jueves, 15 de enero de 2009

Murcia entre pingüinos

El equipo de científicos de la Universidad que estudia la contaminación en la Antártida relata en un blog su experiencia diaria en el continente más recóndito del planeta




«Me llego a asustar, no podemos trabajar con los guantes, con lo que hay que quitárselos para sacar sangre, hacer frotis, anotar datos... Llega un momento en que pierdo la sensibilidad en los dedos y la fuerza, intento sostener un porta y se me cae, los movimientos son muy lentos, incluso me cuesta pensar, me tienen que decir 4 veces el número del nido en el que capturar los animales porque se me olvida en segundos, me dicen que es normal... pero es una sensación en la que dejas de tener control sobre tu cuerpo, no es nada agradable».


Las sensaciones que Miguel Mota y Silvia Jerez relatan en su blog dibujan una idea del duro trabajo que el equipo lleva a cabo para analizar y entender la contaminación ambiental del continente más inhóspito y recóndito del planeta. Estos dos científicos del Area de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la UMU, que participan en la Campaña Antártica Española 2008-2009, se encuentran en su continente de destino desde el pasado 6 de enero, después de varios días de viaje a bordo del buque Las Palmas, mientras cruzaban el Paso de Drake con rachas de hasta 60 nudos de viento, y mar en arbolada con olas de ocho metros.


Tanto Mota como Jerez, que estudian la contaminación en la Antártida mediante el análisis de la presencia de metales pesados y plaguicidas en tres especies de pingüinos, forman parte de un proyecto que se engloba dentro del Plan Nacional de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación, cuyo investigador principal es el científico titular del CSIC, Andrés Barbosa Alcón y del que también forman parte los investigadores de la Universidad de Murcia Juan Mª Ortiz Sánchez y Luis León Vizcaíno. Los científicos ya han empezado a trabajar con pingüinos, procediendo a extraer muestras de ellos, según las crónicas consultadas por Europa Press del blog personal que ambos investigadores publican en http://expedicionenlaantartida.blogspot.com.


«Curiosos, graciosos...»


Según explica el propio Mota en el blog, «el contacto con estos animales es increíble. Son graciosos, curiosos, confiados, me corresponde atraparlos y sujetarlos mientras Andrés nos pasa el testigo de los experimentos y nos familiariza con los nidos y las señales de identificación (ya que él se va en dos días), Jesús se encarga de sacar sangre, medir pico y pesar, mientras Julia registra todos los datos e identifica de nuevo los nidos. No hay tregua pero todo ha ido bien, como premio sale 5 minutos el sol, y de verdad aprecio los colores de este ecosistema».


«El manejo de los animales se me da cada vez mejor, aunque ya tengo alguna herida en las manos a pesar de los guantes, me agreden con todo un arsenal de picotazos y aletazos con inimaginable fuerza para un animal de ese tamaño. Me sorprende que después de esa ardua defensa cuando prendemos al pollo, se olviden de él, ni nos siguen ni aparentan echarlo en falta. A su vez en cuanto un pollo se mueve de su nido, el resto de adultos lo rechazan a picotazos sin piedad alguna, exactamente igual ocurre cuando un adulto intenta desplazarse en la colonia.


Además, cuando nos llevamos un adulto para las mediciones y extracciones, los de nidos cercanos les roban las piedras de su nido. En fin, la naturaleza sobrevive a sí misma», según su propio cuaderno de bitácora digital. «Por fin llega la ducha, el olor a pingüino dicen que es desagradable y persistente como a amoniaco (por mi trabajo en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre estoy acostumbrado a cosas perores y no me molesta)... Más problemas: me ducho con agua casi fría, han cambiado los calentadores y no ha dado tiempo a que se caliente el agua... ¡¡Vaya día!!


Soñaba con esa ducha...»

Con todo, los científicos de la Universidad de Murcia ya han puesto a punto la técnica de extracción de ADN en los patógenos que les extraen a los pingüinos, una práctica que «por suerte nos ha ido genial, hemos hecho un simulacro con muestras nuestras en el pequeño laboratorio que hemos improvisado», según Miguel Mota.


Dos meses más

Los investigadores murcianos permanecerán durante un periodo aproximado de dos meses en la base científica española Gabriel de Castilla (Isla Decepción) y en la base científica argentina Jubany (Isla del Rey Jorge), desde donde tendrán la oportunidad de realizar muestreos periódicos a lo largo de gran parte de la península Antártica. Durante su estancia, los murcianos ya han tenido la oportunidad de visitar la base argentina, donde les dispensaron una recibida «cálida» con «brindis, regalos entre las bases y actuaciones folclóricas con guitarra y acordeón de por medio e, incluso, bailes típicos como la Chacarera y Escondido con un militar vestido de gaucho y Julia».


Mientras vuelven, seguirán apreciando aquello que dijo Roal Admunsen y que ellos mismos plasman en este blog: «Blanco deslumbrante, luminoso azul, negro azabache; a la luz del sol, la tierra parece un cuento de hadas. Una cumbre tras otra, un picacho tras otro, agrietada, agreste como ninguna otra región de nuestro planeta, permanece invisible, invisible e intacta».


laverdad.es

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