martes, 17 de mayo de 2011

Hidroaysén: Opiniones desde la Universidad de Chile


Desde nuestra casa de estudios surgen voces respecto al recientemente aprobado proyecto Hidroaysén. Profesionales de distintas áreas de la Ingeniería, la Geografía y la Historia aportan nuevas aristas sobre el tema poniendo sobre la mesa aspectos relacionados con la propiedad del agua, la sustentabilidad, la diversificación de la matriz, políticas públicas, impacto ambiental y la reflexión ética del desarrollo del país.

Manifestaciones ciudadanas y un acalorado debate ha suscitado la aprobación de un proyecto de US$ 3.200 millones que contempla cinco centrales hidroeléctricas en el territorio austral de la Región de Aysén. Académicos de la Universidad de Chile aportan desde distintas disciplinas su visión particular sobre el proyecto Hidroaysén.

Mauricio Folchi, Historiador y Enrique Aliste, Geógrafo -Diplomado en Gestión Socioambiental y Sustentabilidad que es impartido por la Facultad de Filosofía y Humanidades, en colaboración con el Programa Domeyko en Biodiversidad de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo y las Facultades de Ciencias Sociales, Derecho y Arquitectura y Urbanismo- apuntan que desde el paradigma de la sustentabilidad “es difícil encontrarle razón de ser” al proyecto. Agregando que uno de los principales errores es situar “la deliberación ambiental dentro de un marco de pensamiento -un paradigma, digamos- donde la lógica técnica y la valoración económica simplificada predominan, y donde la reflexión ética, la mirada cultural, territorial, social e histórica tienen una voz inaudible”, sostienen. Revise la columna completa más abajo.

Desde la Facultad de Ciencias Agronómicas, Rodrigo Fuster, Coordinador Programa Agua y Sociedad Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables, plantea un aspecto poco discutido, el de la propiedad del agua. Desde esta perspectiva el académico propone la pregunta: “¿cómo un privado puede hacerse de la propiedad del agua de una cuenca?, ¿qué pasa con los otros potenciales usuarios de dichas aguas?”. Revise la columna completa más abajo.

El académico del Depto. de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y Vicepresidente de la International Solar Energy Society, Roberto Román presenta diez razones por las cuales Hidroaysén no es necesario ni conveniente para Chile. Entre sus argumentos el Prof. Román señala que “Ya está demostrado que diversificando la matriz energética (nuevos actores, fuentes de energía no convencional) se tiene una matriz más robusta y que ahorra en costos marginales”. Revise la columna completa más abajo.

Desde la misma unidad académica, el Profesor Ronald Fischer Académico Departamento de Ingeniería Industrial, comenta que cada año, el país requiere aumentar su capacidad de generación en unos 500MW para hacer frente al crecimiento de la economía y “que una reflexión más cuidadosa me mostró que no tenemos otra opción”. El Prof. Fischer agrega que “Si deseamos reducir el impacto ambiental, es necesario alcanzar rápido el desarrollo, para así tener la capacidad de destinar recursos a proteger el medio ambiente”. Revise la columna completa más abajo.

Por su parte Marcelo Olivares, Académico del Departamento de Ingeniería Civil, división Recursos Hídricos y Medio Ambiente, detalla que el proyecto genera múltiples impactos ambientales. “Sólo en el medio acuático, un proyecto de esta naturaleza altera el régimen hidrológico, el régimen sedimentológico y las características del escurrimiento, con la consiguiente alteración de la calidad del agua y el ecosistema”, manifiesta. Asimismo advierte que el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental no compensa la ausencia de una política energética, una de planificación territorial, o una de gestión integrada de recursos hídricos. Revise la columna completa más abajo.

Rodrigo Palma, Académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Director del Centro de Energía, expone tres escenarios para entender el proyecto desde una perspectiva amplia de desarrollo del país, buscando disponer de seguridad energética a precios competitivos. “Ciertamente, desde la academia me inclino por el escenario 3 de subsidio estratégico, entendiendo el desafío energético actual del país como una gran oportunidad para la innovación y desarrollo”, explica.


Mauricio Folchi y Enrique Aliste: Hidroaysén, un lamentable error

Mauricio Folchi, Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
En 1881, el gobierno chileno accedió a las pretensiones argentinas sobre la Patagonia, cediéndole voluntariamente una porción enorme de este territorio. ¿Por qué Chile tomó semejante decisión? Entre otras razones, porque nos encontrábamos en un momento de urgencia (la Guerra del Pacífico) que hacía difícil enfrentar el asunto con otra disposición y porque el conocimiento que teníamos sobre dicho territorio indicaba que no tenía mayor valor. Quienes tomaron la decisión, lo hicieron convencidos de que era lo mejor para el país. Hoy tenemos pocas dudas de que aquello fue un lamentable error de la diplomacia chilena y de la ciencia en la que ésta se apoyó.

Ahora debatimos acerca de otra decisión que afecta al territorio patagónico y que se toma, de nuevo, bajo la presión de la urgencia (la imperiosa necesidad de aumentar la generación de electricidad) y menospreciando los impactos ambientales que dicha iniciativa acarrea. ¿Qué dirán los chilenos del futuro sobre esta decisión? ¿Dirán tal vez que no supimos valorar adecuadamente esos paisajes, o esa reserva de vida que el proyecto alterará? ¿Dirán que nos dejamos presionar por una urgencia, más aparente que verdadera, que nos llevó a tomar una decisión desproporcionada, irreversible y equivocada?

Los promotores de Hidroaysén sostienen que el proyecto es “técnicamente” imbatible. El gobierno, por su parte, comprometido con una versión simplificada de la teoría del crecimiento económico (obcecada con el medio y desentendida del fin, que es el Desarrollo), asegura que el aumento de la capacidad de generación eléctrica es una necesidad imperiosa del país (lo decían también los gobiernos anteriores). La decisión del organismo regional que aprobó el proyecto, flanqueado por estas dos premisas, no constituye una sorpresa. De manera semejante a lo ocurrido en 1881, el conocimiento técnico a disposición de las autoridades y la urgencia instalada en (o desde) el gobierno nos conducen a la adopción de una medida que quizá el país termine lamentando en el futuro.

Los críticos del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) sostienen que éste está pensado para que proyectos como Hidroaysén consigan la aprobación. Lo ejecutivos de ENDESA, desde luego, no piensan lo contrario. Parecen estar honestamente convencidos de que su proyecto es sólido desde el punto de vista técnico, y el SEIA les ofrece suficientes garantías para hacer prevalecer sus argumentos. Y ese es, justamente, el principal defecto del sistema: que sitúa la deliberación ambiental dentro de un marco de pensamiento -un paradigma, digamos- donde la lógica técnica y la valoración económica simplificada predominan, y donde la reflexión ética, la mirada cultural, territorial, social e histórica tienen una voz inaudible. Con esas reglas del juego, proyectos como Hidroaysén, técnicamente bien pensados y además, aparentemente comprometidos con el desarrollo del país (o de la región donde se emplazan), tienen las mejores posibilidades de ser aprobados.

Enrique Aliste, Geógrafo de la Fac. de Arquitectura y Urbanismo.
Dentro de ese paradigma es difícil plantear objeciones sustantivas al proyecto. Pero si nos situamos fuera de él -en el paradigma de la sustentabilidad, por ejemplo- es difícil encontrarle razón de ser. Dentro del paradigma dominante, el crecimiento económico (en su versión más simplista) y la generación de energía resultan imperativos, como también la construcción de megacentrales hidroeléctricas o termoeléctricas por iniciativa de empresas privadas, que son las que terminan definiendo la matriz energética del país. Fuera de ese paradigma, en cambio, todo eso resulta prescindible o, por lo menos, no imperioso, y la irreversible pérdida del patrimonio natural de una parte de Aysén, constituye un lamentable error.

La pregunta que el país debe hacerse, no es si el proyecto de ENDESA está bien pensado o no. La pregunta que el país debe hacerse es si quiere preservar esa parte de la Patagonia o no. Y en esto, los opositores al proyecto tienen razón. Una decisión de ese calado no puede tomarla una empresa, ni fundarse en el conocimiento experto que ésta moviliza (el que incluye, nada menos que las proyecciones de la demanda energética del país y la cartografía de la zona), ni ser el SEIA el mecanismo mediante el cual dicha deliberación se lleve a efecto.

Lo ocurrido con Hidroaysén nos invita a tomar mayor conciencia del peso histórico y geográfico de estas decisiones y de la falibilidad de la ciencia, a cuestionar la idoneidad del diseño institucional frente a decisiones de carácter estratégico y de largo plazo, y a revisar el modo en que valoramos el patrimonio natural de la nación. Mientras no hagamos esto, seguiremos incurriendo en errores lamentables, como el de Hidroaysén.

Continua
Radio Universidad de Chile

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