lunes, 10 de agosto de 2009

El petróleo, en la mirada de Lestido

La fotógrafa presenta el trabajo realizado en distintos campamentos de la meseta patagónica


Susana Reinoso LA NACION

La fotógrafa argentina Adriana Lestido, reconocida a estas alturas por la calidad de su obra fotográfico-artística, acaba de inaugurar un registro documental titulado "Petróleo", que recoge momentos en campamentos petroleros de la Patagonia.
Convocada por YPF, en las cercanías del pueblo de Las Heras, al norte de Santa Cruz, en Comodoro Rivadavia y otras pequeñas localidades patagónicas, Lestido trabajó durante una semana.
Es su primer trabajo con hombres, dice Lestido, en diálogo con LA NACION, durante una recorrida por la exposición, que consta de 50 fotos. La muestra se abrió ayer en el hall central del monumental edificio que la compañía acaba de estrenar en Puerto Madero. Permanecerá hasta el 4 de septiembre próximo y puede visitarse de 10 a 17, en la calle Macacha Güemes 515.
Las imágenes de Adriana Lestido tienen alma. Cuentan historias de gente que trabaja, sufre, sueña, espera o se ríe como cualquier mortal, pero dejan de serlo cuando su cámara fotográfica los capta.
En esta oportunidad, el tema no es el amor ni las mujeres presas, ni la relación madre-hija ni las geografías silenciosas capturadas por su lente con tanta sensibilidad. El tema es el petróleo, el oro negro que cada día pone al mundo en movimiento, y es la razón última conflictos y guerras en Africa y Medio Oriente, pero desde los hombres sin rostro que trabajan en su explotación. Petroleros y naturaleza
La obra de Lestido había abordado, hasta hoy, temáticas femeninas desde una perspectiva femenina. En su revelador trabajo con mujeres presas en la cárcel de Ezeiza, Lestido solicitó permiso para vivir y dormir en la cárcel. Pero le fue denegado por razones de seguridad.
La fotógrafa se internó esta vez en la meseta patagónica, un espacio donde no parece haber horizonte. El clima es tan rudo como el trabajo que realizan los hombres que trabajan en los pozos petroleros.
"Me encantó poder trabajar en libertad total. Fue un ritmo intenso. Estos trabajadores vienen de todas partes del país. Y es muy fuerte la camaradería que nace entre ellos. Hay algo notable en la conexión que tienen con la naturaleza", comentó la fotógrafa, que tuvo que respetar las medidas de seguridad impuestas en las zonas petroleras.
Y destacó que esos hombres son conscientes de que se explota un recurso no renovable.
En esa meseta desangelada apenas habitada por el viento, los trabajadores del petróleo tienen un profundo respeto por la naturaleza. Contó la fotógrafa: "Eso se nota en la forma como hablan de la tierra. Me encantó el paisaje de esa estepa patagónica".
La exposición en blanco y negro está organizada como si se tratara de un día en la vida de esos trabajadores. La interacción entre naturaleza, hombre y trabajo atraviesa la muestra desde el inicio. En la soledad del sur argentino, la silueta de una cigüeña o bomba extractora solitaria marca el comienzo de las cosas. De inmediato, se muestra la vida de la gente: sus momentos arduos de trabajo, la naturaleza indómita, los instantes de descanso.
Las fotos remiten, por momentos, a un sistema laboral que parece de otra época. Los hombres marcan a pie el terreno sujeto a explotación, manipulan materiales pesados. "Conocen los riesgos. Un inspector me contó que, a raíz de un accidente hace unos años, ellos lo sintieron como una protesta de la tierra", dice la fotógrafa.
Y hay algunas imágenes graciosas, como la del cocinero que asoma de su trailer, con su atuendo completo, incluidos gorro y barbijo. Pero el detalle es que el trailer y el hombre están solos en el escenario de una inmensidad deshabitada, donde sólo el silencio tiene voz propia.


La Nación, Argentina

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