domingo, 13 de septiembre de 2009

Tecnología espacial para salvar la Antártida


La plataforma espacial Cryosat 2 -obra de la Agencia Europea del Espacio que se presenta mañana en la localidad alemana de Ottobrunn- tomará imágenes tridimensionales del manto helado que cubre los Polos para averiguar cuál es su verdadero ritmo de destrucción.
JUAN PONS
Los hielos polares se derriten de forma lenta pero inexorable. La alarma saltó en abril de 2002 cuando la gigantesca placa de hielo ‘Larsen B’ se desintegró en el océano Antártico. Nada menos que 3.240 km² con una antigüedad de unos 10.000 años desaparecieron en tan solo 35 días.
Otras nueve grandes plataformas heladas se habían fundido en los últimos 50 años, todo lo cual llevó a la pérdida de 24.000 kilómetros cuadrados de hielo, lo que equivale a la mitad de la superficie de Aragón. Y los estudios más recientes arrojan datos preocupantes: la Antártida pierde cada año alrededor de 152 km³ de hielo, lo que supone un aumento del nivel del mar de unos 0,4 milímetros.

Los últimos informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU (IPCC) recogen que la temperatura de la península antártica ha subido nada menos que 3º centígrados desde 1950. Este sustancial incremento provoca que los hielos se derritan a mayor rapidez de la habitual y aumente el nivel de los mares lo que, a largo plazo, provocaría la desaparición de numerosas islas y anegaría gran cantidad de poblaciones costeras en el mundo. Según Ricardo Jaña, glaciólogo del Instituto Antártico Chileno, la pregunta que la comunidad científica internacional se formula no es otra que ¿con qué rapidez se va a producir el colapso que se avecina?.

Para responder con rigor a esta y otras cuestiones que ponen en juego la supervivencia de la humanidad, mañana se presenta en sociedad el satélite europeo Cryosat 2. La ceremonia tendrá lugar en la ciudad alemana de Ottobrunn, en las cercanías de Munich, donde la compañía germana IABG ha llevado a cabo rigurosos los ensayos térmicos y estructurales finales de los sistemas de a bordo, antes de que este ingenio de la Agencia Europea del Espacio (ESA) sea trasladado a Rusia para su puesta en órbita a finales del presente año.

El Cryosat 2 es una plataforma espacial cargada de avanzados radares y equipos de alta tecnología, cuya misión es medir con precisión milimétrica los más leves cambios que se produzcan en el grosor de los casquetes polares, los glaciares y las masas de hielo que flotan por mares y océanos, hasta los 88º de latitud.

Emplazado a una altura de 717 kilómetros, su vida en el espacio va a ser de escasamente tres años pero, durante esos 36 meses, Cryosat 2 va a proporcionar datos concluyentes sobre el ritmo al que se deshace la cubierta de hielo que cubre de forma perenne las regiones másfrías de nuestro planeta.

Construido por Eads Astrium en Alemania, con importante participación de empresas españolas -Eads Casa Espacio, Sener, GMV, Thales Alenia Space España, Crisa, Iberespacio- el sistema neurálgico de ‘Cryosat 2’ es su sofisticado sistema de detección. Consiste en un radar interferométrico de apertura variable denominado Siral que, equipado con dos altímetros, ofrecerá imágenes tridimensionales de alta resolución que permiten dibujar la minuciosa topografía de los hielos polares en busca de la más ligera variación en el grosor de los hielos.

En el meollo del programa Cryosat han aportado su buen hacer varios españoles. Entre ellos Ardani Medina, un ingeniero canario responsable de la validación del software y de los sistemas de control de tierra, un puesto clave para la buena marcha de la misión. Volcado en el programa desde 2003, dice que lo que más le gusta es implicarse “en los muchos y diferentes aspectos de la misión”.

También está Isabel Rojo, una ingeniera aeroespacial madrileña que está al frente del buen funcionamiento de los equipos que embarca el ingenio. Se dice “apasionada” de Cryosat, porque los datos que obtenga “serán beneficiosos para todo el mundo”. Otro español involucrado es Miguel Ángel Martín, un granadino que trabaja en Darmstadt (Alemania), en el Departamento de Dinámica de Vuelo de la ESA. Su labor es definir y calcular la órbita correcta que debe seguir el satélite en el espacio.

La contribución de Cryosat 2 es decisiva porque existen datos contradictorios sobre si la disminución del grosor y la extensión de los hielos de la península Antártica se debe al calentamiento global o de otras condiciones específicas de la zona. Estudios del profesor David Vaughan, glaciólogo de la Universidad de Cambridge, concluyen que el espesor de la zona occidental de la Antártida disminuye 0,9 centímetros al año. En cambio, el grosor de la Antártida oriental, de mayor tamaño, aumenta en 1,8 centímetros cada año. Los satélites europeos ‘ERS-1’ y ‘ERS-2’ rastrearon el 70% de la Antártida y determinaron que, entre 1992 y 2003, había ganado cerca de 45.000 millones de toneladas de hielo.

Se sabe que las lluvias incrementan la capa de hielo, así que la clave está en descubrir si es más el hielo que se suma periódicamente a los Polos o el que se pierde. Cryosat 2 dará la respuesta.
Heraldo de España

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