sábado, 5 de abril de 2008

La vieja Patagonia

Bosque Petrificado. Troncos de 65 millones de años desperdigados entre grandes rocas.


Una gira por el sudoeste de Chubut para visitar poblados donde el tiempo se detuvo hace 50 años. Sarmiento y su bosque petrificado, Río Pico y el Lejano Oeste, Alto Río Senguer con sus lagos Fontana y La Plata, y una serie de pueblitos perdidos tierra adentro, al margen de las grandes afluencias turísticas.

Al rodar por uno de esos interminables fragmentos esteparios de la Ruta 40, que surca la Argentina desde la Puna hasta Cabo Vírgenes en Santa Cruz, el ripio se extiende delante del vehículo como una línea recta perfecta que se pierde en el infinito y se continúa detrás, en el espejito retrovisor. Y a cada costado, también sin fin, se despliega una llanura tan desolada que es posible imaginar un mundo plano y deshabitado con un horizonte circular.

El objetivo de este viaje es internarse en una serie de pueblitos del sur de Chubut unificados en un circuito llamado “Huellas de Pioneros”, donde sobrevive la Patagonia de los años ’50 en adelante, que por su aislamiento ha perdurado con muy pocos cambios.


Desde Comodoro

La travesía comienza con rumbo oeste en la ciudad costera de Comodoro Rivadavia –todavía lejos de la Ruta 40–, en una zona en pleno auge comercial por la producción petrolera. A los costados de la ruta proliferan centenares de cigüeñas que ya pasaron a formar parte del paisaje de la Patagonia.

La Ruta Nacional 26 avanza por una meseta llamada Pampa del Castillo, y luego atraviesa unas serranías de transición hacia la estepa. Al tomar la Ruta Provincial 20 desaparecen de repente las sierras y se ingresa de lleno en la planicie infinita de la estepa. El cambio no es menor desde el punto de vista perceptivo: junto con el paisaje que se abre de pronto, el cielo también parece agrandarse y despierta en el viajero una sensación fugaz de liberación –como si el universo pesara menos–, entrando así en una dimensión sin límites.

De travesía en camioneta por la estepa patagónica del sur de Chubut.
Al conducir por las rutas esteparias surgen desde los espejitos unos puntos borrosos que se acercan con rapidez de mamut desbocado, que por supuesto son camiones. Y pasan con un rugido ventoso que hace morder la banquina a más de un conductor no experimentado.
Página/12

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