sábado, 26 de febrero de 2011

Isla Riesco y los costos de un gran juego


Hace unos días se mostró por las pantallas de un noticiero la imagen del Presidente Sebastián Piñera buceando en Punta de Choros y disfrutando de las bondades de un lugar que estuvo seriamente amenazado por la instalación de la Termoeléctrica “Barrancones”. Instalación que él mismo detuvo, a raíz de la masiva protesta que encontró en las redes sociales una nueva y eficiente forma de autoconvocatoria. En lo personal, no pude evitar pensar en qué hubiera pasado con el proyecto de “Mina Invierno” si el sr. Presidente tuviera una estancia en Isla Riesco y fuera ese uno de sus refugios veraniegos, en donde practicara largas cabalgatas junto a su familia y amigos. Y seguí imaginando: ¿Y si esa gran veta de carbón no estuviera en Isla Riesco, sino en el Parque Nacional Torres del Paine, justamente al lado de la hostería propiedad de la Intendenta Liliana Kusanovic? No formulo esta pregunta con un ánimo denostativo. Es simplemente que este megaproyecto carbonífero linda con la Reserva Nacional “Alacalufes” e incrementaría el ya nutrido tráfico marítimo en el Parque Marino “Francisco Coloane”.

No me parecen que estas sean preguntas gratuitas o simples desvaríos. Porque así como el Presidente Piñera abortó la Termoeléctrica “Barrancones” siguiendo el viento de la opinión pública y pasando por encima de toda la institucionalidad medioambiental, su voluntad aparece claramente orquestando la aprobación de la COREMA regional. Allí todos los presentes, empleados designados por el actual gobierno, cumplieron el rol que desde Santiago se esperaba de ellos.

A fines del mes pasado recibí una llamada de ADIMARK, con motivo de una encuesta que tenía como tema el proyecto de “Mina Invierno”. Fue una encuesta exhaustiva, en donde se me preguntaron los motivos de mi postura frente al tema. Semanas después me enteré de que la encuesta había sido contratada por la Minera “Isla Riesco” y que su resultado arrojaba más de 60 % de aprobación a su proyecto. Nuevamente, como es mi costumbre, me hice preguntas: ¿cuánta gente realmente presentó una argumentación, como yo lo hice en su momento, de su postura a favor? ¿Es eso cuantificable? ¿Es justo presentar estos resultados como una suerte de mandato popular, cuando es sabido que la Minera “Isla Riesco” ha tenido la tribuna que su influencia y recursos garantizan, en detrimento de sus detractores?

La honestidad obliga a admitir que en Magallanes las opiniones están divididas. En los foros de Internet aparecen opiniones que pueden resumirse en las frases “necesitamos trabajo”, “los ecologistas están en contra de todo” o “¿por qué habríamos de apoyar a un puñado de estancieros?”. Sobre esto último quisiera detenerme un momento. Desde la época de la colonización, los ganaderos fueron hombres de gran poder en Magallanes. Fueron audaces y de espíritu emprendedor, pero también en varias ocasiones muy fríos a la hora de aplastar organizaciones sindicales o de tratar a los pueblos originarios como a alimañas. Quemaron bosques para crear terrenos de pastoreo y graves problemas de erosión tiene su origen en su accionar. Sin ánimo de generalizar, es necesario recordarlo para entender cómo muchos magallánicos ven a los ganaderos de Isla Riesco, que en realidad poco o nada tienen que ver con las poderosas fortunas de antaño que erigieron mansiones a cuya sombra los puntarenenses aún vivimos. Es así que nos encontramos con que el Presidente Regional de la CUT, Dalivor Eterovic, miembro de la Asamblea Ciudadana que impulsó el paro contra el alza del gas, ha expresado su apoyo al proyecto y el sentir de al menos parte importante de su sector.

La búsqueda de empleo y de una vida mejor es tan vieja como la historia, pero también lo es la utilización de esas legítimas aspiraciones por parte del capital. Y ya que hablamos de historia, basta recordar lo que ha pasado en nuestro país en el ámbito de la explotación de recursos no renovables. Allí están en el Norte Grande los vestigios de las oficinas salitreras, desintegrándose bajo el sol del desierto. Si bien el salitre no se agotó, como afirmó el Presidente Piñera al tratar de justificar el alza del gas en Magallanes, esa gran industria desapareció por la invención del salitre sintético y la mayor parte de la riqueza generada se fue en sustentar el estilo de vida de la plutocracia nacional. Y es allí cuando se origina la aparición del gran proletariado chileno, cuando los obreros calicheros desempleados, que habían sobrevivido a brutales represiones y condiciones laborales paupérrimas, llegan a Santiago y dan origen a cordones de pobreza que no han desaparecido del todo.

Otro ejemplo aún más reciente de es el de zona de Lota y Coronel. Tras la quiebra oficial de ENACAR durante el gobierno de Eduardo Frei, miles de trabajadores quedaron desempleados y los esfuerzos por reconvertir la economía local siguen sin rendir los frutos que los antiguos mineros necesitan. Es en esta situación cuando se produce el terremoto de Febrero de 2010, hundiendo aún más a una sociedad que durante un siglo no conoció otro rubro que la Explotación del Carbón. ¿Dónde se fue la riqueza generada allí? John North, el “Rey del Salitre”, y Matías Cousiño, el amo de Lota y Coronel, fueron en su momento dos de los hombres más ricos del mundo, mientras sus trabajadores morían en las faenas o acribillados cuando intentaron levantarse en huelga. Pero esta dinámica no es exclusiva de Chile. En los Estados Unidos se ha publicado recientemente que la zona más pobre de ese país se encuentra en los montes Apalaches, donde durante décadas se abrieron grandes yacimientos abiertos de, adivinen…de carbón.

La minería a tajo abierto, práctica cada vez más en desuso en el “primer mundo” por sus negativos efectos medioambientales y económicos a largo plazo, no precisa de una mano de obra masiva por ser mecanizada y altamente especializada. Serán pocos trabajadores para un proyecto que contempla cinco minas, lo que someterá sus reales posibilidades de sindicalización y poder de negociación a la exclusiva voluntad de sus dueños. Porque además de la legislación laboral, existe el interés o no de respetarla y no vivimos precisamente tiempos de tolerancia a la voluntad de los trabajadores. Eso la CUT lo sabe y su apreciación de cómo se desarrolle el tema en este caso es más una esperanza que una certeza.

Hoy la Minera “Isla Riesco” ofrece 800 empleos y aseguran que los magallánicos tendrán preferencia. El biministro Laurence Golborne, por otra parte, dijo que “los magallánicos tendrán que capacitarse”. Eso fue antes que los asesores de palacio le indicaran guardar silencio y no repetir el error del exministro de Energía Ricardo Raineri, que por defender a ultranza el alza de gas domiciliario y ofender a los magallánicos, simplemente tuvo que ser sacrificado.

La campaña de relaciones públicas de la Minera “Isla Riesco” ha sido eficiente, eso no puede negarse. Ha ocupado los medios de comunicación para ofertar desarrollo y bienestar y financiado publicaciones que la retratan como la continuación de una “épica carbonífera” regional. Organizan paseos al sitio de la futura faena minera, que buscan tranquilizar a la opinión pública local sobre los efectos que tendrá en un lugar en que aún no se aprecian excavaciones. Muestran un vivero con árboles que aún no se plantan y que no han soportado las dificultades obvias de un proceso de reforestación en ese terreno. Se degusta un asado de cordero magallánico, uno que pastó en praderas libres de cualquier contaminación. Lo único que faltaría, en mi opinión, sería terminar el paseo en el antiguo yacimiento de Pecket. Allí tendrían la oportunidad terminar de explicar de manera más elocuente qué harán con el material estéril resultante y cómo rellenarán la excavación y recuperarán la capa vegetal. Allí, en ese paraje lunar, los invitados harían preguntas para las cuales tendrían que tener respuestas igual de tranquilizadoras. ¿Las tienen? Seguro que sí: en una operación de esta envergadura no hay nada al azar.

Creo válido preguntarse: ¿qué pasará después de que la proyectada explotación de las millones de toneladas de carbón proyectadas se acabe? ¿Qué es lo que quedará en Magallanes? Sinceramente espero que no estemos siguiendo el camino de la salmonicultura, que ha dejado el mar interior de Chiloé con sus fondos marinos muertos y un desempleo que se ha traducido en un aumento en la delincuencia en la zona. Esa misma industria ya ha conseguido el espacio y los permisos para trasladarse aquí.

Es aquí en donde plantearé mi última pregunta: ¿Lo que ofrece la Minera “Isla Riesco” es el desarrollo que necesita Magallanes? Depende de lo que entendamos por “desarrollo”, claro está. Si se trata de un crecimiento económico con un sustento en el tiempo, claramente no lo es. Saliendo de nuestro punto de vista regional, hay que ver este proyecto como un eslabón más de una matriz energética que se ha presentado como imprescindible para el crecimiento económico del país. Pero lo que no se dice es que la demanda de electricidad que hay que satisfacer es en su gran parte de la gran minería privada del cobre, del oro y plata, que con proyectos como Pascua Lama y Los Pelambres ha puesto en jaque la actual y futura calidad de vida de las comunidades locales. Con uno de los “royalties” mineros más bajos del mundo, este país sigue financiando con sus recursos y con el costo medioambiental asociado a su explotación ganancias que en su mayor parte se irán para la especulación financiera en las grandes bolsas de comercio del mundo. Este es un gran juego cuyas reglas y complejidades son dominio de unos pocos, pero cuyos efectos y alcances se dejan sentir sobre muchos que aún no se dan cuenta o simplemente no quieren saber nada y así conformarse con el beneficio inmediato, pero limitado en el tiempo.

Los magallánicos no estamos realmente invitados a participar de este juego mortalmente serio: somos las fichas, e Isla Riesco solo es parte de un gran tablero. Uno que ha sido elaborado durante décadas por más gente e intereses de lo que los habitantes de esta región imaginan. Y me incluyo entre ellos. Pero sí deseo saber e imaginar alternativas distintas para un desarrollo real en la tierra en donde nací y en donde quiero morir. Una tierra cuyos habitantes supieron defender su postura frente a un tema puntual como lo fue el alza del gas y que ahora enfrenta un tema mucho mayor. Uno que compromete su patrimonio natural, su mayor y más duradera riqueza para ofertar a un mundo cada vez más carente de ella.

(*) Rafael Cheuquelaf es periodista magallánico e integrante del duo Lluvia Acida.
Si te interesó el tema, te invitamos a leer también la entrada de Juan Pablo Pallamar, "Carbón magallánico: lo barato puede salir caro"
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Foto: Mina Pecket, Seno Otway - Gregor Stipicic
El Quinto Poder

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