Hace 12.000 años aproximadamente, el hombre dejaba los primeros indicios de su vida en la Patagonia. En un medio ambiente inhóspito el guanaco y el ñandú habrían sido su fuente de alimento; sin embargo, investigadores de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco analizan la posibilidad de que los primeros habitantes hayan incorporado otros recursos para su subsistencia.
Sobre el tema, el director de la investigación, Julián Eduardo Moreno, docente de la cátedra "Historia de América I" de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de la Patagonia, afirma que "en un ambiente de escasos recursos como la estepa Patagónica, las posibilidades de ampliar la dieta alimentaria por parte de los primeros habitantes eran escasas".
Moreno, busca indicadores de diversificación económica prehistóricas en las cuencas de los Lagos Musters y Colhue Huapi. Sostiene que la abundancia de restos de guanacos en los sitios de estudio debió haber estado complementada con otros recursos como podrían ser los peces.
La investigación requiere explorar aquellas áreas o microambientes, donde sea posible disponer de otros recursos alimenticios. Tal como sucedió en la costa norte de Santa Cruz, cuando en 2003, se hallaron evidencias de ocupaciones humanas junto a vestigios de un uso importante sobre los recursos marinos, en particular moluscos y peces. En aquella oportunidad también se localizaron restos de animales menores, sobre todo aves.
"Es difícil encontrar en los lagos del centro sur de Chubut, el mismo tipo de sitios arqueológicos y de las mismas proporciones que se encuentran en la costa Atlántica", comentó Hugo Pérez Ruiz, antropólogo y codirector del proyecto de investigación.Los trabajos que con anterioridad realizaron investigadores como Molina y Bórmida, entre otros, demostraron la existencia de abundantes restos de peces asociados a fogones en proximidades del nacimiento del Río Chico en el lago Colhué Huapi.
"En dicho lugar se produjo el hallazgo de arpones construidos en huesos de mamíferos terrestres a orillas del mismo lago, los cuales estarían destinados a la captura de nutrias o coipos", relató Pérez Ruiz.
Por lo tanto, los lagos habrían ofrecido la posibilidad de una explotación económica alternativa al uso del guanaco y el ñandú.
Entre los puntos de interés de los sitios arqueológicos cercanos a la cuenca de los lagos están presentes el análisis de restos vegetales, al igual que estudios de fauna menor, restos materiales y artefactos vinculados al aprovechamiento de los recursos del medio. Con este objetivo, el estudio incluye la distribución y densidad de estos recursos.
Los investigadores buscan indicadores de intensificación y diversificación económica indígena dentro del marco ambiental de la patagonia continental. Teniendo en cuenta la escasa información arqueológica referida al Lago, se planteó la ubicación de sitios arqueológicos estratigráficos donde la conservación del material óseo se encuentra en buen estado en función de las características de destrucción que presentan los animales pequeños por el proceso erosivo.
"Los trabajos de prospección en la zona inmediata a la costa actual, permitieron hallar más de 75 sitios arqueológicos. Se ubicaron además, 17 sitios en la localidad de Bajo del Avestruz y 40 sitios con fogones en el Delta del Arroyo Vulcana. En la zona inmediata a la costa, se hallaron 54 sitios en médanos o vinculados a ellos", comentó Pérez Ruiz.
Con los trabajos de prospección se cubrieron 150 Km. que constituyen aproximadamente el 80 % del perímetro de los lagos, incluyendo la Laguna de la Flecha, un extenso cuerpo de agua ligada a éste. La mayor parte de los sitios son pequeños y poco densos.
En la cuenca del lago Musters se hallaron restos de coipos y peces. Estos últimos son los que presentan mayores problemas para el análisis requerido ya que la densidad de sus huesos es muy inferior a la de los restos de mamíferos. Precisamente, el tamaño y tipo de los restos dificulta la tarea de encontrar marcas de procesamiento.
Por otra parte, resultan llamativas las características que poseen los artefactos hallados en los diferentes sitios en los cuales se destacan los elementos de molienda y las puntas de proyectiles pedunculadas y apedunculadas, al igual que objetos en cerámica.
Desde el punto de vista estratigráfico, los sitios con restos de artefactos cerámicos, correspondientes al período considerado tardío, fueron datados en 1.500 años.
Cabe agregar que los estudios se efectúan en zonas de impacto antrópico ocasionados por los movimientos de tierra a gran escala, ya sea por la construcción de caminos y las estructuras ligadas a maniobras militares, sumado a la intervención de coleccionistas.
Los resultados preliminares de la investigación marcarían una diferencia entre las depositaciones antrópicas y las naturales. Asimismo, está en marcha un experimento a largo plazo que permitirá interpretar la presencia de los restos de peces.
El equipo interdisciplinario que dirige el profesor Julián Eduardo Moreno, está conformado por docentes de distintas disciplinas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco pertenecientes a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, alumnos y docentes de Historia, de la Facultad de Ciencias Naturales, alumnos y docentes de geología, e investigadores del CENPAT (Centro Nacional Patagónico) y de la UNPA (Universidad Nacional de la Patagonia Austral).
(Fuente: Diario Crónica)
La Jornada
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