Miguel Ángel Otero Soliño Un brindis de cava y un adiós la Antartida, los fuelles de Neptuno nos marcan nuevos destinos, adiós Antártida
El parte meteorológico es revelador y claro, han empeorado nuestras perspectivas climáticas y el final previsto para mañana va a tener que ser adelantado; hoy sin más tardanza tendremos que partir rumbo al Norte; un jarro de agua antártica a nuestras perspectivas de un final tranquilo.
Las bases apuran al máximo, necesitan dejarlo todo listo para la apertura del año que viene sino quieren encontrarse con desagradables sorpresas. La clausura es una de las etapas más importantes de cualquier campaña antártica, la experiencia y el cumplimiento de los protocolos de cierre son esenciales, nuestras pisitos polares quedaran a la merced de fríos intensos y vientos huracanados y no hay carpinteros o fontaneros de guardia que arreglen los posibles desperfectos, cualquier precaución es poca.
Desde el Bio Las Palmas vivimos otra realidad, lógicamente nuestra labor es menos intensa que la que se efectúa en tierra, pero notamos su inquietud y stress. Con todo el trabajo de las bases es impecable y las instalaciones se van cerrando óptimamente, la primera en caer es Juan Carlos I, al mediodía todo el personal científico y técnico ya está a bordo.
Sin pausa ponemos rumbo a isla Decepción, en Gabriel de Castilla nos esperan con cajas desde la orilla. Hay un tráfico intenso y mucho trabajo por delante, hasta la noche no caen los generadores, la bandera es arriada, ¡Ha llegado el final de la campaña!
La gente esta exhausta pero con todo cumplen con una vieja tradición antártica, el brindis con cava al atravesar por última vez los Fuelles de Neptuno. Tradición que año tras año se cumple con una mezcla incompleta de tristeza y alegría. La tierra polar ya se hace recuerdo en nuestros corazones, nos vamos dejando nuestras huellas en su leyenda.
Este último sorbo burbujeante suena para mí a profunda despedida, con el me despido de la Antártida probablemente para siempre. Se me acaba un ciclo en la marina y es hora de renovar mis bríos profesionales. Me voy de unas tierras que me fascinan, de un trabajo que me gusta y en el que me pagan bien y de unos compañeros y jefes excepcionales, pero en el fondo mi pasión es la biología y tengo una necesidad vital por dar pasos en ese rumbo.
Pronto mis crónicas antárticas serán los relatos de un parado que busca trabajar en el ámbito en el cual estudio (por cierto acepto ofertas...je, je); de intensas aventuras pasare a la agonía de la incertidumbre laboral y de la pesadez de la cola del paro, pero es necesario asumir retos y lanzarse de nuevo al abismo ya que uno no puede conformarse con lo obtenido, es preciso procurar nuevas metas. Cuando un sueño muere es que se ha hecho realidad, es hora de seguir soñando.
Con todo aún nos queda una larga travesía a través del Atlántico, sólo hemos finalizado la fase operativa de nuestra misión y aún nos quedan bastantes días de mar hasta que el 21 de abril alcancemos el histórico puerto de Cartagena, base de nuestro buque y punto final de la campaña antártica 07/08.
Pero con todo, este blog hoy necesariamente llega a su fin y con pena me despido de todos vosotros, durante estos 42 artículos he intentado mostraros trazos de cómo es la vida en estos lares, lógicamente se me han quedado miles de cosas en el tintero pero espero que os haya conseguido plantar la semilla de la pasión por un continente único, por unas tierras, por unos paisajes...apenas me he ido y ya echo de menos todo esto, nunca olvidaré la Antártida, nunca olvidaré estos dos años, ¡Nunca!
Me despido agradeciendo vuestra compañía, he recibido múltiples emails de lectores de lugares ciertamente dispares, os agradezco de corazón vuestras letras y ánimo. He intentado responder a la mayoría y aunque soy consciente de que algunos emails me han quedado pendientes espero escribiros cuando tenga un hueco, es promesa de un marinero antártico.
En el resto agradecer a Mónica Ramoneda y a Robert Mur del diario La Vanguardia, a la primera por darme la posibilidad de escribir este blog y al segundo por aquellas cervezas que tomamos en Buenos Aires, fue un gran momento sin duda.
A los chicos del Bio Las Palmas por ser los mejores compañeros del mundo.
Y a mi novia, porque que con su confianza ciega y apoyo a lo largo de toda la campaña me ha demostrado la fuerza de su sentimiento hacia mí. Son ya 6 meses echándote de menos y ya va siendo hora de reencontrarnos ¿no crees? ¡Gracias por existir!
Este blog escribe su epílogo, gracias por haberme acompañado. Hasta siempre amigos.
La Vanguardia.es
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