domingo, 29 de noviembre de 2009

Lisandro Aristimuño "Jamás olvido que nací en la Patagonia"


Como buen rionegrino Lisandro Aristimuño guarda del viento un significado especial: su nuevo álbum se llama “Las crónicas del viento” y Viento Azul Discos es el nombre con el que bautizó a su sello discográfico. “El viento es el locutor de mi infancia, es un aliado inseparable”, dice el músico que hoy junto a su banda presentará en vivo las canciones del disco doble en el teatro La Comedia (Mitre y Ricardone), a las 21.30.


“Las crónicas del viento” está formado por dos capítulos donde sus canciones mantienen un vínculo con el folklore, el pop y la electrónica. El capítulo 1 se grabó en el estudio porteño de Circo Beat, mientras que el 2, en una casa de Vigo, España. Palo Pandolfo, Fito Páez, Diego Frenkel y el español Quique González fueron algunos de los invitados en el disco. “No sólo por el hecho de haberse grabado en una casa y en un estudio, en España y en Buenos Aires, hacen que “Las crónicas del viento” sean dos discos diferentes, sino también lo permite el tema de las estaciones, el tiempo. En España en pleno invierno grabamos el capítulo 2 y cuando llegamos días después a la Argentina, ya febrero, era pleno verano grabamos el 1. La temperatura externa de los lugares fue muy influenciable en cada disco”, dice Aristimuño durante la charla.



  —¿Los temas fueron adaptándose a esos climas externos?    

—Algunas las compuse en España, pero en realidad tenía 24 canciones y fueron elegidas para cada capítulo a fin de seguir una temática y un concepto. Muchas fueron compuestas en el momento y otras las tenía desde antes de “39” y salieron a flote con este disco. Pero básicamente las composiciones de cada disco fueron hechas en cada lugar.



   —Más allá de las diferencias, los dos discos tienen un tema central: el rescate de la infancia en la Patagonia.    

—Sí. Nunca puedo olvidar que nací en la Patagonia. El disco habla de eso tan importante como es la primera parte de tu vida. Aunque haya estado en muchos lugares viviendo cuando me pongo a escribir siempre me salen cosas de mi región. Escribo desde ese lugar, sobre las cosas que añoro.



   —¿Cuáles son esas cosas que añorás?    

—La calma. En las grandes ciudades no hay calma. En la Patagonia el silencio y la calma son cosas que te acompañan en lo cotidiano. En las ciudades vivís mucho más fragmentado y tenés un ritmo y un tiempo que a veces te enferma. La vuelta a la Patagonia sirve sobre todo para calmarme, además de visitar a mis viejos a Viedma. Volver a respirar tranquilo y lento, regresar a mi esencia.



   —Pero el viento en la Patagonia no suele ser silencioso.    

—Es cierto, pero dicen que los que nacimos en lugares con mucho viento estamos un poco locos. Cada uno se calma como puede y a mí el viento me calma, es como si estuvieran cantándome una canción de cuna, como cuando escuchabas de chico una canción antigua cantada por tu vieja. Algo de eso hace el viento en mí, que tiene un lenguaje especial. Es como estar protegido, como sentirse otra vez en casa.



   —¿Qué cosas te dice el viento que convertís en canción?    

—La idea es convertirse en un cuentista y sacar cosas de la infancia a flote. Ese es el concepto del disco. Una especie de cuento infantil. Y que sea el viento quien contara esas cosas, como si fuera el locutor de mi infancia. Una especie de aliado inseparable. Esto viene además de una relación muy fuerte que siempre tuve con la naturaleza.



   —¿Fue como un trabajo de rescate, casi de excavación?    

—Algo así. En la infancia se dan los primeros dolores, risas, amores y los primeros miedos... Yo me basé en estas cuestiones. Fui a Viedma a la casa de mis viejos y transformé aquellos días en una especie de documental. Anduve con una libreta en mano por los pasillos de la escuela y anotaba cosas que fueron disparadores de canciones. También grabé muchos audios de aquellos lugares porque la infancia es la primera vez que te pasa todo.



   —¿Siempre necesitaste una idea global para hacer un disco de canciones?    

—Siempre me basé en esa idea, como si fuera una obra de teatro. Para mí la música no es sólo un puñado de canciones, también tiene que tener una escenografía y una ambientación. Eso a mí me ayuda a manejar mejor las texturas, los timbres de los instrumentos y sobre todo la producción. No veo otra manera de crear.



La Capital, Rosario

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