Australia se unió a Nueva Zelanda el jueves para investigar una colisión en alta mar entre una embarcación de activistas contra la caza de ballenas y una japonesa dedicada a esa actividad, pero se negó a enviar un barco para patrullar el océano Antártico.
La decisión se produce después de que los activistas prometieran librar una "guerra ballenera".
Canberra ha pedido moderación a todas las partes después de que la moderna lancha Ady Gil, de la Sociedad de Conservación Sea Shepherd, perdiera la proa en una colisión con el barco japonés Shonan Maru No. 2 y se quedara a la deriva cerca de la Antártica.
"Me preocupa profundamente. Está claro que los ánimos se están caldeando y que hay vidas en riesgo", dijo la primera ministra adjunta de Australia, Julia Gillard.
"Me parece un milagro, habiendo visto el vídeo, que no se hayan perdido vidas", puntualizó.
Nueva Zelanda, donde está registrada la Agy Gil, ya ha iniciado una investigación sobre el choque y Gillard señaló que el organismo australiano de seguridad marítima emprendería una segunda investigación que podría llegar a los tribunales si no se declara responsable a ninguna de las partes.
En Tokio, un portavoz del Gobierno japonés dijo que habían presentado una reclamación oficial ante el Gobierno neozelandés.
"El Gobierno japonés considera esto como extremadamente lamentable", dijo el secretario jefe del gabinete, Hirofumi Hirano.
Los enfrentamientos entre balleneros y activistas se han convertido en algo habitual de la caza anual, que se produce en aguas antárticas reclamadas por Australia pero cuya soberanía no reconoce Japón.
Gillard puntualizó que el incidente se produjo justo fuera de la zona económica exclusiva de Australia.
LOS ACTIVISTAS PIDEN PROTECCIÓN
El fundador de Sea Shepherd, Paul Watson, a quien Japón ha definido en el pasado como un "eco terrorista" pidió protección de la marina australiana para su flota de protesta, que ahora ha quedado reducida a dos barcos.
"Ahora tenemos una verdadera guerra ballenera en nuestras manos y no tenemos intenciones de retirarnos", expresó.
Los ecologistas acusan a Australia de ser suave con sus amenazas de presentar un recurso contra la caza de ballenas en un tribunal internacional para no dañar sus relaciones comerciales con Japón, que mueven unos 58.000 millones de dólares.
La oposición australiana y los legisladores ecologistas dijeron que el Gobierno debería enviar inmediatamente una embarcación de vigilancia aduanera a la zona para aliviar las tensiones.
"Éstas son aguas australianas. Australia no sólo tiene derecho, sino la obligación de vigilarlas", dijo el jueves el líder del partido ecologista australiano, Bob Brown.
A principios de 2008, Canberra envió un rompehielos aduanero a las aguas antárticas para supervisar a la flota ballenera y recoger pruebas en vídeo y fotografías para preparar un caso legal.
Pero Gillard dijo que Australia no volverá a enviar un barco de patrulla, argumentando que la maniobra de 2008 no logró "influir sobre esta práctica".
Ambos países acordaron en el pasado excluir sus diferencias sobre la caza de ballenas de sus relaciones diplomáticas para evitar dañar sus estrechos lazos en seguridad y sus prolongadas negociaciones para un acuerdo de libre comercio.
Australia ha logrado proteger sus importantes relaciones comerciales en Asia de tensiones bilaterales periódicas, en especial en el caso de la detención de un directivo minero australiano en China en 2009.
Público de España
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