sábado, 3 de enero de 2009

Investigadores en el fin del mundo

Cada año durante el verano austral, un centenar de científicos españoles, en coordinación con los de otras naciones, realizan sus trabajos experimentales en la Antártida, escenario único para estudiar el cambio climático.


“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Ese particular anuncio fue publicado en la prensa británica por el explorador Ernest Shackleton (quien realizó en 1914 la fallida expedición transantártica en el barco Endurence), y reflejaba el destino incierto que esperaba a quienes estuvieran dispuestos a formar parte de su tripulación.



Por suerte los científicos españoles que cada año durante el verano austral viajan a la Antártida tienen muchas más garantías para llevar a cabo sus expediciones. El pasado 17 de noviembre un equipo de la Unidad de Tecnología Marina del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) abrió la Base Juan Carlos I, en la isla de Livingston, marcando el inicio oficial de la campaña antártica, que vuelve a coincidir con la celebración del IV Año Polar Internacional, un programa de investigación interdisciplinar y divulgativo, que coordina el esfuerzo mundial por avanzar en el conocimiento de las regiones polares.



El buque de investigación oceanográfica Hespérides, que zarpó desde Cartagena el pasado 20 de diciembre, y las bases antárticas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, situadas en las islas Livingston y Decepción, respectivamente, son las plataformas antárticas desde las que un centenar de investigadores españoles cada año, en coordinación con los de otros países, realizan sus trabajos durante el verano austral.



Juan Manuel Viu, jefe de la Base Juan Carlos I durante esta campaña, destaca, en declaraciones a este diario, la trascendencia de la expedición. “Esta campaña se desarrolla en un año intenso para la actividad científica en la base, ya que estamos inmersos en el Año Polar Internacional, que se traduce en un significativo apoyo científico y de financiación por parte de la comunidad científica internacional. En el caso de España, el Ministerio de Ciencia e Innovación ha realizado un esfuerzo sin precedentes en la investigación polar.



También se iniciarán los trabajos de remodelación de la base, que la situará en la vanguardia tecnológica en cuanto eficiencia energética; además de aumentar sensiblemente la utilización de energías alternativas como son la eólica y la solar”. “En cuanto a la actividad científica en la Base Juan Carlos I, que es gestionada por el CSIC, y en la Gabriel de Castilla, que gestiona el Ministerio de Defensa, se desarrollará el apoyo técnico y logístico de 16 proyectos de investigación en temáticas como Meteorología, Glaciología, Biología y Geociencias, incidiendo tanto en la variabilidad climática actual o pasada en la Antártida como en sus efectos medioambientales, cuestiones fundamentales para comprender el cambio global y sus consecuencias en la flora y fauna antárticas”, explica Viu. Además, este experto señala que estos ámbitos de investigación han sido adoptados como objetivos prioritarios dentro del Año Polar Internacional.



La Antártida, con temperaturas que varían entre los 30 y 65 grados bajo cero y vientos de 70 kilómetros, con ráfagas habituales de hasta 190 kilómetros por hora e incluso superiores, hacen de este continente el lugar más frío y ventoso del planeta. Además, posee más del 70% de las reservas de agua dulce de la Tierra, lo que la convierte en lugar estratégico. “Es un universo particular en muchos aspectos. El medio físico es único en el planeta, el Tratado Antártico hace que en asuntos legales e institucionales también sea una excepción”, precisa Viu. En los casi cuatro meses que durará esta campaña pasarán unos 40 científicos por la Base Juan Carlos I. “El total de científicos, contando a la Base Gabriel de Castilla y en los buques oceanográficos Hespérides y Sarmiento de Gamboa, asciende a 185”, indica Viu.



Los científicos españoles desarrollan intensas jornadas de investigación, bajo duras condiciones meteorológicas. Por la ubicación en que se encuentra la base del CSIC (a 62 grados de latitud Sur, cerca del círculo polar ) nunca llegan a tener sol durante las 24 horas. Pero nadie sería capaz de convencerles de que es mejor renunciar. Es la llamada de la ciencia en un laboratorio natural único. Y eso convierte a la Antártida en lugar de peregrinaje de científicos de todo el mundo.


europasur.es

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