Alfredo Ramírez cree que hubieran tenido lesiones severas si no hubieran sido rescatados el 18
Lo han pasado muy mal, pero son cosas que pasan y es parte de la montaña, de esta práctica que enamora y engancha. Juan Diego Amador, Alfredo Ramírez y Tomás López, los tinerfeños que el pasado día 18 de diciembre tuvieron que ser rescatados por un helicóptero en la Patagonia, quizás nos cuenten la parte de la realidad más benévola.
La clave para que estén en casa y sin secuelas se debe a que tomaron las decisiones correctas en los momentos adecuados. Las tres familias ya respiran tranquilas. Empezando por Mercedes, la compañera de Tomás y que trabaja en el 112. Fue la que recibió la llamada de Juan Diego el día 15 explicando la situación y sus coordenadas. Era la baza seguro que tenían que jugar y acertaron. Inmediatamente ella se puso en contacto con el Organismo Nacional de Emergencias de Chile y en una hora, el Ejército chileno ya se había comunicado con los tres montañeros.
Elba, la mujer de Alfredo, también trabajó en todo momento, junto a África la mujer y los dos hermanos de Juan Diego, sobre todo Julio que se encargó de la web y de informar de lo que ocurría.
Otra de las claves fue mantener la tranquilidad. Ninguno expuso, aunque en su interior la tuvieran, la inquietud de que no saldrían bien. Sabían que las cosas se estaban poniendo cada vez más duras, seguro que pensaron que se podían quedar. La esperanza en el rescate nunca se pierde, pero hubo respeto por si el tiempo empeoraba y se complicaba la situación.
Tomás López tuvo los primeros síntomas de la hipotermia. "En mi caso fueron unos temblores incontrolados, que me decían que estaba llegando al límite. En ese punto no puedes permitir que pasara eso. Inmediatamente preparamos comida caliente, yo me quite la ropa mojada y me puse otra más seca y me metí en un saco". Lo hicieron bien pues en unas horas volvió a una temperatura normal.
En Los Rodeos, Alfredo, sacaba conclusiones positivas de la experiencia. Sabía que era una expedición complicada y con unas condiciones meteorológicas extremas. "Sabíamos perfectamente adónde ibamos. Nos sorprendió los primeros días de sol radiante, unos días impresionantes, pero en la noche del 13 o 14 (perdí la noción del tiempo) no sorprendió aún más ese viento blanco tan fuerte que no paró durante los cuatro días, y ocurrió lo que ocurrió. Sabíamos que era una montaña de difícil acceso, que estábamos completamente aislados y que el principal enemigo era la climatología, como así fue. A cuatro horas de la cumbre, nos dio un bofetón importante". Y en cuanto al revuelo formado en Canarias, señaló: "Realmente nosotros no sabíamos lo que estaba pasando en Canarias, lo que estaba sucediendo ni la repercusión que se originó. Hicimos una llamada de alerta, que no de socorro, para expresar nuestra situación al equipo de rescate, concretamente al ejército chileno, que se portó de maravilla con nosotros junto al ONEMI (Organismo Nacional de Emergencias e Incendios), y a partir de la primera llamada comenzamos a trabajar juntos sobre la situación complicada en la que estábamos".
Cuestionado sobre las horas previas al rescate, aseguró: "En los cuatro días más duros lo pasamos bastante mal un par de veces, porque se había complicado bastante la meteorología. Llevábamos días de bastante esfuerzo sin prácticamente dormir, ni comer ni hidratarnos bien, y nos preocupaba que el tiempo siguiera así, porque sabemos que allí cuando entra un frente éste dura bastantes días. En las primeras horas del día 18 sabíamos que había un claro de buen tiempo, según los contactos con el ejército chileno, y pese a que el helicóptero no pudo culminar el primer intento, al final llegó bien y nos rescató, y gracias que salimos en ese momento, pues horas después entró un frente mucho más fuerte y más complicado que duró cuatro días".
Ramírez confirmó que lo peor fue ver cómo se debilitaban y los síntomas de hipotermia. "Sabíamos que la tormenta traía mucha humedad, por las noches pasábamos bastante frío y teníamos sintomas de hipotermia, pero lo superábamos cómo podíamos, al final intentando no gastar energías y estando juntos para no perder calor.
Si el ejército no nos rescataba en el momento de buen tiempo, esos siguientes cuatro o cinco días lo habríamos pasado mucho peor y hubiéramos salido con alguna lesión severa (en alusión a la congelación y no queriendo hablar de algo peor). No tenemos secuelas, quizás el mal trago que hemos pasado, pero salimos de allí bien, debilitados y cansados tras trabajar duramente contra la meteorología.
En el aspecto psicológico, lo llevábamos bien, éramos conscientes de que estábamos en un sitio complicado y los tres nos manteníamos unidos. No nos quedaba otro remedio, no era el momento de sacar el nerviosismo ya que empeoraríamos las cosas", aseguró.
diariodeavisos.com
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