Científicos de seis naciones están combinando sus esfuerzos para examinar uno de los últimos lugares inexplorados de la Tierra: las inmensas Montañas de Gamburtsev, en la Antártida, nunca vistas por los humanos porque quedan bajo 4 kilómetros de hielo, en la región más remota del continente. Al cartografiar lo que existe bajo el hielo, mediante radares aerotransportados y otras técnicas con alto poder de penetración, los investigadores esperan ser capaces de encontrar antiguos lagos ocultos, vislumbrar los climas del pasado y poder predecir los del futuro.
"Esta cordillera es un misterio absoluto en cada aspecto", afirma Robin Bell, geofísica del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia y codirectora del proyecto. Según las teorías convencionales, "esas montañas ni siquiera deberían estar allí; es como abrir una pirámide egipcia y encontrar a un astronauta dentro", señala Bell.
Además de intentar hallar el origen de las montañas, los científicos esperan encontrar las claves de cómo los cambios futuros del clima afectarán a la Tierra. En esa zona puede estar el hielo más antiguo de la Tierra, quizás de 1,2 millones de años de antigüedad.
Grandes lagos de agua líquida ya han sido encontrados a enorme profundidad bajo el hielo en ambas laderas de la cordillera, y los científicos esperan descubrir y estudiar más lagos de esta clase.
Las Montañas de Gamburtsev, mayores que los Alpes europeos y descubiertas en 1958 por científicos rusos, fueron una sorpresa, dado que se suponía que el interior del continente era llano. La región apenas ha sido visitada posteriormente y sólo se han trazado algunos mapas vagos a partir de inspecciones geofísicas.
El nuevo estudio se realizará sobre un área que es más de dos veces el tamaño de California, y que incluye al "polo sur de la inaccesibilidad" (el punto de la Antártida más alejado del mar, y más difícil de alcanzar que el propio Polo Sur).
Además del aislamiento extremo de los campamentos y las temperaturas de 40 grados Celsius bajo cero, los equipos tendrán que soportar el aire enrarecido de las altas elevaciones. "No se puede recolectar este tipo de información por medio de satélites u otros sistemas automatizados, ni siquiera en el siglo XXI", subraya el geofísico Michael Studinger, del Lamont-Doherty, codirector del equipo, y, como Bell, un veterano de los estudios de campo de la Antártida. "Requiere de la labor de seres humanos sobre el terreno".
El equipo de la Provincia Antártica de Gamburtsev incluye a investigadores de Australia, China, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unido.
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