domingo, 4 de enero de 2009

La base que descubrió el agujero en la capa de ozono

La base ucraniana Vernadsky, situada en las Islas Argentinas, inició sus operaciones en 1996 después de que los británicos vendieran la antigua base Faraday a la Academia de Ciencias de Ucrania por el simbólico precio de una libra esterlina. Faraday alcanzó renombre mundial en 1985 cuando sus científicos descubrieron el agujero en la capa de ozono. Vernadsky es famosa por su pub, el más austral del mundo (65º 15' S), donde se sirve una copa de vodka gratis a todas las mujeres que dejan su sujetador aquí. En la pared de «trofeos» del bar hay sostenes de todas las tallas imaginables.



El barco recorre despacio el profundo fiordo de Andvord Bay, que discurre perpendicular al eje principal del Estrecho de Gerlache, penetrando más de 20 kilómetros en la Península Antártica. El paisaje es sobrecogedor, con decenas de icebergs flotando mansamente en la bahía, algunos enormes con forma de castillos almenados, todos irrepetibles y con fecha de caducidad. Espíritus de hielo que surgen de la niebla. Desde aquí al Mar de Weddell, al otro lado del espinazo montañoso, hay apenas 50 kilómetros. En aquellas aguas se fraguó una impresionante hazaña.



«Queda el viaje más impresionante de todos, la travesía del continente», escribió Shackleton. Tras navegar en el Mar de Weddell y cuando faltaban 160 kilómetros para llegar a tierra, su barco, el «Endurance», quedó atrapado en el hielo. La batalla por la supervivencia duró veinte meses y ni uno solo de los 27 tripulantes perdió la vida. Los expedicionarios tuvieron que soportar penurias inimaginables, el naufragio del «Endurance» y una durísima travesía en los botes salvavidas a la isla Elefante antes de que Shackleton, con un puñado de hombres, realizara a bordo del «James Caird» uno de los viajes más memorables de la historia de la navegación.
Durante su última y extenuante marcha, cruzando a pie los glaciares y montañas sin nombre de la isla de San Pedro en busca de la estación ballenera de Stromness, de la salvación final, Shackleton y sus acompañantes sintieron que había otra persona con ellos... Una presencia invisible que hace que cada persona sienta en estas latitudes su Antártida particular, salvaje y única.


hoy.es

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