Nos encontramos a bordo del buque oceanográfico de la Armada AGOR 60 Vidal Gormaz como parte del vigésimo quinto Crucero de Investigación Marítima de Áreas Remotas, CIMAR 15. En esta oportunidad visitaremos los fiordos desde el canal Trinidad hasta el canal Smyth.
Con este propósito, un grupo de científicos realizará tomas de muestras para diversos proyectos para identificar y cuantificar la presencia de organismos marinos y las variables ambientales asociadas a la zona de estudio. Se identificarán además, los procesos que mantienen la productividad del seno Última Esperanza, con la finalidad de generar herramientas predicativas de los cambios que podrían ocurrir frente a las alteraciones naturales y/o antropogénicas en los fiordos y canales australes.
Con 44 años de servicio, un récord de millas navegadas que suman algo más de doce vueltas al mundo, y sus diversos cruceros de investigación, el Vidal Gormaz (adquirido en 1992), ha logrado crear en la conciencia nacional la necesidad de contar con un buque científico que cumpla los requerimientos actuales de investigación.
Pese a lo anterior, y con el prestigio que le entrega el haber participado en diversas comisiones oceanográficas, esta nave está apagando su llama siendo este viaje uno de sus últimos cruceros, para luego ceder su lugar al buque Cabo de Hornos, que lo remplazara de sus funciones.
Es de conocimiento público que Chile posee cuatro veces más territorio marítimo que continental, pero esta apreciación no contempla los fiordos, que son un paraíso frío y escondido que poseen más de mil kilómetros en línea recta con más de 84 mil kilómetros de costa. Sumado a los contornos de las islas que los componen, nuestro espacio marítimo supera entonces a la costa de Chile en por lo menos 20 veces.
Teniendo esto en conocimiento, sobran razones para contar con un buque oceanográfico, y la experiencia, eficacia y compromiso del personal de la Armada de Chile para comandarlo por cada una de las 52 estaciones de muestreo que incluyen estrechos, islotes y fiordos bajo un tiempo inclemente.
En este estudio se incluirá tomas de agua a distintas profundidades a través de una roseta oceanográfica; la recolección de estratos de sedimento por medio de una draga; y la recopilación de microorganismos, utilizando una red tucker que los atrapa en conos removibles.
Un tipo de exploración involucra bajar por medio de una grúa una embarcación para alcanzar bordes inexplorados y fondos submarinos nunca vistos. Lo recolectado es analizado en los laboratorios del buque o almacenado en un contenedor especialmente habilitado para ello. Cabe destacar que casi el 90% de los proyectos están relacionados con el calentamiento global y el abuso industrial de las últimas décadas: absorción del carbono en el mar producto de su saturación en la atmósfera y la presencia de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) en sedimentos, agua y vida en general.
Un día a bordo no sólo implicó trabajar como buzo, fotógrafo y técnico de cubierta fue una escuela de vida que me permitió sacar una radiografía de la oceanografía nacional y poder contemplar la belleza submarina de nuestro extremo sur. Acá el relato de un día en el lado Oeste de Campo de Hielo Sur:
Bitácora de viaje. 17 de Octubre. 7:00 AM.
Entramos por Chuvretovich al estero Calvo, navegamos lentamente mientras a babor van apareciendo varios de los brazos del ventisquero Matthew hasta que por fin nos detenemos, entre grandes hielos flotantes, al final de este estero nacido de una azul y gigantesca masa de hielo eterno. El paisaje amplio y limpio es cortado brevemente, unos metros mas allá de nosotros, por una embarcación amarilla que parece ser un bote pesquero refaccionado. En el puente de mando me entero que lleva una expedición científica que esta analizando el ventisquero. Vuelvo a mirar, con ansias, la embarcación.
El día esta cubierto, sin viento y con una temperatura de 5,4 ºC cuando nos informan que la embarcación menor está con problemas en su radar y en su ecosonda debido a una tormenta que los azotó la noche anterior antes de llegar al ventisquero. Le pido al comandante que me deje acompañar a los dos técnicos que irán a reparar la nave y acepta, sin pensarlo cojo mi maleta amarilla y bajo por la escalera de gato al zodiac. Esquivando hielos llegamos al Explorador Patagonia en donde su dueño nos recibe.
Le explico que quiero saber qué es lo que están realizando los científicos. Mientras nos tomamos un café, me explica que uno de los estudios realizados por la NASA ha detectado que esta zona se esta elevando por sobre las demás a una velocidad increíble, lo que ha despertado el interés científico mundial. Por eso se instalarán 5 estaciones, en diferentes puntos, para medir los cambios en la corteza terrestre de la zona.
Mientras anoto lo más rápido posible lo veo mirar por una de las escotillas fijamente hacia afuera, se voltea y me dice: “estás de suerte, vienen llegando, quizás te den 5 minutos para conversar”.
Salto de mi asiento y corro a la pequeña popa de babor, me lanzan el cordel. Los atrinco y, en ingés, me presento, les cuento en dos palabras que hago y les pido la entrevista, uno de ellos, en español, me contesta “¡ encantados!”. Entramos y conozco a los doctores en geodesia, Reinhard Dietrich y Andreas Richter. Nuestro traductor es el ingeniero geodésico Heiner Lange. Todos de la Technische Universität Dresden.
Les pregunto cual es el motivo de su estudio científico, me responden que NASA ha reportado un crecimiento de 5 cm. anuales de los terrenos aledaños a los deshielos y ellos están acá para ratificar la información entregada por ellos por medio de estaciones GPS que miden milimétricamente los cambios de altura de la corteza terrestre y que son alimentados por energía solar.
El doctor Dietrich pone énfasis en que este es un punto destacado a nivel mundial ya que el calentamiento global esta derritiendo Campo de Hielo Sur, una de las masas más grande de hielo del mundo con más de 15 mil kilómetros cuadrados. Me apresuro en preguntar si en Chile tienen una contraparte en este estudio, el ingeniero Langer me contesta que efectivamente el Centro de Estudios Científicos de Valdivia, ha medido el balance de masa y en base a sus estudios se ha generado el modelo geofísico, es decir que han aportado los datos para efectuar un modelo matemático que entregue los resultados sobre la situación que investigan.
El doctor Dietrich me explica que además están realizando estudios en Groenlandia, la Antártica y que en Campos de Hielo Sur ha efectuado mediciones en el sector del lago O’Higgins.
Se para y lo detengo con otra pregunta que lo hace sonreír y volver a sentarse:
—¿El calentamiento global y el derretimiento acelerado de los hielos son las únicas razones de que este ocurriendo esto en el lugar?
— Efectivamente, esas dos razones han generado menor presión en la corteza terrestre lo que ha elevado la zona, sin embargo otro factor puede ser que las placas tectónicas del lugar estén fracturadas lo que produce que el manto terrestre sea más liquido, menos viscoso y por lo tanto mas caluroso, lo que aportaría a su elevación que podría llegar, en 100 años, a aumentar en 5 metros.
No alcanza a decir una palabra mas y alguien toca la ventana en donde conversamos, es el buzo de salvataje que viene con todos los demás para que nos dirijamos al punto de recolección de especies, están apurados. Me levanto y con una reverencia solemne, en español, le doy las gracias, le apretó la mano y me voy con la cabeza disparada. Salto al bote y cuando vuelvo en mi ya estamos llegando a una pequeña entrada de mar con varios islotes frente a la Punta Miranda y casi al inicio del estero Calvo. Son las 10:20 AM cuando desembarcamos en un playa de piedras y conchitas. Georeferencio en S50º38’19.0’’ W073º38’28.7’’.
Comenzamos a equiparnos a la orilla del estero. Sumo cuatro kilos más de plomo a mi chaleco compensador ya estoy utilizando un under de 300 gramos bajo mi traje seco. La cámara sub se queda en tierra y me dirijo con una bolsa tipo ziploc para recolectar vida. Bajo sin ver casi nada hasta que a los siete metros aparece el fondo de sedimento gris pero de aguas transparentes. Mórbidos pepinos de mar asoman con ramas que salen de su centro como bonsáis naranjos sin hojas que se mueven tratando de capturar algo de micro comida o respirar.
Estrellas, cholgas y ostiones enredados en algas forman pequeñas colonias sobre el fango que son visitadas, de una a otra, por diminutos peces casi invisibles.
A los 10 metros el cambio es radical, una termoclina aclara el agua y el fondo cae, ya con muy poca vida, hacia los 20 metros con un fango fino. Avanzo en este mini desierto y encuentro un forma sinuosa y aplastada descansando sobre el fondo, me acerco con precaución, tomo uno de sus bordes, lo levanto con cuidado y aparece un trozo de polar recubierto de un material plástico, es una chaqueta quizás olvidada por algunos leñadores o boteros que algún día, recalaron ahí. La dejo en su lugar y me devuelvo por la pendiente hasta llegar de nuevo al área de vida en donde descubro una colonia de estrellas parecidas a las que vi en el documental “Encounter at the end of the world” de Werner Herzog realizado en la Antártica. Sin embargo, están son mas pequeñas pero mantienen el color anaranjado, con sus cinco largos y delgados brazos moviéndose ágilmente. Más tarde, el doctor Eulogio me explicaría que son Ofiuros, invertebrados que son conocidos como estrellas frágiles a pesar de que no lo son. Termino mi labor recolectando algunos tubos de poliquetos (gusanos de mar), hechos de sedimentos, como esbeltos conos de helado y emerjo a la superficie.
Nado con los equipos hacia la costa, me retiro el equipo y camino por entre las resbalosas piedras hasta llegar a mi cámara. Medito un rato y me vuelvo a equipar. Una vez en el agua, floto con los equipos junto a un hielo antes de volver a bajar. Llego al fondo, prendo la cámara y esta trancada. Los 4ºC la han dejado paralizada. Realizo varios intentos mientras los microorganismos me gritan “una macro por favor”. No hay caso, el frío también se ha comido las baterías en menos de 15 minutos, así que no insisto más y me apronto a volver a la superficie cuando veo aparecer una tímida medusa de aproximadamente una cuarta de diámetro con largos tentáculos casi transparentes. La acompaño un rato, le pregunto de donde viene y da lentamente la vuelta hacia mi, la observo y comienzo a emerger.
Al salir con las muestras para el proyecto de biotopos en la región, me informan que nuestro zodiac no llegara a las 12:00 a buscarnos sino que nos recogerá en una hora y media más. Sonreímos y nos vamos de paseo por ahí, sin embargo la espesura del bosque nos mantiene cerca de la costa, pegados a la playa de piedras. Un par de fotos, un par de historias y volvemos a contactarnos con el Vidal Gormaz, nos indican que la maniobra se retrasado un par de hora más. La marea ha comenzado a subir y desplazamos los equipos a unos pastizales al comienzo del bosque. Junto a ellos nos tiramos los seis exploradores boca a arriba sobre el pastizal y entramos en un sueño colectivo de por lo menos una hora. Despertamos y aún no ha pasado nada. Al levantarnos lo primero que nos percatamos es que el viento a cambiado y que los hielos del ventisquero han avanzado por el canal y están llegando a nuestra pequeña caleta, con asombro vemos grandes trozos pasar a visitarnos. Inmediatamente sabemos que el zodiac no podrá avanzar ha buscarnos, la idea de pasar la noche ahí se instala en nuestras mentes.
Atento “Flamenco”(somos nosotros), acá “Papá”( el comandante), el hielo ha avanzado y se hace imposible llegar a su punto estamos estableciendo una estrategia de rescate hasta nuevo aviso, cambio.
Cambio y chao bromeamos mientras aparece entrando el Explorador Patagonia, que se da unas vueltas por entre los pequeños islotes. Por instantes parece encallar en el fondo de fango sin embargo logra darse la vuelta y se queda esperando. Acordamos tratar de acercarnos por la orilla hacia su dirección ya que es mejor esperar abordo nuestro “rescate”.
Al poco de caminar lo vemos avanzar hacia nosotros, le hacemos seña y saltamos como náufragos en la playa. Se acerca hasta el extremo de encallar a menos de dos metros de la orilla. Colocan en proa una escalera de fierro y abordamos. Un café, un pan calentito con queso amarillo del sur y una hospitalidad fuera de serie nos reconfortan. Nos movemos a la entrada tapizada de hielo. Los científicos que fueron a colocar una de las estaciones de monitoreo están atrapados con el pequeño zodiac gris en que se movilizaron a tierra. El Vidal Gormaz nos informa que ellos ven a los científicos un poco más allá de nosotros entre el hielo.
Rumbo a su posición, el pequeño barco se sacude cada vez que le damos a un gran hielo mientras avanzamos esquivando lo que mas podemos. Finalmente, estamos cerca de los científicos, quienes se acercan también pateando hielos por los costados y separándolos con el bichero. Cuando suben a bordo nos abrazamos e intercambiamos contactos. El tiempo vuela y el buque ya está a nuestro lado. Faltan más de 15 días de recorrido y algunos naufragios olvidados en los vientos del Estrecho de Magallanes, fondos marinos impensados y encuentros con centollas, pulpos y especies nacidas en la mente de Julio Verne esperan por nosotros.
Ficha técnica:
Temperatura entre los -4.0 y 4.5ºC , lluvias repentinas, nevazones y ráfagas de viento por sobre los 40 nudos requieren ropa de alta montaña. (Lippi.
www.lippioutdoor.com).
Aguas con temperaturas que no superan los 6ºC requieren trajes secos, under sobre los 300 gramos, guantes y capuchas gruesas. (Aqualung.
www.veceka.cl).
Navegaciones en zodiac por lugares inexplorados y situaciones climáticas inestables requieren navegación GPS y radio comunicación. CRT. (
www.gpsenchile.cl).
Esta expedición forma parte de la labor del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (
http://www.shoa.cl/).
La Segunda