viernes, 2 de septiembre de 2011

Bacterias antárticas poseen clave para producir leche sin lactosa a bajo costo



Bacteria del género Duganella, obtenida en la isla Rey Jorge, que tiene actividad antimicrobiana



Punta Arenas, 25 de agosto de 2011. Con el objetivo de proyectar al ámbito industrial los descubrimientos científicos obtenidos recientemente en investigaciones antárticas, el Instituto Antártico Chileno (INACH) presentó tres iniciativas al Programa de Investigación (I+D) Aplicada, de Corfo-Innova. Dos proyectos se presentaron en la línea Perfil de I+D Aplicada, uno de éstos en conjunto con el investigador Jose Luis Palacios, de la Universidad de Santiago, relacionado con la producción de leche sin lactosa, de mejor calidad y con menor consumo de energía, usando bacterias antárticas. “Esta es una innovación asociada a obtener una mayor competitividad en el mercado, porque lo que se está proponiendo es bajar los costos de producción y mejorar la calidad del producto”, detalla el Dr. Marcelo González, biólogo del Laboratorio de Biorrecursos Antárticos, del INACH. Normalmente se recurre a microorganismos que requieren ciertos rangos de temperatura (entre 30 y 37 ºC) para producir la enzima (lactasa) que actúa sobre la lactosa. La ventaja de las bacterias antárticas es que pueden hacer lo mismo a bajas temperaturas o a temperatura ambiente (15 a 20 ºC). Cabe recordar que la intolerancia a la lactosa afecta a la mayoría de la población adulta de Chile.

Un tercer proyecto fue presentado por el mismo González junto a la Universidad Católica de Valparaíso en la línea de I+D Aplicada (proyectos que proponen resolver un problema mediante investigación aplicada y desarrollo tecnológico). “En nuestro caso, señala González, presentamos una propuesta asociada a péptidos antimicrobianos, que son proteínas de origen natural que encontramos en bacterias antárticas y que tienen la capacidad de eliminar bacterias patógenas presentes en alimentos (como la carne) y también presentes en hospitales y que son muy resistentes a los antibióticos.” Los microorganismos antárticos crecen en un ambiente único, no sólo por las condiciones de temperatura, salinidad, radiación, oscuridad invernal, etc., sino también porque su evolución ha sido singular, sin contacto con microorganismos de otras latitudes.

De esta manera, el INACH está ofreciendo, en alianza con otras universidades, no necesariamente la aplicación de estos microorganismos a distintos procesos productivos, sino la modificación de proteínas que producen estas bacterias y que ese producto sintético pueda ser aplicado por otros, por ejemplo, para mejorar la calidad y la conservación de carne producida en Magallanes, carne que es exportada a la Comunidad Europea y a Estados Unidos, mercados muy exigentes en estas materias.

Biotecnología antártica

“Nos dimos cuenta de que muchos proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) tenían resultados que apuntaban a un impacto en actividades productivas o económicas”, comenta González, biólogo del INACH y especializado en Biología Molecular y Biotecnología. El Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) tiene desde hace tres años una línea de proyectos asociados a la explotación de biorrecursos antárticos. “Ya superamos la etapa de sólo generar conocimiento; ahora a ese conocimiento le estamos dando una utilización –agrega Marcelo González–, por eso presentamos estos proyectos, que fueron tres sólo por una cuestión de tiempo, porque nos quedaron otras dos propuestas sin desarrollar.”

González llegó hace cinco años a Punta Arenas para reforzar esta área de estudios en el INACH. En este lustro ha trabajado en el proyecto “Antártica: Fuente de recursos biológicos para la biotecnología nacional” (también con financiamiento de Innova-Corfo), dirigido tesis de pregrado en temática antártica y liderado nuevos proyectos, apoyando además la implementación de laboratorios en Punta Arenas y la Antártica.

“Los laboratorios en las bases de Chile en la Antártica, nos permiten ampliar las facilidades para que puedan realizarse proyectos de este tipo; estamos ofreciendo mejores instalaciones incluso en lugares más alejados de la península Antártica, como la base Gabriel González Videla (en bahía Paraíso, 64º 49’ S, 62º 51’ O) o la base Tte. Carvajal, más allá del Círculo Polar Antártico”, explica González.

Así, los investigadores pueden analizar sus muestras in situ o procesar una parte de ellas para su posterior traslado a otras regiones del país o del extranjero. En tanto, los laboratorios de Punta Arenas permitirán la integración con los Programas Antárticos de otros países ofreciendo servicios o apoyo logísticos en términos científicos (acceso a equipamiento y almacenaje de muestras) y fomentando una cooperación científica con los países que utilizan a esta austral ciudad como puerta de entrada a la Antártica. De esta forma, se potencian igualmente las líneas de investigación que promueve el INACH asociadas al Laboratorio de Biorrecursos Antárticos y al Laboratorio de Paleobiología.


El Dr. Marcelo González en el Laboratorio de Biorrecursos Antárticos, del INACH, en Punta Arenas, donde se realizan varias investigaciones sobre las propiedades de organismos y microorganismos polares con potencial aplicación industrial.



El Dr. González observando geles que muestran fragmentos de ADN como una huella genética de bacterias antárticas. Esta técnica permite estudiar la diversidad de las comunidades de microorganismos antárticos.

INACH

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