lunes, 2 de noviembre de 2009

“Me encanta el regionalismo que hay en Punta Arenas”


- Es uno de los cerebros de Patagonia Camp, recientemente distinguido con el Premio Avonni en innovación al turismo. - Enamorado de Magallanes, de su entorno y de su gente, está seguro de que el crecimiento de la actividad turística marcará positivamente a la Región.
Por Myriam Ruiz
Corresponsal en Santiago
Siempre ha enfrentado la vida con optimismo, así como cada desafío que ésta le ha presentado. Hace casi 20 años, siendo un joven egresado de enseñanza media, Felipe Howard se enamoró de la Patagonia y en especial de Magallanes. Hoy, convertido en periodista y empresario del turismo, se siente feliz de haber construido su negocio y una parte importante de su vida, en torno a esta zona del país.
En septiembre pasado, su empresa Latitud 90, fue distinguida con el premio Avonni a la innovación en el rubro turismo. La distinción fue obtenida gracias al proyecto Patagonia Camp, que con una propuesta novedosa busca emular en el parque Torres del Paine los campamentos de lujo que existen por ejemplo en los safaris de Africa. Así se importó el concepto creando un conjunto hotelero de 18 Yurts (o carpas) pero se les agregó servicios hoteleros de alto estándar, creando una opción absolutamente nueva en la oferta turística del parque. Se consideró además para la entrega del galardón que su formato amigable con el medio ambiente exigió la instalación en Patagonia Camp de una planta de tratamiento de residuos y la construcción de plataformas de madera sobre pilotes. Howard explica que este proyecto es fundamental para el desarrollo de su empresa Latitud 90. “El perfil de quienes vienen a Patagonia Camp son viajeros que han recorrido gran parte del mundo, que además quieren venir a la Patagonia como destino, pero que esperan una buena infraestructura para disfrutar del viaje”, dice, elogiando además a la empresa que han construido junto a la sociedad Complejo Torres del Paine y a la familia Matetic.
Soñando con la aventura
Al salir del colegio, Felipe Howard soñaba con vacaciones llena de aventura. Por eso, junto a sus amigos Nicolás Boetsch, Alberto Gana, Manuel Reyes y Pablo Osses tomó su mochila y partió a conocer la Patagonia en 1989. “Quisimos ir en bicicleta a Tierra del Fuego y luego hicimos el circuito a las Torres del Paine. Siempre habíamos querido ir a la zona, estuvimos un mes y medio viajando y ese fue el flechazo inicial con la zona”.
Luego estudió periodismo en Santiago, pero siguió entusiasmado por la naturaleza del sur de Chile y logró realizar su práctica profesional en La Prensa Austral, de Punta Arenas en 1992. Terminó exitosamente su práctica, y luego se embarcó a navegar por los canales del sur. “Ahí fue que ya me enamoré de la zona y se me ocurrió organizar recorridos en kayak a esos hermosos lugares. En 1995 hicimos la primera expedición”.
Los viajes se sucedieron a otras zonas de la región austral. En 1997, junto a su amigo Alberto Gana fundó, Latitud 90, pensado en una empresa dedicada al turismo de especialidad.
El futuro de Puerto Natales
Después de todo este tiempo viajando a la zona, Felipe Howard está convencido de que atracciones como el Parque Torres del Paine son un destino turístico que “se vende solo”. “Desde 1989 la zona ha cambiado bastante, Puerto Natales por ejemplo hoy es otra ciudad comparada con lo que era en esa época. Siento que hay un grupo importante de gente que quiere establecerse en la ciudad y no estar sólo por la temporada”
Howard también dice que las condiciones han ido mejorando en torno a esta actividad económica, lo que la hace más atractiva. “La demanda por la zona es grande y cada año que pasa se nos va ampliando la temporada. Además, Natales era sólo un lugar de paso, pero ahora es una ciudad muy entretenida y todos quieren quedarse. Por eso creo que la evolución de la zona gracias al turismo ha sido muy positiva”.
El mismo entusiasmo que demuestra al hablar de Puerto Natales, lo pone al referirse a su lazo con Punta Arenas, donde conoció a quien hoy es su esposa y madre de sus dos hijos y donde comprendió el apego de la gente por su tierra. “Me encanta el sentimiento regionalista que hay en Punta Arenas. En ninguna otra parte de Chile vi ese orgullo, por ejemplo de tener la bandera magallánica y creo que es algo muy especial”.
La calidez de las relaciones que lo rodean es parte importante de su trabajo. Latitud 90 partió como una empresa de dos amigos de infancia, a quienes luego se unió un tercero: Nicolás Boestch, también compañero de curso y quien falleció en un trágico accidente en el verano de 2007 en Panguipulli. “Lo más doloroso de la partida de Nicolás es asumir que quedaron muchos planes inconclusos, como ir de vacaciones aquí o allá con los niños. También en los negocios, porque por ejemplo, Nicolás fue el que hizo los primeros contactos para la sociedad de Patagonia Camp y nunca vio terminado el proyecto. Es duro recuperarse de algo así porque éramos muy amigos, pero en esas circunstancias uno se refugia en su propia familia y eso es un gran apoyo”.
Para Felipe Howard la vida sigue y los proyectos también. Por ahora está enfocado en el desarrollo del área de educación de Latitud 90, buscando cambiar el concepto de los viajes de estudios desde experiencias turísticas a viajes de formación. “A veces nos llevamos a alumnos de séptimo básico a la cordillera, donde les enseñamos a conocer la naturaleza saliendo de sus salas de clases”.
A esta área le pone especial atención. En 2008 cerca de 5 mil alumnos participaron en experiencias de este tipo y hay planes de aumentar el número de asistentes para lograr un objetivo superior: “estamos seguros que si los niños no viven experiencias positivas en la naturaleza, con sus amigos por ejemplo, jamás podrán aprender a quererla y respetarla. A los niños de Santiago les falta mucho eso y lo hemos notado trabajando con niños de regiones, que viven en mayor contacto con la naturaleza que les rodea. Esa es realmente nuestra misión, generar experiencias en las personas y en los niños esto puede ser muy importante”, comenta el empresario.
Howard hoy está tan comprometido con esta causa, que su sueño es masificar los programas educativos de Latitud 90, para que más jóvenes vivan experiencias como las que él vivió junto a sus amigos, cuando decidió que quería conocer la Patagonia en bicicleta, sin imaginar que ese viaje cambiaría su vida.
La Prensa Austral

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