Sídney (Australia), 18 dic (EFE).- Ecologistas australianos acusaron hoy a barcos balleneros japoneses por emplear un dispositivo acústico militar de largo alcance y un potente cañón de agua para repeler su helicóptero, cerca de las costas de la Antártida.
El piloto del helicóptero, Chris Altman, perteneciente a la organización de defensa de los animales Sea Sepherd, explicó que el dispositivo acústico utilizado por el ballenero Shonan Maru 2 "puede provocar mareos y desorientación, por lo que su uso contra una aeronave es extremadamente peligroso e irresponsable".
"Es una acción tremendamente irresponsable", agregó.
El dispositivo acústico de largo alcance emite sonidos dolorosos y fue concebido para usarse en situaciones de guerra y para controlar grandes masas de gente.
Ha sido utilizado por el Ejército estadounidense en la guerra de Irak y por atuneros en aguas próximas a la costa de Somalia para repeler los ataques de los piratas.
Sea Sepherd también denunció que la tripulación del ballenero japonés "intentó destruir el helicóptero" con el cañón de agua cuando ya estaba en tierra.
Paul Watson, capitán del barco conservacionista australiano "Steve Irwin", perteneciente a Sea Sepherd, advirtió de que la situación se está volviendo peligrosa después de que se produjera la primera colisión el pasado lunes.
"Hemos arrastrado deliberadamente al barco japonés hacia el hielo más espeso porque los icebergs pueden dañar su barco", indicó.
El primer ministro australiano, Kevin Rudd, recordó la semana pasada a su homólogo nipón, Yukio Hatoyama, que Australia acudirá a la vía legal si fracasa el esfuerzo diplomático para que Japón ponga fin a su polémico programa anual que autoriza la captura de cetáceos por "motivos científicos" en aguas del continente helado.
Tokio argumenta que su cuota de caza de ballenas está justificada por razones científicas y no incumple ninguna ley internacional.
El año pasado, ambos países se acercaron a una crisis diplomática cuando un juez australiano determinara que era ilegal cazar ballenas en la reserva marina declarada por Australia en el continente, cuya soberanía no reconoce Japón.
Poco después, un barco del Departamento de Aduanas australiano vigiló y filmó durante semanas las actividades de los balleneros nipones, que fueron atacados en numerosas ocasiones por ecologistas de Australia y Nueva Zelanda.
La Comisión Ballenera Internacional condena la actividad de los pesqueros japoneses, pero Tokio lo ignora y además exige que se levante la moratoria vigente para permitir capturas de cetáceos a pequeña escala.
EPA
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