El director de orquesta suizo-argentino Facundo Agudín desarrolla un innovador proyecto musical y educativo en la lejana Patagonia. Especialista en ópera, es el creador de la Orquesta Sinfónica del Jura (OSJ), con la que ha realizado varios estrenos mundiales de compositores suizos contemporáneos.
El joven maestro parece poseído por un dinamismo inusual para la serena Suiza. Y es posible que ese inagotable despliegue de energía sea una de las razones que le han llevado a ser declarado “una de las 100 personalidades que hacen la Suiza francesa” por el semanario de Lausana ‘L’Hebdo’. A pesar de una agenda cargada, el director de orquesta formado en la Schola Cantorum de Basilea recibe a swissinfo.ch para una entrevista exclusiva a orillas del Lago de Neuchâtel.
Una apuesta por los creadores suizos
Mientras responde mensajes y constantes llamadas explica su trabajo. “Nuestra orquesta tiene un perfil dinámico, similar al de las orquestas de Estados Unidos”, afirma. Una joven orquesta nacida en 2004 en la que hay 22 nacionalidades. “Algo de lo que estoy orgulloso”, aclara el músico. “Además, acabamos de producir nuestro primer disco distribuido internacionalmente, con obra de un compositor suizo: Christian Favre. Es la primera grabación de su ‘Requiem’”.
Los discos, tema complejo para una industria sometida a grandes presiones. ¿De qué sirve un disco hoy, en la era de las descargas de Internet y el ‘todo gratis’? “Los discos son una tarjeta de visita”, analiza Agudín, “y, lamentablemente, a menudo para los patrocinadores es más importante la foto de portada o el diseño gráfico que el contenido, pues la dura verdad es que a veces la gente ni los escucha. Y es que en términos de ventas, la música clásica representa un mercado ínfimo”.
El joven director formado entre Buenos Aires y Basilea acaba de dirigir una serie de conciertos en el país que le vio nacer. Entre otras actividades, dirigió a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el estreno mundial del mencionado ‘Requiem’, de Favre. De hecho, Agudín ha hecho de la defensa de los compositores helvéticos vivos uno de los ejes de su trabajo. Entre otros, ha estrenado piezas de compositores como Andreas Pflüger, David Sonton o Christian Giger.
Un proyecto innovador en la lejana Patagonia
¿Y cuáles son los nuevos proyectos de este músico, para quien el día parece tener 28 horas? Se trata de la Orquesta Sinfónica Patagonia, compuesta por 80 jóvenes profesores, y de la que este residente en Basilea es director musical.
“Dado que en la región de Río Negro no hay suficientes profesores propuse la creación de esta orquesta, que gira por la provincia. Todo apadrinado por el Teatro Colón, de Buenos Aires. Ellos nos ‘prestan’ repetidores de la Filarmónica, que preparan a los jóvenes músicos”. Según explica a swissinfo.ch el director, “es un trabajo formativo enorme que espera desarrollar mayores lazos con Suiza”.
Y hablando de Suiza, Agudín relata divertido un encuentro en el origen del proyecto. Nada menos que el director Charles Dutoit, uno de los más eminentes músicos helvéticos. “El maestro fue el primero en apoyar la idea”, dice, “y en Buenos Aires me dio su confianza afirmando: la ¡Patagonia es tierra de futuro!”.
Este trabajo se ha concretado, de momento, con la venida a tierras helvéticas de dos músicos patagónicos. Se trata de Lucía Couto, de General Roca, y Luis Salva, de Bariloche, quienes lograron superar las exigentes pruebas de las escuelas suizas. “Quedé impresionado por el potencial de ambos y ya les invitamos a participar en conciertos de la orquesta”, valora Agudín. “Creo que estamos construyendo un puente sinfónico entre el Río Negro y el Rin”, afirma sonriente.
Venezuela, un modelo a seguir
¿Y cómo ve el panorama musical suizo este director llegado del Sur? “Suiza tiene la enorme ventaja de que su modelo cultural es eminentemente privado, aunque con esto no estén del todo de acuerdo los políticos”, explica riendo. “Ellos prefieren hablar de una asociación de intereses”.¿Y qué es mejor, la financiación estatal o privada de las artes? “Creo en un modelo híbrido”, responde, “pues hay que decir que las grandes orquestas de Estados Unidos son tan dependientes del sector privado que eso termina, igualmente, siendo un modelo peligroso para la independencia artística”.
¿La actual crisis global afecta a su oficio? “Sin duda nos afecta”, confirma, “y eso se nota en menos patrocinadores, menos público y menos contratos. Pero alguien dijo respecto a la ‘crisis’ de la música clásica que, cuando una crisis dura sesenta años, deja de ser una crisis”. (Risas)
Facundo Agudín no ha llegado aún a los temidos cuarenta. Desde su edad, ¿cómo ve la actual tendencia que busca directores de orquesta cada vez más jóvenes? ¿Es una moda pasajera, o hay razones artísticas en esta obsesión? “Me alegro mucho por ellos”, comenta con un deje irónico, “pero no olvidemos que a menudo las decisiones de los consejos de administración de las orquestas se toman siguiendo criterios que no tienen nada que ver con el arte... y sí mucho con el omnipresente marketing”.
En el rígido mundo de la música clásica es un secreto a voces que la crisis que afecta a este colectivo es muy grave. Pérdida de abonos, desinterés de las generaciones jóvenes, lo que implica la imposibilidad de renovar el público. A ello se suma la huida de patrocinadores (el banco UBS dejó de apoyar al Festival de Verbier en 2009) que prefieren invertir dinero en proyectos que tengan mayor impacto mediático y de público. ¿El modelo vigente en el universo clásico estaría caduco? “Creo que hay que realizar un gran esfuerzo para sacar a la música de sus entornos habituales. Ocupar nuevos espacios y establecer proyectos educativos innovadores.”
¿Qué entiende por “proyectos educativos innovadores”? “No se trata de abrir aún más conservatorios. El problema no es la falta de músicos profesionales... sino de público”, sentencia. “La clave está en ser capaces de romper los muros de cristal que nos separan del resto de la sociedad. Si a la gente se le acerca la música de forma inteligente, esos muros caen solos”.
¿Cree Agudín que hay algún modelo a seguir? “Venezuela”, afirma rotundo. El suizo-argentino es uno de los admiradores del Sistema de Orquestas Juveniles desarrollado por Antonio Abreu, cuyo embajador más visible es el carismático director Gustavo Dudamel. “Es cierto que Dudamel es un director inspirado y capaz”, puntualiza Agudín, “pero no hay que olvidar que el Sistema existía antes que él naciera, y él ha surgido de allí”.
Mientras termina su té en un lujoso hotel, concluye: “La educación musical es algo que debe ir más allá de la música. La práctica musical ilumina muchos campos del intelecto. Las notas que nosotros tocamos sirven como fuerza transformadora y derriban miedos. La música, al fin y al cabo, es una actividad política”.
Rodrigo Carrizo Couto, Neuchâtel,
swissinfo.ch
No hay comentarios:
Publicar un comentario