viernes, 17 de febrero de 2012

Continente Antártico

2012 FEBRERO 8
por Janire Prudencio
¿Cómo os imagináis el continente antártico? ¿Con mucha nieve? ¿Con muchos icebergs? ¿Invadido por pingüinos? Pues así me lo imaginaba yo… Los únicos que me han fallado han sido los pingüinos emperador (Sí, sí… ¡Los de Happy feet!), pero os puedo asegurar que no he parado de ver otras especies de pingüinos, ¡ya os contaré!

En total he estado 5 días a bordo del buque oceanográfico Las Palmas, recorriendo los sitios más turísticos de la península antártica. He decidido dividir este viaje en varias etapas, para no acabar un millón de fotos en cada post…y creedme, ¡va a ser dura la elección!

Salimos el día 1 de febrero de mi querida Isla Decepción y pusimos rumbo a península Byers, donde recogimos a los científicos del proyecto Permaplanet, que trabajan con el permafrost. Y de ahí pusimos rumbo a la isla Livingston, a la base española Juan Carlos I, ya que había científicos a bordo que tenían que empezar sus labores científicas allí. Cuando los despedimos, cual fue nuestra sorpresa a darnos cuenta que estábamos rodeados por nada más y nada menos que por 10 ballenas jorobadas. Fue impresionante verlas tan de cerca. Sus lomos, sus bufidos que se perdían en el aire, sus saltos, sus inmensas bocas abriéndose para alimentarse…hemos sacado muchas fotos, pero sin duda ninguna pudo plasmar el entusiasmo y la alegría con la que recibíamos cada emersión de las ballenas, parecíamos unos niños pequeños en el día de Reyes. Sin duda fue un espectáculo que difícilmente podremos olvidar…



El día siguiente y contrariamente a lo que decían las previsiones, se despertó con ventisca. El viento y la nieve…la nieve y el viento… Lo que podía haber sido un maravilloso día en la Base argentina Primavera… lo fue. Creo que cuando estás en la Antártida, da igual que nieve, que haga frío, es tan impresionante lo que tienes ante tus ojos que todo se vuelve mágico. Así que nos pusimos nuestros trajes de supervivencia en aguas heladas (los mustang, viking o “teletubies”, ¡otro día os hablaré de esto!) y nos montamos en la zodiac. La llegada a Caleta Cierva no fue de las mejores, tuvimos que esquivar icebergs y atravesar el brass (pequeños trozos de iceberg) y por fin, desembarcar en la Base Primavera. Nos recibieron genial, nos dieron té, café y algo caliente y nos ayudaron a transportar todo el material al emplazamiento de la estación sísmica.


Os había dicho que habíamos venido hasta aquí para hacerle el mantenimiento a la estación. Iba a ser una cosa fácil: cambiar baterías, colocar unas cajas de conexiones y monitoreo nuevas, sellar todo con silicona y listo… Pero no, no fue tan fácil. Nos encontramos con que había entrado agua en la caja de baterías y. por tanto, todas las baterías, sistemas de adquisición, cableado y gps (en el anterior post os contaba para que sirve para cosa, ¡¡echadle un ojo!) que teníamos allí debían ser reemplazados, además de intentar secar bien bien la caja para que el nuevo material no cogiese humedad y se mantuviera lo más seco posible.

Después de 4 horas trabajando bajo la ventisca, pudimos conectar el sistema de alimentación y comprobar que todo estaba en marcha, ¡bien! Únicamente nos faltaba el disco duro de registro, pero teníamos que configurarlo, así que como ya era hora de comer, decidimos dejarlo para después. Nuestros pies y sobretodo nuestros dedos de las manos nos lo agradecieron. Comimos en la base argentina, el cocinero Ramón nos había invitado a comer a todo el personal que habíamos desembarcado y no pudimos rechazar su oferta. El cocido que nos hizo, algo así como unas alubias blancas y un melocotón en alminar con dulce de leche, nos vino genial para retomar nuestro trabajo. Configuramos el disco y nos fuimos corriendo a la estación, el tiempo empeoraba, la ventisca era cada vez más fuerte, así que no había tiempo que perder.

Conectamos el disco y mi compañero Jose Ángel empezó a dar esos pequeños pataleos que damos los sismólogos para comprobar que el sensor y el sistema de adquisición funcionan. ¡Y ahí estaban! ¡Estaba viendo sus pisadas! ¡Todo estaba correcto! Empezamos a dar saltos de alegría, porque tal y como nos encontramos por la mañana la estación, no nos creíamos capaces de poder ponerla en marcha… Y obviamente volvimos a mirar que nuestros saltos habían sido registrados. Todo en orden, nos cogimos las pistolas de silicona y empezar a tapar todos los sitios por donde pudo entrar el agua, aunque si os digo la verdad, aún no tengo ni idea de por donde entró…

Y así acabó nuestro día, con el frío metido en el cuerpo, pero con la satisfacción de un trabajo bien hecho.


Una científica vasca en la Antártida

Correo


Continente antártico II


2012 FEBRERO 17
por Janire Prudencio

Después de disfrutar de la base Primavera volvimos a Las Palmas. Había sido un día intenso, como os conté en elprimer capítulo sobre el continente antártico y nunca agradecí tanto montarme en el barco como aquel día. A bordo la cena es a las 19.30 (hay un turno a las 20.30, pero nosotros estábamos en el primero) y llegamos justo para cenar. Cenamos, repasamos algunos correos y nos fuimos a dormir. Llevábamos un día de adelanto, por lo que podíamos permitirnos el lujo de ir a visitar alguna base de la península antártica. Así que durante la noche seguimos bajando hacía el sur y amanecimos en frente de la base ucraniana Vernadsky allá por el paralelo 65. Llamamos por radio, intentamos acercarnos lo más posible para poder desembarcar, pero fue imposible, había muchísimo iceberg, muchísimo bras y era muy peligroso navegar con la zodiac por esas aguas. Así que empezamos a atravesar canales antárticos: Neumayer, Gerlache, Lemaire… Impresionante. Creo que cada vez que lo recuerdo se me ponen los ojos como platos, como si estuviera viéndolo de nuevo.




No sé cómo describiros cómo son los canales… ¡Son tan diferentes a Isla Decepción! Da igual hacía qué lado mires que te encuentras grandes paredes de tierra que aparecen de la nada y alcanzan cientos de metros, glaciares que aparecen casi misteriosamente de esas paredes y acaban en el mar e icebergs, miles de icebergs flotando sobre el mar que el barco intenta ir esquivando.










Como no nos había salido bien lo de Vernadsky probamos suerte con la base inglesa Palmer, y a esta sí que pudimos bajar. Esta tanto como la ucraniana son bases permanentes, es decir, están todo el año abiertas (la nuestra, Gabriel de Castilla, sólo está abierta en el verano austral). La verdad que la base tenia de todo: una colección de DVD impresionante, al menos 1000 películas seguro que había, unos sillones que a más de uno nos hubiera gustado llevarnos a casa, tenían jacuzzi… La verdad es que mal, lo que se dice mal, no podían pasarlo



Después fuimos a otra base inglesa, Port Lockroy y está base me encantó. No es una base como tal, en realidad es una base convertida en museo. En los años 60 abandonaron la base, en los 80 cuando volvieron a recuperarla los pingüinos la habían invadido. Desde entonces han ido restaurándola poco a poco hasta convertirla en lo que es hoy en día: un museo. Han dejado todo tal y cual estaba en los años 60: comida, ropas, la radio (que todavía funciona). Es auténticamente espectacular ver en qué condiciones vivían allí.





Y además, la base tiene un encanto especial y es que está rodeada de pingüinos, están tan acostumbrados a ver a gente (creo recordar que es el 3º sitio más visitado de la Antártida) que paseas a su lado sin que se inmuten. A mi uno mientras hacia una foto me picó, ¡y varias veces! Es este pequeñín que tenéis aquí… ¡Para comérselo!


Una científica vasca en la Antártida
elcorreo

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