miércoles, 16 de junio de 2010

Fallece en París la antropóloga Anne Chapman

Descubrió en México su pasión por los grupos indígenas americanos, dedicándose lo mismo al estudio de las etnias de Los Altos de Chiapas que de la Patagonia; tenía 88 años de edad.

México.- La reconocida antropóloga franco-estadunidense, Anne Chapman, quien descubrió en México su pasión por los grupos indígenas americanos, dedicándose lo mismo al estudio de las etnias de Los Altos de Chiapas que de la Patagonia, falleció el fin de semana en París, a los 88 años de edad.


El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer el suceso, el cual lamentó “profundamente”.


Chapman formó parte en la década de los años 40 de la primera generación de egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y recibió cátedra de maestros como Paul Kirchhoff, Wigberto Jiménez Moreno, Alfonso Villa Rojas y Miguel Covarrubias.


Chapman, —quien develó los secretos de culturas hoy día extintas como la selk’nam, de Tierra de Fuego—, durante una visita a México en 2007, relató que una de las principales lecciones que recibió en la ENAH fue de parte de su profesor Alfonso Villa Rojas.


“El siempre insistía en que debíamos crear lazos de amistad”, palabras que resonaron en la mente de la entonces estudiante, cuya pronunciada conciencia política era excepcional.


Sobre su vocación por la antropología, Anne Chapman, nacida en Los Ángeles, California, en 1922 y radicada en Niza, Francia, en los últimos años, recordó que ésta surgió “en México motivada por el deseo de aprender el español y de acercarme a la cultura de este país”.


Aún como estudiante de la ENAH, profundizó en el conocimiento de los grupos tzotziles y tzeltales de Chiapas.


En esa misma época, los años 40 del siglo pasado, y junto con un equipo del entonces Instituto Nacional Indigenista, abordó los problemas de salud de las poblaciones nativas de la costa chiapaneca.


Este compromiso con la mejora en la calidad de vida de los indígenas americanos, fue una constante en su trayectoria, inclusive cuando denunció a fines de los 50, las condiciones de marginalidad de los tolupanes, en Honduras.


“En ese entonces, cuando estudiaba en la ENAH, me parecía que la mayoría de los etnólogos en esta parte del mundo se concentraban en los Estados Unidos, México, Guatemala y Brasil. Así que me interesó hacer un trabajo en Honduras, en particular a través del estudio del grupo de los lencas, recordando al profesor Kirchhoff (Gustav Robert) y los problemas de la frontera sur de Mesoamérica”.


Discípula de Claude Lévi-Strauss, de quien le asombraba “su habilidad para aportar un sentido suplementario y analítico de los temas de una vasta conglomeración de mitos americanos”.
Anne Chapman, durante años investigadora del Centro de Investigaciones Científicas de Francia y del Museo del Hombre de París, destacó la importancia que puede tener un sólo informante para rescatar parte del legado de una cultura.


“Durante los años 60 trabajé con los últimos cuatro selk’nam. Lola Kiepja, la última mujer que había compartido las tradiciones de la etnia, me ayudó a situar los mitos e identificar los personajes, aunque anteriormente los había recogido el célebre antropólogo Martín Gusinde, en los años veinte”.


“Esto es un ejemplo de la gran importancia que puede tener una sola persona; hay que conocerla y trabajar con ella, porque ellos reconocen la importancia de lo que están contando”, refirió en una entrevista.


Chapman también investigó con acuciosidad los rituales, mitos, tradiciones y formas de organización de los yámana y los haush, etnias patagónicas.


A manera de homenaje, en 2007, el INAH, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, y la Universidad Nacional Autónoma de México, editaron el libro “Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapman”, el cual se presentó en septiembre de ese año durante la XIX Feria del Libro de Antropología e Historia, evento al que acudió la destacada antropóloga.


En esa ocasión, Chapman dio una muestra más de su generosidad al donar alrededor de 150 volúmenes a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, 20 de ellos de su autoría, por mencionar sólo algunos títulos: Los hijos de la muerte, Los hijos del copal y la candela, La tierra de los antiguos haush, Los selk’nam: la vida de los onas; Lom, amor y venganza. Mitos de los yámana de Tierra de Fuego.


En uno de los ensayos que integran Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapman, la antropóloga Soledad González Montes refiere que en “Llanto por los indios de Tierra de Fuego”, se encuentran “unas de las páginas más conmovedoras que conozco, ella, Anne Chapman, ha volcado toda su indignación y todo su dolor por la barbarie repetida en este planeta trágico”.


Además de la obra escrita, Chapman dejó como legado varios documentales que fueron premiados, fotografías y discos compactos que recuperan los rostros, así como los rezos, cantos, mitos y otros géneros de la tradición oral de las etnias que estudió, en éstos, como ella mismo dijo:


“Si los jóvenes quisieran volver los ojos hacia el pasado de sus mayores, podrían encontrar sus voces y su memoria”.

Milenio

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