domingo, 6 de abril de 2008

Crónicas desde la Antártida: Aguas de esperanza

Miguel Ángel Otero Soliño Los ventisqueros resultan un espectáculo impresionante
Antaño cuando un gallardo marinero osaba cruzar el pasaje del 'Drake', se le condecía el derecho de lucir un pendiente en la oreja, el cual, en caso de mortal accidente durante la travesía, serviría para pagar servicios fúnebres del funesto. Lógicamente, el mundo ha evolucionado y aunque el oleaje en el Drake se mantiene en sintonía con la historia, la seguridad de los barcos modernos ya no hace necesario este tipo de pólizas de vida.
Afrontamos un nuevo 'Drake' con la esperanza de que el tránsito sea rápido y tranquilo. Hace tiempo que veníamos temiendo esta subida, ya que como consecuencia de los trasiegos de combustibles al 'Hespérides' y a la base 'Juan Carlos I' contamos con menos lastre y por lo tanto el buque tiende a moverse más. Dicho y hecho, la primera noche del 'Drake' hemos sufrido el ataque furioso de la mar, lo que se tradujo en mareos, vómitos y falta de apetito ¡La dieta de sir 'Drake'!.
Mi cuerpo se mantiene firme ante el ataque, aunque se hace imposible cualquier actividad e incluso debo postergar la escritura de este blog ya que mi portátil corre el riesgo de salir volando y conociendo nuestro amplio historial de bajas en el colectivo de los PCs, prefiero ser precavido y no tentar a la suerte.
A día de hoy nos encontramos a resguardo en 'Puerto Español', una ensenada a la entrada del 'Canal del Beagle' que nos sirve de refugio habitual. Combatimos con éxito el envite del 'Drake' y ahora sólo permanecemos a la espera de embarcar los prácticos chilenos que nos acompañaran hasta la ciudad de Punta Arenas. Luce el sol y la mar respira sosiego, por lo que se ha organizado una barbacoa de hermandad con la que recuperar apetitos perdidos y fomentar los lazos de amistad creados durante estos meses.
Iniciamos una de las etapas más agradecidas de toda la campaña ya que en horas se nos presenta en "tele panorámica" los canales patagónicos, un espectáculo francamente formidable. Ventisqueros, cataratas que se lanzan al vacío renovando a chorros la pureza del canal, montañas que nacen en playas y mueren en glaciares, hielo que muele rocas y descubren valles, armonía y belleza en un cartel único; son momentos idóneos para desempolvar la cámara y enmarcar trazos de pura belleza americana.
La navegación por aguas canalizadas exige máxima atención, destreza y experiencia, por ello el buque está obligado a subir a bordo un práctico, que no deja de ser un guía marino (civil o militar), que como conocedor del terreno, aconseja a los navíos a la hora de escoger la ruta a seguir y que con su maestría evita posibles accidentes que pudieran poner en peligro al conjunto humano que transportamos o al delicado medio ambiente de la región.
La nacionalidad de los prácticos varía en función de nuestro destino final bien sea Ushuaia o Punta Arenas, ya que la administración de parte de los canales la comparten de forma combinada las repúblicas de Chile y Argentina. El dominio y uso de de estos estratégicos canales fue fuente de conflictividad durante décadas entre ambos países e incluso estuvo a punto de desembocar en un enfrenamiento bélico, cuando en 1978 crecieron las tensiones respecto a la soberanía sobre tres islas (Picton, Lennox y Nueva) situadas a la entrada del canal del 'Beagle'.
La mediación del Papa Juan Pablo II evitó que el llamado "Conflicto del Beagle" se solucionara en el campo de batalla, siendo finalmente resuelto en 1984 con la rúbrica por ambos países del "Tratado de Paz y Amistad" que reafirmaba un nuevo status para las islas. Las relaciones de los gauchos y transandinos ha mejorado considerablemente desde aquella y de hecho la Antártida está sirviendo de espacio de encuentro y colaboración a diferentes niveles; así, por ejemplo, en 1998 las armadas de ambos países crearon la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC), cuyos objetivos son el apoyo a las comunidades científicas (traslado o logística), salvamento, asistencia médica y preservación del medio ambiente.
La labor de esta patrulla es innegable y digna de aplauso, ya que ha intervenido con eficacia y rapidez en innumerables rescates o evacuaciones, además su vigilancia activa ante delitos ecológicos y entrada ilegal en zonas protegidas constituye la principal garantía del cumplimiento de las directrices de conservación marcadas por el tratado antártico. La PANC ha cumplido ya una década desde su fundación y es claro ejemplo del místico ambiente que envuelve los territorios polares. La patrulla no sólo está aportando un bien a la comunidad antártica, sino que está fortaleciendo las medidas de confianza mutua y el intercambio profesional y humano entre estos dos países históricamente enfrentados.
Parece que en el impresionante marco del continente de los hielos, chilenos y argentinos han optado por la vía de la reconciliación, cimiento de una amistad que se prevé fuerte y consolidada, rúbrica de una paz necesaria y deseada. Canales de armonía y esperanza.
Miguel ángel Otero Soliño
La vanguardia.es

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