Su legado hoy es, en ambos casos, Patrimonio Mundial y comparte muchos de los riesgos que ponen en peligro la preservación de la manifestación artística más duradera en el tiempo y más extendida en el planeta: el arte rupestre, advierte la UNESCO.
Ese es el mensaje que el Ministerio de Cultura español y el Comité de Patrimonio Mundial están trasladando esta semana a los 39 adolescentes que participan en la tercera edición del Foro Juvenil Iberoamericano de Patrimonio, dedicado este año al arte rupestre.
Estos 39 chicos -procedentes de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Uruguay, Portugal y España- van a tener la oportunidad de charlar por videoconferencia con el Comité de Patrimonio Mundial, reunido en París, y también de visitar varios de los yacimientos de los dos conjuntos de pinturas rupestres más importantes de España: el Cantábrico y el Mediterráneo.
"Queremos que los chicos entiendan qué es el patrimonio, que lo sientan como propio. Para que se conciencien de que hay que protegerlo y conservarlo, lo mejor es conocerlo", ha explicado a Efe la subdirectora general de Protección de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura, Ángeles Alastrué.
Este foro juvenil cuenta demás con el apoyo de la UNESCO, institución que está convencida de que la mayor amenaza para la conservación del patrimonio "es el desconocimiento".
"Por eso iniciativas como esta son importantes para que el mensaje que intentamos trasladar tenga un efecto dominó gracias a los jóvenes en todos los continentes", ha señalado la responsable del Programa de Prehistoria y Patrimonio Mundial de la UNESCO, Nuria Sanz, que ha pronunciado la conferencia de apertura del encuentro.
Nuria Sanz, formada en los yacimientos del norte de España, ha explicado a estos estudiantes los puntos comunes que pueden encontrar entre el arte rupestre que van a contemplar en Cantabria, Asturias y Aragón con el que pueden ver en sus países en lugares como la Serra de Capivara (Brasil), la Cueva de las Manos (Argentina) o el valle de Côa (Portugal).
En Altamira, estos chicos han participado en los talleres de arqueología experimental que organiza el Museo, han pintado bisontes con las técnicas de la Prehistoria y han aprendido que el aerógrafo se utiliza desde hace miles de años tanto en la Patagonia como en Europa para dejar la impronta de la mano en negativo.
"Fue difícil para nuestros antepasados: la pintura, el carbón...
no había pinceles, pero se daban forma para pintar estas figuras, como las que hemos visto en Altamira. Pienso que los hombres que pintaban los bisontes tenían alto potencial artístico", asegura Alexander Bustamante Chamba, de Alamor (Ecuador).
Este joven ecuatoriano se ganó su pasaje a este Foro Juvenil del Patrimonio con un trabajo sobre el Bosque Petrificado de Puyango y hasta esta semana, no había oído hablar de Altamira.
Sí sabía de su existencia, en cambio, Teodoro Rafael Alarcón Martínez, un estudiante de Puerto Ingeniero Ibáñez (Chile) que ya tenía por afición en su país salir a explorar los muros con pinturas rupestres que también hay en la Patagonia chilena.
Alarcón se atreve incluso a comparar: "Se parecen las manos en positivo y negativo, nada más. Pero bisontes no tenemos en la Patagonia, no se pintan. Allí se pinta por lo general la guanaca".
EFE
ABC
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