Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito". Así rezaba el anuncio que Ernest Shackleton publicó en la prensa para reclutar a los 26 hombres (luego se les coló un polizón en el Endurance, que, pobrecito, tuvo que pasar dos años rodeado de hielo) para su aventura antártica de 1914. Gente que arriesgó todo por alcanzar un punto donde reina la nada. Un espacio blanco igual de solitario y crudo que el resto del universo helado que le rodea. El Polo Sur que no llegarían a pisar.
Cabe preguntarse por qué. "Porque está ahí", podrían haber contestado en esa frase clásica que airea siempre la gente de la aventura. Por el puro placer de ir más lejos, de sentirse más vivos, de soportar la soledad en condiciones extremas y consolarse con el aliento y la mano del compañero cuando todo parece hundirse. Héroes que podrían ser de cómic u ocupar páginas de libros de Julio Verne y que siguen respirando el espíritu de Amundsen o Scott. Gente como Ramón Larramendi, Ignacio Oficialdegui y Juanma Viu, que idearon durante seis años un catamarán polar impulsado por una cometa con el que atravesaron la Antártida (4.500 km). Gente de otra pasta. Benditos locos que persiguen la nada en la era de Internet.
Jesús Mínguez
07/08/2009
as.com
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