domingo, 22 de noviembre de 2009

Evangelización salesiana en la Patagonia


UNA SITUACIÓN TENSA
Cultura y Arte -
Cuando Monseñor Cagliero entró en el despacho del presidente, el 10 de abril de 1886, Roca no solamente no se paró para recibir al sacerdote, sino que tampoco lo saludó. No fue muy cortés en realidad y lo recibió “Con las manos en los bolsillos como un soldadote” –diría más tarde el propio Cagliero en sus Memorias.
El Padre Cayetano Bruno recoge este episodio de quienes lo relataron, luego de oírlo de boca del propio Cagliero. Se necesitó de “… toda la presencia de espíritu de un diplomático, como lo fue Mons. Cagliero…” para poder mantener una conversación con el mandatario que, en 1884, había expulsado a Monseñor Luis Matera, obispo y delegado apostólico, dándole 24 horas para abandonar el país y que había cortado las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
Si Roca era conocido como “el Zorro” por sus cualidades políticas, no encontró un oponente de menores características en Monseñor Cagliero. Vestido “sin otra insignia que la cruz pectoral” y llevando por encima de la sotana “el sobretodo común de los sacerdotes”, Cagliero se presentó como lo que era antes que cualquier jerarquía lo revistiera: un sacerdote. Lo acompañaba el Padre Costamagna.
Cagliero agradece la atención recibida, pero Roca “con un exabrupto de soldado, más práctico en cañones que en cánones, me objetó mi condición de Obispo en esta República; donde, por ley fundamental del Estado, nadie puede ascender a los primeros cargos y a la magistratura si no es nativo del país.” Además, le reclamó que “el Papa no podía aquí obrar arbitrariamente sin permiso y la intervención del gobierno.”
LLEGADA DE LOS SALESIANOS AL PAÍS Y EL PROYECTO DE DON BOSCO
La Congregación Salesiana, fundada en Turín en 1859 por Don Juan Bosco, comienza desde 1875 a llegar a Buenos Aires, para extender sus fundaciones. En el primer grupo, de diciembre de 1875 se encuentra el Padre Juan Cagliero acompañado de dos salesianos más. Siendo una Orden cuyo carisma se vuelca a la educación, se abocan a realizar fundaciones de escuelas y casas en diversas zonas de Buenos Aires.
Don Bosco tenía un proyecto de evangelización para el sur de la Argentina muy concreto: “avanzar entre los salvajes para catequizarlos”, además de “fundar colonias en las regiones más internas del desierto.” También “establecer hospitales, colegios, conventos y casas de educación”. El método consistía en el envío de misioneros que supieran “la lengua, la historia, las costumbres de aquel pueblo” y quería “preparar entre los mismos alumnos algún misionero indígena”.
El santo quería instalar un Vicariato en el sur, independiente del gobierno. Y no le agradaba mucho la idea de que sus misioneros tuvieran que avanzar detrás de los soldados. Pero el gobierno argentino no le daba otra posibilidad. Cagliero desde Argentina le explicaba al santo que el gobierno ayudaba muy poco a los misioneros y que preferían más destruir a los indios que reducirlos. Señalaba la necesidad de trabajar sobre los civiles que a veces eran más salvajes que los propios indios.
Ya hacia 1876, Don Bosco advertía el avance imparable del ejército en aquellas regiones. Le preocupaba esta violencia pues podía interferir con su labor misionera y pacificadora. Y aunque reconoce las consecuencias de los malones, le parecen ser una respuesta ante tanta injusticia. Sólo la conducta pacífica del misionero podría modificar el odio contra lo europeo, y la religión introduciría la civilización.
RELACIONES DE GOBIERNO CON LOS INDIOS
Las cartas entre el presidente Bartolomé Mitre y el Cacique Juan Calfucurá en 1863 son un antecedente de la situación. Mitre reprueba a Calfucurá por un malón y le pide que castigue a los responsables bajo promesa de una atención paternal; caso contrario le advierte de una guerra. La contestación de Calfucurá, desliza el cansancio que sienten los indios y la injusticia que sufren. Siempre lo acusan de estar a punto de realizar un malón y sus enviados siempre son maltratados por las autoridades.
Los resultados de la campaña de 1879 son anunciados con orgullo por el presidente Nicolás Avellaneda en un discurso al abrir las sesiones del Congreso Nacional en mayo de ese año. El contraste con lo relatado en el Boletín Salesiano de ese mismo año es impactante. Avellaneda realiza casi un panegírico de la campaña dando detalles de las cantidades de prisioneros en batalla o “de chusma” –es decir, viejos, mujeres y niños- y destacando la actitud “cristiana” que tuvieron para con los prisioneros.
Los Salesianos desmitifican el discurso: los indios fueron disipados, masacrados y hechos prisioneros. Muchos prisioneros fueron incorporados al ejército, otros internados en las provincias. Mientras que “la chusma”, como “si fuesen objeto de adquisición, presas o botín, fueron distribuidos a quienes lo solicitaban”. Todas las familias fueron separadas. Surgieron quejas y denuncias por la violación de derechos realizados a la vista de todo el mundo. El gobierno se calmó un poco y pidió consejo, acabó bautizando e instruyendo a unos pocos deportados a la Isla Martín García-.
Finalmente los salesianos se encaminaron a regresar al sur para socorrer a los pocos miserables indios que habían quedado abandonados en aquellas tierras. A partir de entonces comienzan a desplegar una intensa labor fundando Casas y estaciones misionales en todo el territorio patagónico.
FINAL DEL ENCUENTRO ENTRE ROCA Y CAGLIERO
La mención de la campaña de 1879, compartida con los salesianos, empezó a bajar la guardia del presidente. Cagliero, astutamente, dejó de lado cualquier respuesta en torno a la Santa Sede y en cambio, le aclaró que era un Obispo visitando las Casas Salesianas y aún antes, un inmigrante que venía a trabajar, un sacerdote que venía a dar misa y enseñar catecismo. Le habló de las escuelas de Artes y Oficios que habían creado en Buenos Aires y del proyecto de crear más en Patagonia.
Aquí se produjo el cambio en el antiguo General, pues le estaban proponiendo completar su obra de conquista y civilización.
Fue gracias a esta destreza de Monseñor Cagliero que la conversación cerró en torno al progreso de las misiones, las fundaciones de escuelas, iglesias, etc. Esta entrevista dio inicio al desarrollo de buenas relaciones entre Roca y las misiones salesianas del sur y al resto del país.
Cagliero consolidó, como Vicario Apostólico de la Patagonia, una relación de amistad recíproca con el gobierno argentino que se perpetuó en los siguientes gobiernos. Desde entonces los gobernadores de los nuevos territorios, aunque en desacuerdo con la autoridad eclesiástica, mantuvieron buenas relaciones con Monseñor Cagliero, porque era muy apreciado por las autoridades de Capital Federal.
Unos meses después de aquella entrevista, nacería en Chimpay, en los territorios del Río Negro, alguien que captaría la atención de Cagliero. De todo el trabajo misional de los salesianos en Patagonia, el fruto cosechado más importante. Porque Ceferino Namuncurá, el “Lirio de las Pampas”, el nieto del bravo Calfucurá, un indiecito salido de las tolderías, pasó a la historia como el Primer Beato argentino, cumpliendo así el deseo de Don Bosco.Claudia L. Ferreira
BIBLIOGRAFÍA
BRUNO, Cayetano, SDB; La Virgen Madre de Dios en la Historia Argentina. Córdoba, 1997.
DELEIS, Mónica y otros (dir); Cartas que hicieron la Historia. Buenos Aires, Aguilar, 2001.
NICOLETTI, María Andrea; “Los Salesianos y la conquista de la Patagonia: desde Don Bosco hasta sus primeros textos escolares e historias oficiales.” En: Revista Tefros. Vol 5 Nro. 2, 2007. http://www.unrc.edu.ar/publicar/tefros/revista/v5n2p07/paquetes/nicoletti.pdf
FUENTES MABRAGAÑA, H. (comp); Los Mensajes. Historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes. 1810-1910. Tomo III: 1852-1880. Buenos Aires, Comisión Nacional del Centenario, 1910. En: Página de la Universidad de Texas. http://www1.lanic.utexas.edu/project/arl/pm/sample2/argentin/history/791415.html
Visión Federal

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