Mientras en la zona norte y central, e incluso en una parte del sur, “caen los patos asados”, los pocos niños que residen en la Antártica chilena tienen un gran privilegio: ser los únicos en el país en vivir una Navidad con nieve, jugar y construir monos, al igual que en las películas y en los comerciales de Coca Cola.
A pesar de que en diciembre la temperatura en esa zona aumenta, todavía puede verse bastante nieve porque oscila entre los –ocho y los tres grados. En la época de Navidad “hay una probabilidad más alta de que haya buen clima, que significa que uno puede estar afuera con la cara descubierta probablemente, sin antiparras y a lo mejor un ratito sin guantes”, cuenta el coronel de aviación Dennis Harvey, quien fue comandante de la base chilena en la Isla Rey Jorge de la Antártica durante el 2005 y el 2006.
Dennis recuerda que la gente adornaba las casas con luces, claro que junto a la nieve parecían gringas. El día de Navidad se reúne toda la base chilena, cada uno aporta con una torta u otra cosa, se hace amigo secreto y se genera una hermandad.
Ese día debe ser un sueño para los más pequeños. Además de la nieve, “al vecino que mejor reúne los requisitos lo visten de viejo pascuero y llega con su bolsa a entregar los regalos para los niños.
Dennis cuenta que “la gente, en la medida que puede, encarga regalos desde el continente en los aviones”.
Otra cosa bien peculiar es que el abrazo de Año Nuevo se da a plena luz del día. Es que en verano, por encontrarse en el polo sur del planeta, sólo se genera una semipenumbra alrededor de las 12:30 y dura casi tres horas.//LND
La Nación
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