domingo, 1 de marzo de 2009

Retiran de la Antártida más de 400 toneladas de basura


Será llevada en un barco ruso hasta el continente. Se había juntado en tres años por el incendio del Irízar. Ver especial multimedia "Río Negro en la Antártida".



ANTÁRTIDA ARGENTINA (Enviado especial).- Como un enorme insecto alado en medio de un cielo azul plomo cruzado por las ráfagas heladas, el helicóptero va y viene entre el Golovnin y la base Marambio. Antes de que el tiempo empeore, el poderoso helicóptero habrá transportado al buque ruso 120 toneladas de basura acumuladas durante los últimos tres años. En la Antártida no se puede dejar ni una colilla de cigarrillo. Todo, absolutamente todo, desde los restos orgánicos hasta los residuos peligrosos, como las pilas y los aceites usados, debe ser removido para que este lugar privilegiado de la naturaleza siga siendo el "continente limpio".

Los enviados especiales de "Río Negro" fueron testigos del operativo realizado en las bases Esperanza y Marambio para retirar más de 400 toneladas de basura que serán devueltas antes de que termine el verano a la Argentina continental.

Son unos 500 metros cúbicos de residuos peligrosos y entre 700 y 800 de restos en general producidos en todas las bases, la mayor parte en Marambio, Orcadas y Esperanza. Solamente en esta última los Kamov 32, que pueden transportar hasta cinco toneladas, realizaron unos 25 vuelos hasta las bodegas del Golovnin, el buque ruso contratado por el gobierno nacional para concretar la campaña Antártica 2008-2009.

Luego fue el turno de Esperanza, el tiempo era magnífico y los extraños helicópteros rusos, de dos aspas y sin rotor, hicieron 28 viajes. Pero cuando tocó el turno a Marambio había un fuerte viento y estaba neviscando. No obstante, los Kamov hicieron su trabajo transportando hacia la base combustible en tambores y en unas bolsas gigantes de goma negra llamadas rollings. Las levantan del buque con una red que cuelga de una linga de 30 metros de largo y las dejan cerca del helipuerto de Marambio. Luego van hasta el extremo sudeste de la base y cargan la basura.

Desparramados entre la nieve hay tambores de combustible compactados, chatarra, restos de una de las casas que se incendió hace un par de años y también residuos peligrosos, clasificados como "tres" en la jerga antártica. Son pilas, aceites usados, lubricantes, estopas embebidas en aceite, membranas y químicos.

Los "tres" se ponen en tambores que luego son sellados y soldados. Sólo pueden salir de la base por buque, el resto de la basura puede ser enviada, de a poco, en los Hércules.
Para que la evacuación sea posible, todo en la base es prolijamente separado de antemano. En la cocina, por ejemplo, hay tres tambores: uno para restos orgánicos, otro para papel y madera, y otro para vidrios y hojalata. Y a nadie se le ocurriría tirar algo en cualquier lado.

En la zona donde están cargando el movimiento es infernal, hay dos topadoras y una retroexcavadora entre un enjambre de hombres con monos azules ayudando a poner las cosas en la red.

El panorama de la basura acumulada es desolador: fierros oxidados, calefones, viejas calderas y tambores aplastados, también kilómetros de cables del sistema de iluminación de la pista que acaba de ser reemplazado por uno nuevo.

A primera hora de la tarde, buena parte de la basura ya ha sido trasladada al barco ruso y la gente de Aeronáutica no oculta su satisfacción. "Ya no es más la Chacarita -dice el vicecomodoro Enrique Videla, jefe de la base- ahora es la Recoleta, todo está mucho más limpio".

Es que cómo hace dos años se incendió el rompehielos Almirante Irízar, se había acumulado muchos restos, entre ellos 130 tambores de aproximadamente 23 kilos cada uno con residuos de esos que llaman tipo tres.

Además de ser trabajoso, cumplir con el precepto del Tratado Antártico que exige retirar la basura del continente blanco es muy caro. Desde el buque ruso los deshechos deberán ser trasladados al barco de la Armada Canal Beagle -la ley impide que un buque extranjero descargue residuos en territorio argentino- y éste la llevará hasta el puerto de Buenos Aires, donde una empresa contratada por la Dirección Nacional del Antártico dependiente de la Cancillería y controlada por la secretaría de Medio Ambiente se ocupará de la disposición final.
Por el Protocolo firmado en el ´92 en Madrid, las bases deben estar libres de residuos peligrosos con miras a obtener la certificación pertinente. Flora, fauna, agua y residuos peligrosos están bien acotados y cada base debe elevar informes mensuales sobre el tema.

Además, frecuentemente hay inspecciones sorpresivas de otros miembros del Tratado y de la propia secretaría de Medio Ambiente.

El comandante conjunto antártico, capitán de navío Eduardo Poleman, se lamenta por el accidente que sacó de servicio al Irízar pero explica que "como siempre, toda crisis es una oportunidad. Disponer del buque de carga polar Vasiliy Golovnin, que tiene una bodega más grande que nuestro rompehielos nos dio la capacidad suficiente para transportar residuos que no se habían podido retirar en años anteriores".

HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar

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