09/12/10 Los cables secretos hablan de aparentes negociaciones por reclamos territoriales en el Polo Sur.
Un inmenso misterio rodea a un supuesto acuerdo de 2004 entre Argentina, Estados Unidos y otras potencias del mundo sobre la Antártida y el Atlántico Sur, según refiere uno de los cables filtrados por WikiLeaks, y conocidos la semana pasada. El más resonante habla de un presunto reconocimiento por parte del ex canciller Jorge Taiana de que “el abandono de lo acordado” se debía a problemas de agenda electoral interna.
Clarín intentó ayer sin éxito ubicar a Taiana, jefe de la Cancillería entre fines de 2005 y mediados de este año. Por su parte, su antecesor en el cargo, Rafael Bielsa negó a este diario “cualquier tipo” de conversación bajo su gestión para “coordinar” con Gran Bretaña una acción “relacionada a los derechos argentinos en la Antártida que se desacoplara del tema Malvinas”.
Pero la lectura del telegrama filtrado por WikiLeaks -que tampoco revela contenidos-, sugiere pistas. Bielsa dice que la información filtrada “puede ser” una “mezcla entre dos situaciones. De esta manera, el ex canciller reveló a Clarín que efectivamente, bajo su gestión hubo un preacuerdo entre Londres y Buenos Aires para que un avión -no necesariamente de bandera nacional- volara semanalmente de Buenos Aires a las islas. Y que fue fruto de la mayor flexibilidad que en algún momento ofrecieron los británicos después de que, en 2003, Néstor Kirchner prohibiera los charters de Lan Chile, y eliminara un waiver para sobrevolar el espacio aéreo argentino. Desde entonces los vuelos a las islas deberion pedir permiso para hacerlo. El acuerdo murió cuando algo de esto trascendió a la prensa. Bielsa decía ayer que los telegramas de WikiLeaks también podrían estar hablando de la pulseada diplomática para lograr que Argentina fuera sede de la Secretaría Antártica, a lo que siempre se habían negado los británicos.
Sin embargo, el ex diputado Mario Cafiero dio por hecho la existencia de un acuerdo, “explícito para las partes”, pero “secreto para la ciudadanía entre los gobiernos de Argentina, EE.UU. y otras potencias por la Antártida y el Atlántico Sur y de otro “con el Reino Unido para “que el conflicto (por Malvinas) no se extienda a otros temas de la relación bilateral.” En ese sentido vale recordar una movida británica, radicalmente opuesta a la Argentina, y que sí involucra a EE.UU. Los británicos pidieron primero a la Comisión de Límites marítimos de la ONU que extendieran la plataforma continental de las islas del Atlántico Sur, pero no de la Antártida, sobre lo que se reservaron el derecho de hacerlo en el futuro. Por acuerdo en el Tratado Antártico, ningún país tiene la soberanía del continente blanco. Pero cuando Argentina reclamó su extensión de plataforma, metió a todas las islas y al Sector Antártico Argentino, que se superpone con el británico.
Los mensajes sobre Malvinas
Son al menos seis los cables en que diplomáticos estadounidenses abordan el conflicto entre el Reino Unido y Argentina por Malvinas. En varios se manifiesta la preocupación de Washington por el “cambio de lenguaje” experimentado en Argentina, es decir por el endurecimiento de las políticas hacia los kelpers y su impacto en las empresas de EE.UU.involucradas en la exploración petrolera en las islas. Uno de los cables menciona al embajador Anthony Wayne en su despedida ante el ex canciller Taiana. En él se dice que la Argentina en lo referente a la Antártida ante la ONU, “ha abandonado el lenguaje específico acordado”.
Clarín
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