domingo, 9 de enero de 2011

Hermosa flor que adorna la Patagonia



Escrito por Hugo Pérez White


Los chochos son flores silvestres muy populares en Coyhaique y alrededores por su abundancia y rápido crecimiento y que con sus variados colores otorgan un aspecto especial a las planicies aledañas a los cerros que circundan la ciudad, constituyendo un espectáculo agradable en las retinas somnolientas de sus habitantes en estos días calientes de verano, acostumbrados a ver durante gran parte del año el velo blanco de la nieve que cubre la adormecida región en el invierno crudo y la espontánea efervescencia del amanecer primaveral con el efusivo verde de los campos conjugados en un maravilloso juego cerca de las noches estrelladas que brillan más fuertes, gracias a la prístina atmósfera que nos permite ver el parpadeo de su inocencia nocturna.


Surgen radiantes los chochos altivos y desafiantes bordeando los caminos ofreciendo un halagador cuadro paisajístico encumbrados en sus fornidos tallos que cada vez se yerguen más para otear el horizonte, cubriendo su esbelto cuerpo con ropaje de colores diversos de hojas cuneiformes y suaves pétalos que se adhieren a su sólida estructura.


Rosados, blancos y morados hacen la policromía ideal de un arco iris terrenal o para aparentar un inmenso choapino extendido en la bella patagonia. El chocho cambia el paisaje donde nada es permanente ni estático. El color, la forma, la figura, el tamaño y los colores se desfiguran al vaivén del viento, la escarcha, la nieve y la lluvia. Todo se conjuga en un solo acto de amor y este regalo maravilloso de la naturaleza, permite gozar de ella con las cuatro estaciones del año en un mismo día.


La rutina se quiebra cuando los “chochos” se empinan hacia el cielo buscando sigilosamente los palillos para tejer su poncho de mil colores y nos invita con su halo mágico a recorrer los campos cuyo paisaje cobra nueva vida, dándole otra dimensión al ego artístico que todos llevamos en nuestro interior.


Al pretender jugar con los chochos multicolores, éstos se convierten en una larga y mullida alfombra para el paso de los hijos de su tierra que por ella avanzan, tomados de la mano y pisando suavemente los pétalos expandidos en el suelo, con mucho cuidado y dulzura buscando con optimismo el futuro promisorio que tanto anhelan.


Los niños que se van abriendo camino hacia el futuro, dejan caer algunas lágrimas furtivas al abandonar su tierra, depositando en alguna flor la simiente necesaria para seguir viviendo y continuar alegrando la vida de nuestros verdes campos.


Sus colores van desde el blanco al azul intenso llamando mucho la atención los azulados y rosados los cuales se dan muy bien en regiones templadas y zonas subtropicales y en la patagonia ha tenido una excelente adaptación y aceptación, logrando hermosear el paisaje y ya es considerada como una reina en la flora regional.


Repuertero

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