocios, pues suministraba a las tribus amigas participantes del trato y por el valor de las remuneraciones monetarias, azúcar, sal, yerba, ginebra, ropa y otros “vicios”.
Finalmente y como resultado de seguramente un fuerte “lobby”, Carmen de Patagones fue declarado en 1856, “puerto franco”. Esto permitió incrementar notoriamente su actividad comercial, pues mucha mercadería ingresaba por allí al país, para luego ser reembarcado hacia Buenos Aires, en un viaje que demoraba entre 8 a 10 días. En el puerto de El Carmen flameaban banderas de diversos países - entre otras las de Inglaterra, Francia, Holanda y E.E.U.U -, su muelle era un remedo de Babel e importantes casas comerciales porteñas instalaron allí sus sucursales.
Este es el panorama del puerto de Carmen de Patagones - en la segunda mitad del siglo XIX - y es esta la situación que permite a esta ciudad protagonizar, por medio de sus hijos, el desarrollo comercial de diversas zonas en toda la Patagonia.
Hijos destacados de El Carmen
El más famoso de todos es Luis Piedrabuena. Nacido en Carmen de Patagones, inició su vida en el mar como grumete del capitán norteamericano Smiley, experimentado ballenero con quien recorrió toda la costa continental, visitó las islas Malvinas, dobló el Cabo de Hornos, transitó el Pacífico hasta Chiloé, pisó la isla de Navarino y la de la Tierra del Fuego, llegando al sur hasta las Tierras de Graham; posteriormente perfeccionó su oficio de marino mercante en Nueva York. Supo combinar su vida de marino con su vocación comercial y entrando por la ría del Santa Cruz, instaló sobre la isla Pavón una factoría, que será centro comercial para indígenas y pobladores de la zona por largo tiempo. Un año mas tarde, en 1863, inaugura el primer almacén privado de la ciudad chilena de Punta Arenas. Mientras tanto, no deja sus tareas de cazador de lobos marinos y transporta sal desde cercanías de la Isla Pavón y carbón - desde la Bahía de San Gregorio, en el estrecho de Magallanes, donde intenta localizar una población - a las islas Malvinas. Allí comercia estos vitales insumos con cazadores de lobos y de ballenas y con el tráfico transoceánico, que hace de estas islas un centro de avituallamiento.
La actual población santacruceña llamada Luis Piedrabuena, se llamó por muchos años Paso Ibañez, en recuerdo de Gregorio Ibáñez, propietario de una balsa con el cual se cruzaba el río Santa Cruz en la misma zona de la Isla Pavón. Ibáñez había llegado desde Patagones con Piedrabuena.
San Antonio Oeste fue el resultado de una decisión de cambiar la ubicación del puerto. Considerada una localización inadecuada, la firma maragata Sassemberg y Cía. reinstaló su sucursal en el costado oeste del saco que forma la gran entrada del mar, dando origen a la población que actualmente conocemos.
Antes de ser Neuquén la capital del territorio, se constituyó en centro comercial y paradero de viajeros y carretas para una zona enorme que se extendía hasta el pie de lo cordillera andina. La Confluencia contaba entonces con unos pocos comercios a orillas del Neuquén y en cercanías del lugar en donde luego se construyó el puente ferroviario. Los dos primeros negocios emplazados allí fueron la fonda “Bella Vista” de Celestino Dell’Anna, italiano, pero vecino por largos años de Carmen de Patagones y el de su pariente Carro con su socio Fernández, propietarios del almacén “La Maragata del Neuquén”.
Y en Choele Choel, en 1881, uno de los primeros comerciantes allí instalados es Miguel Castañeda y su esposa Manuela Castro, provenientes - probablemente con otros - de Patagones.
Un segundo hijo famoso, pero adoptivo en este caso, fue Luis Jorge Fontana. Llego de muy pequeño a Carmen de Patagones, donde pasó su infancia y adolescencia. Ingresó al Ejercito, pero pronto pidió la baja para estudiar en el Museo de Buenos Aires junto a su director Don Germán Burmeister. Fontana es un ejemplo de esos raros personajes del siglo XIX, producto del enciclopedismo y mezcla de científico, militar, explorador, cartógrafo, docente, funcionario y literato. Nuevamente en el pueblo de su infancia, integró una comisión científica que exploró la cuenca del Limay y del Neuquén y recolectó piezas rionegrinas para el Museo porteño. Explorador del Pilcomayo y del Impenetrable chaqueño, volvió nuevamente a la Patagonia para asumir como el primer gobernador del nuevo Territorio Nacional del Chubut. En esta función desarrolló una intensa actividad exploradora, que incluyó las regiones de la actual Colonia 16 de Octubre, el río Mayo, los lagos Musters y Colhue Huapi y la bahía de San Jorge. Los galeses del valle del Chubut, tan cerrados en si mismos, se abrieron a colaborar con él y reconocen en su labor, un factor del desarrollo y expansión de la colonia. (APP)
*Publicado originalmente en revista Rumbo Sur
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