viernes, 4 de mayo de 2012

Natalia Dellabianca contó su experiencia en la Antártida



La bióloga trabajó desde un buque oceanográfico

 La rojense, que vino unos días a Rojas tras arribar de un expedición científica por el continente más austral del mundo, diálogo con El Nuevo y contó su estadía a bordo del buque Puerto Deseado, del Conicet

 La rojense Natalia Dellabianca es bióloga y trabaja en el CADIC, que es el Centro Austral de Investigaciones Científicas. Desarrolla sus actividades profesionales en la ciudad de Ushuaia, como becaria posdoctoral del Conicet, y en los últimos días regresó de una expedición por la zona marítima de Antártida, en donde realizó, junto a un importante equipo de científicos, distintos procedimientos investigativos en torno de su desempeño como científica.

 Su trabajo consistió en llevar adelante un censo de aves y mamíferos marinos que habitan en dicha zona. Es la tercera vez que se embarca en el buque oceanográfico Puerto Deseado, que es propiedad del Conicet, aunque esta vez la expedición salió desde el puerto de Mar del Plata a principios de febrero, y llegó unos días después a la zona de la península Artártica y las Islas Orcadas y las Shetland del Sur, para retornar a Ushuaia tras 42 días en el mar.

Específicamente, Natalia debió permanecer sobre el puente de la embarcación durante las horas de luz (esto implicó todo el día), avistando todas las aves y mamíferos marinos que se presentaban. Los datos obtenidos le sirven ahora para desarrollar, desde el CADIC, una serie de comparaciones e identificar las áreas donde están los animales en cuestión y en un futuro determinar, si es necesario, que sean declaradas “áreas protegidas” en la conservación de la fauna marina.

  -¿Qué podés contar acerca de esta experiencia?

 Anteriormente habíamos hecho una expedición de Puerto Madryn hacia Ushuaia y el año pasados salimos desde Ushuaia directamente y permanecimos durante 25 días alrededor de las Islas Orcadas y las Shetland del Sur, también por la zona de la Antártida, y retornamos a Ushuaia. En esta oportunidad en particular, salimos desde el Puerto de Mar del Plata a principios de febrero y estuvimos unos días en la zona de la península Artártica y después repetimos la experiencia en las Islas Orcadas y las Shetland y regresamos luego de 42 días a Ushuaia.


  -¿El objetivo era llegar al continente?

 -En todo momento nosotros estuvimos embarcados. Los trabajos que llevamos a cabo no fueron en una base Antártica, en tierra firme. Todos los estudios que hicimos fueron arriba del buque. Estuvimos un poco por la zona oeste de la Península, llegamos hasta casi los 66 grados de latitud sur. La expedición en un principio iba a llevarnos a mayores latitudes, solo que en la época que fuimos ya empieza a haber más hielo y el barco no es rompehielos y tampoco tiene capacidad polar, con lo cual se debió abortar esa posibilidad.




-¿Quiénes fueron parte de la expedición?

 -El barco es tripulado por gente de la Armada Argentina y sube personal científico de diferentes proyectos. Fuimos unas 24 personas que formamos la parte del plantel científico. Y dentro de esas 24 personas hay distintos grupos de investigación. Por ejemplo, gente que trabaja con redes de plancton, en lo que refiere a ver toda la temática del krill, y por otro lado quienes se desempeñan con peces marinos y otros con otros invertebrados como estrellas de mar, moluscos, entre otros. Lo que fui a hacer en particular yo, junto con una amiga y compañera de laboratorio en Ushuaia, es hacer censos de aves y mamíferos marinos.


  -¿En qué consistía básicamente esa labor?

 -El trabajo consistió en registrar desde los alerones del puente de la embarcación, durante las horas de luz, desde aproximadamente las 7 de la mañana a las 8 de la noche, los avistajes de todas las aves y mamíferos marinos que veíamos. Sobre los animales que observamos, anotamos la especie a la que pertenecían, el tamaño y la composición del grupo avistado y el comportamiento que presentaban en el momento en que los detectamos. Además anotamos características y condiciones meteorológicas de cómo estaba el mar, el viento y el clima en general en ese momento, para ver el contexto en el que encontramos los animales. Ese fue el trabajo que hicimos puntualmente durante todos los días, mientras el barco estuvo en movimiento.


  -¿Qué conclusiones pudieron sacar?

 -En realidad el objetivo de poder realizar estos censos es un poco para saber dónde se distribuyen y que hábitats prefieren las especies. Si bien uno puede ver aves y mamíferos en todos los océanos, hay algunas especies que se encuentran más en aguas cálidas o en aguas poco profundas o al contrario, en aguas más profundas y menos cálidas. Asimismo, hay especies que se distribuyen en todos los océanos pero que tienen distintas poblaciones en distintos tipos de hábitat, ya sea aguas profundas o aguas someras, en temperaturas más altas o aguas más tropicales. Particularmente lo que hago en mi caso es trabajar en modelados de hábitat. Con estos datos que registramos, una vez que los analizamos con programas estadísticos, lo que tratamos de ver es adónde es más fácil encontrar una especie determinada.


  -¿Y para qué sirven específicamente esos datos?

 -Esto nos puede servir, entre otras cosas, para poder identificar las áreas donde son más frecuentes los animales de una determinada especie, y esa información puede ser utilizada en un futuro para designar áreas protegidas. Si bien en general las especies que estuvimos viendo por ahora no tienen problemas de conservación, son especies poco conocidas, por lo que lo interesante del trabajo es que sirve para conocer dónde se distribuyen y cuál es el hábitat que prefieren. Los datos obtenidos durante estos viajes nos sirven para conocer donde viven las distintas poblaciones de mamíferos marinos australes y para evaluar si sus distribuciones varían en los diferentes años. Las conclusiones a las que arribamos luego de analizar los datos se reportan a la comunidad científica a través de la publicación de trabajos.


 El Nuevo, La Rioja

No hay comentarios: