miércoles, 25 de mayo de 2011

EN COLONIAS DE PINGÜINOS: Una garrapata prolifera en la Antártida con la subida de temperaturas



MADRID, 24 May. (EUROPA PRESS) -


El aumento de las poblaciones de garrapatas en algunas zonas costeras de la Antártida los años más cálidos puede ser un "excelente" indicador del cambio climático, según un grupo equipo internacional de científicos dirigido por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Según informa el CSIC, en los últimos 50 años se ha constatado un incremento en las temperaturas registradas en la Antártida y, en paralelo, se ha incrementado el número de garrapatas. Además, añade que la garrapata 'Ixodes uriae' se concentra "en gran número" debajo de las rocas en las colonias de pingüinos, lo que para el CSIC "no dejar de ser un problema".

"Esta garrapata actúa como vector de virus, bacterias y protozoos patógenos para los pingüinos y otras aves marinas de los ambientes antárticos", ha explicado. También advierte de que entre las "múltiples enfermedades" que puede transmitir está la borreliosis o enfermedad de Lyme, provocada por la bacteria 'Borrelia burgdorferi' y que afecta a los humanos y puede llegar a provocar artritis, trastornos cardíacos y neurológicos.

Por su parte, el investigador del MNCN Andrés Barbosa ha señalado que "hasta ahora sólo se conocía un enclave donde se encontraban las garrapatas en la Antártida y se pensaba que su distribución era muy restringida". "Sin embargo, nuestros resultados indican que tienen una distribución muy amplia y con gran abundancia en la región norte de la península Antártica, mientras que probablemente estén ausentes en el sur", ha añadido Barbosa.

Este patrón de distribución, según indica el CSIC, podría explicarse "por el transporte de los huevos de las garrapatas en las patas de las aves migradoras desde sus territorios de cría a las zonas de invernada". Además, el organismo también baraja otra hipótesis alternativa para justificar la presencia de garrapatas en la Antártida, que podría ser la deriva continental, mediante la cual estos artrópodos serían un vestigio de la fauna de la Era Terciaria.

Por otro lado, el CSIC apunta que la interacción entre parásitos y hospedadores tiene "importantes implicaciones" porque modela la dinámica evolutiva de las especies. En este sentido, precisa que las garrapatas se alimentan de la sangre de su hospedador y afectan de distinto modo a las aves que parasitan, ya sea provocando un retraso en el desarrollo de los pollos o su muerte y, más raramente, la muerte de adultos.

Finalmente, indica que aunque los microorganismos susceptibles de causar enfermedades "son comunes en la fauna silvestre, estas no siempre se manifiestan porque el sistema inmunológico de los animales hospedadores no lo permite". Sin embargo, añade, "si ocurre un cambio ambiental importante puede llegar a destruirse ese equilibrio y provocar enfermedades que pongan en peligro la supervivencia de las especies hospedadoras".

Este trabajo se ha realizado en colaboración con científicos de la Estación Experimental de Zonas Áridas, también del CSIC; del Instituto Antártico Argentino; la Universidad de Murcia y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentino.

EP

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