El oficial de la Fach relata la experiencia de haber vivido cuatro años de su vida junto a su familia en el continente blanco.
“Terminamos amando sin darnos cuenta”, relata el escritor Albert Camus en su novela “La Peste”.
Es este un hecho ineludible de la vida cotidiana en las ciudades modernas, en las cuales el trabajo, los estudios o el ocio absorben a cada cual en su rutina.
Sin embargo, la realidad de aquellos oficiales de la Fuerza Aérea que junto a sus familias, deciden irse a vivir al continente antártico rompe este esquema. En este sentido, el comandante de Escuadrilla Carlos Eduardo Madina Díaz, que ha vivido en dos ocasiones en el continente blanco, define su experiencia como un “estilo de vida”. Casado con Celeste Sandoval y padre de Camila de 14 y de Carlos de 12 años, Madina se ha desempeñado durante dos periodos de dos años cada uno en la Base Presidente Eduardo Frei Montalva. Es así que durante los bienios 2005 -2006 y 2009-2010, este oficial de la Fuerza Aérea cumplió funciones en la Antártica.
“Desde el punto de vista familiar uno está las 24 horas del día destinado al trabajo de la base y con la mente puesta en ello”, sentencia Madina.
Pero como en todo lugar la vida sigue para todos, no obstante, en el blanco indisoluto el grupo familiar se afianza. Y es así, que en la soledad del eterno día y la perpetua noche, los niños asisten a la escuela de Villa Las Estrellas, las mujeres se preocupan de las labores domésticas del hogar, acompañan a sus maridos... Pero, trabajo hay, de eso no cabe duda.
Rescates y emergencias
Tal como se anuncia en el párrafo anterior, pese a lo grata que es la vida con la familia en los hogares de Villa Las Estrellas, no siempre es así en la base; los oficiales y el resto del personal de la dotación deben enfrentar emergencias. En este sentido, Madina cuenta que como el piloto más antiguo durante el año 2005, le tocó dirigir y coordinar el rescate de una tripulación argentina que cayó a una grieta de alrededor de 200 metros de profundidad, en un operativo que culminó 25 días después cuando fueron encontrados los cuerpos de las víctimas.
En estas condiciones aflora lo mejor de cada hombre sin importar qué nacionalidad porten. Al respecto, Madina comenta algo bastante particular que se produjo con los rescatistas argentinos que llegaron a solicitar asistencia a la Base Presidente Eduardo Frei, cuyos efectivos como se mencionó, se encargaron de trasladar a los rescatistas hasta el lugar del accidente. Mientras ello ocurría, se produjo otro accidente, pero esta vez en la Base General Bernardo O’Higgins, pertenenciente al Ejército, a la cual acudió contingente argentino a colaborar con su experiencia y capacidades, aunque lamentablemente en esta emergencia, también se reportaron militares fallecidos.
En otro plano, durante su estadía el comandante Madina coordinó con la Armada de Chile la recepción de 120 personas procedentes de un buque varado, en dependencias de la Base Frei, en la cual tuvo que pernoctar la comitiva, para ser trasladada al continente por medios argentinos.
En este sentido, Madina comenta que deben convivir a diario con una base rusa, cuyas dependencias están contiguas a las de la base chilena. Además, a sólo un kilómetro se encuentra la Base “Gran Muralla”, administrada por China, mientras que a dos se encuentra la Base Artigas, perteneciente a la República Oriental del Uruguay, asimismo hay otras bases chilenas. Las cuales en conjunto forman una especie de poblado internacional, con una gran variedad de lenguas y fenotipos. “A pesar de que son culturas diferentes, el hecho de estar en la Antártica donde todos vivimos los mismos problemas, permite una camaradería arraigada”, manifiesta el comandante Madina.
Celebraciones y festividades
Cierto es que el trabajo impone sacrificios, pero no por ello privaciones; en la Antártica, así como en cualquier otro lugar del mundo, se celebra cuando corresponde hacerlo, en Navidad por ejemplo, ocasión en la que la tradición del Viejito Pascuero está acorde con el ambiente, por lo que los niños viven esta fiesta de una manera muy especial. En tanto, la dotación que va sin sus familias vive la Nochebuena de una manera muy emotiva. “Indudablemente como base hacemos un evento en conjunto, pero en lo particular cada uno tiene sentimientos encontrados”, señala Masle.
Otros hechos que rompieron la rutina fueron la visita del Príncipe Rainiero de Mónaco, la llegada de la Comisión Antártica Chileno-Argentina y la celebración del Bicentenario el pasado 18 de septiembre. Estos días hoy ya son anécdotas de vida, que de seguro algún día el comandante Madina contará a sus nietos. Entretanto, más de una lágrima recorrerá sus ojos... Tal vez un abrazo nostálgico de los padres de estas criaturas.
El Pinguino
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