sábado, 10 de enero de 2009

El turismo y la preservación ambiental en la Antártida (I)

FNM) El incremento de la actividad turística en el delicado ámbito antártico, y la reiteración de accidentes protagonizados por buques dedicados al transporte de los visitantes, mantienen viva una polémica de creciente interés general, y de particular repercusión en países, que como la Argentina, son parte de la historia del continente, sobre el que exhiben antiguos y sostenidos intereses.


Consultamos a dos de los más respetados y experimentados marinos antárticos de nuestro país.
Reproducimos aquí nuestra conversación con el capitán de navío (RE) Juan Carlos Ianuzzo, de larga y rica trayectoria en las aguas antárticas. Licenciado en Oceanografía, Ianuzzo navegó en diferentes unidades antárticas de la Armada, y comandó tanto el Rompehielos ARA “Almirante Irízar”, como la Agrupación Naval Antártica. Con posterioridad a su retiro de la Armada, extendió su experiencia durante varios años como “Ice Master” de buques de turismo antártico.


NM: ¿Existe alguna relación entre los accidentes de los últimos tiempos y la inexperiencia de los capitanes que conducen los barcos en este contexto de nuevo turismo o turismo de aventura que está llevando cada vez más gente a la Antártida?

JCI: Sin ninguna duda, existe una intima relación entre accidentes e inexperiencia. Falta conocimiento de la geografía, hidrografía y factores climáticos, estos últimos muy variables y con microclimas particulares en diferentes zonas, que pueden motivar cambios bruscos de las condiciones atmosféricas, con aumentos rápidos del viento y cambio de dirección. Estos cambios, pueden llevar a un buque a quedar atrapado en un campo de hielo, con las consiguientes averías, en algunos casos muy graves por la presión que el hielo produce sobre el casco, que aunque en muchos casos están reforzados en su proa, no tiene la resistencia del de un rompehielos o buque polar.


La Antártida es muy particular. Hay que conocerla, se le debe mucho respeto, y no da segundas oportunidades. Si bien los capitanes que operan buques de turismo en esta zona tienen experiencia, en su mayoría, en zonas de hielo del Mar del Norte, o del Ártico, creo que el conocimiento de una zona de navegación tan particular no puede ser reemplazado por el de otra.




NM: ¿Cómo pueden compatibilizarse el turismo y la protección ambiental del Continente Blanco?

JCI: El turismo se ha sumado a los diferentes actores que operan en la Antártida y ha aumentado la presencia humana. Entre los nuevos protagonistas, está la Asociación Internacional de Operadores de Turismo Antártico (IAATO), fundada en 1991, y dedicada a promover y desarrollar las actividades turísticas antárticas, respetando la seguridad y el medio ambiente, con alto grado de calidad en su protección ambiental.
Agrupa a armadores navieros, de cruceros, operadores turísticos de bases antárticas, agentes marítimos y de viajes, oficinas gubernamentales de turismo y compañías de “charteo” aéreo para operaciones turísticas. Es la única organización de este tipo a nivel mundial, y es miembro observador de las reuniones consultivas del Tratado Antártico, asumiendo como propias las decisiones que ellas tomen en cuanto a la preservación del medio ambiente y emitiendo las propias normas contribuyentes.
Solamente emite recomendaciones, y aunque no son de cumplimiento obligatorio por sus asociados, éstos las respetan. Entre los operadores turísticos miembros de la IAATO se pueden mencionar a Argentina, Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, EEUU, Francia, Italia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Reino Unido y Suecia.
Se debe, en síntesis, cuidar muy bien que el turismo (pasajeros, buques, etc.) no rompa el frágil equilibrio que existe en un continente prístino y en gran medida inexplorado, que es además el mayor reservorio de agua dulce para la humanidad.


NM: El incremento de actividades en la Antártida lleva a pensar que en breve estará “densamente poblada”. ¿Será posible preservar su ambiente en tal escenario?
JCI: Todos los países que operan con bases en la Antártida están bajo las prescripciones del Tratado Antártico, firmado el 10 de diciembre de 1959, y sus diferentes Convenciones y Protocolos, en particular el protocolo sobre protección del medio ambiente antártico. A esto se suma la IAATO con sus regulaciones para el turismo. En base a esto, y al permanente accionar científico, se trata por todos los medios de preservar al Continente Blanco.
Sin embargo, no se puede desconocer que el aumento de bases, buques y personas, aumenta también los riesgos de cumplir con este deseo y sentimiento generalizados. En particular, un incremento desmedido, y en algunos casos irresponsable, del turismo afectaría la preservación de cualquier medio natural, y en particular del antártico.
08/01/09
NUESTROMAR

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