domingo, 27 de febrero de 2011

Contra viento y hielo



Vista de los Cuernos del Paine, en el parque nacional de Torres del Paine, en Chile


Punta Arenas, Puerto Natales y los glaciares, en cuatro días por la Patagonia chilena


Lejos de todo, la Patagonia chilena conserva intacto el paisaje gracias a una intervención mínima, inapreciable, del hombre. La naturaleza se presenta en su forma más pura y primigenia. Glaciares inaccesibles, lagos, ríos caudalosos de color turquesa, fiordos y montañas de miles de metros que arrancan del mismo borde del océano. Un paisaje sobrecogedor en el que el viajero se sentirá, más que un turista, parte de la naturaleza. Por tanto, aprovechando la visita al país andino, conviene no dejar pasar la oportunidad de escaparse al extremo sur, que tiene casi como destino obligado Punta Arenas, adonde vuelan regularmente Lan y Sky Airlines.


No es una tierra fácil. De ello dan cuenta los magallánicos que afrontan inviernos duros y un viento omnipresente, fuerte, de rachas que fácilmente superan los cien kilómetros por hora a lo largo de todo el año. La mejor época para un viaje es entre octubre y abril. El clima, junto con una orografía rota y unas infraestructuras justas, hacen que no sea raro que alguna excursión se suspenda o un transporte se averíe. Conviene no desesperarse, siempre surge una alternativa disponible. En cuanto a los desplazamientos, hay pocas carreteras asfaltadas. El resto, caminos de ripio anchos y de buen firme, pero caminos. Forma parte de la aventura.



Día 1 Pingüineras

Tras la llegada a Punta Arenas en el primer vuelo de la mañana, una buena propuesta es visitar la isla de la Magdalena, donde más de 100.000 pingüinos crían a sus polluelos. La navegación -que se puede contratar desde Santiago- dura unas tres horas, y la estancia en la isla, otra hora más. Pero la barcaza Melinka, que cubre el trayecto, está averiada. La alternativa pasa por visitar otra área de nidificación accesible por carretera. A bordo de una de las numerosas minivan que circulan por la zona se llega a Seno Otway, pingüinera más pequeña que la anterior. Nidos y aves están a escasos metros de distancia y casi se les puede tocar. El disfrute es total. El camino, perfectamente integrado en el entorno y habilitado para discapacitados, permite un recorrido pausado de más de una hora con acceso a miradores y torres de observación. De regreso, y con la tarjeta de memoria de la cámara fotográfica echando humo, se encuentra un curioso y pequeño museo de coches y maquinaria agrícola en la estancia Mina Rica que, si hay tiempo, merece una visita.


Luego, viaje hasta Puerto Natales (a 220 kilómetros) en autobús de línea. El paisaje es de una monotonía total en la que no sobresale del suelo nada de más de medio metro de altura. La llegada se produce a tiempo para la cena.



Día 2 Torres del Paine

La visita al parque nacional de Torres del Paine dura toda la jornada y es mejor hacerla en un bus con guía, ya que la extensión del parque (240.000 hectáreas) y la configuración de los caminos pueden llevar a perderse fácilmente. La ropa debe facilitar las frecuentes subidas y bajadas del autobús y un par de caminatas. Un cortavientos se hará imprescindible, así como prendas de abrigo y para la lluvia, que puede caer en cualquier momento.


A primera hora de la mañana, un pequeño autobús, que pronto abandonará el asfalto, nos lleva desde Puerto Natales al parque, a unos cien kilómetros. El centro del mismo es el impresionante macizo del Paine (3.050 metros), rodeado de lagos glaciares y ríos. Una parada en el camino sirve para visitar la Cueva del Milodón. Y hay otras para observar el macizo desde varias perspectivas, casi siempre con algún lago de por medio. Una vegetación rala acompaña a ocasionales manadas de guanacos (llamas australes) y ñandús, gran ave emparentada con el avestruz. Tampoco es raro ver algún cóndor volando a gran altura.


Los lagos Nordenskjöld, Pehoé, Sarmiento, Toro y docenas de pequeñas lagunas unidas por ríos y cascadas salpican el paisaje hasta llegar al lago Grey, al que se accede tras caminar unos 30 minutos. Allí vemos cómo los icebergs, procedentes del glaciar del mismo nombre, descienden mansamente por el agua.



Día 3 Navegación

Desde Puerto Natales zarpan a diario pequeños barcos que llegan hasta los glaciares de la región: Grey, Tyndall y Serrano. El frecuente e intenso viento puede hacer peligrosa la travesía a través del fiordo de la Última Esperanza. No hay que preocuparse, la alternativa es hacer la primera parte de la excursión por tierra hasta el río Serrano. Allí se embarca en una zodiac, pero antes hay que embutirse en un traje de supervivencia con buena ropa de abrigo debajo, gorro y gafas. La sensación térmica a bordo es de mucho frío y no sobra nada.


La navegación sorprende por lo agitado de las aguas y por su color, que pasa del azul intenso al turquesa proveniente de los sedimentos glaciares. Los desniveles y rápidos se sortean a pie hasta el siguiente embarcadero.


El paisaje sobrecoge por la soledad que transmite. Nada, salvo el ruido del motor, recuerda la civilización. La sensación es la de ser el primero en llegar a ese lugar en el que cada meandro sorprende. Los glaciares aparecen imponentes rompiendo e iluminando las casi verticales laderas. Son innumerables las cascadas por las que se desvanece la nieve y que descienden cientos de metros hasta el río.


Para llegar al glaciar Serrano, poco afectado por el cambio climático, hay que caminar una media hora hasta alcanzar el frente de hielo. No hay nadie en muchos kilómetros a la redonda, solo los guardias forestales del embarcadero. En resumen, es una experiencia que reúne naturaleza pura, paisaje y una pizca de aventura.



Día 4 Ciudades

Puerto Natales es una ciudad tranquila y llena de color. Se puede recorrer con facilidad antes de tomar el autobús hacia Punta Arenas. El turismo, aunque evidente, es moderado y permite caminar plácidamente entre las casas bajas de madera. Punta Arenas (con unos 40.000 habitantes) resulta igualmente apacible, y si se tiene tiempo, el cementerio municipal y el mirador del Cerro de la Cruz, en plena ciudad, son dos interesantes opciones antes de ir al aeropuerto.

El País


Nota: Punta arenas tiene más de 100.000 habitantes

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