domingo, 1 de marzo de 2009

El krill de la vida en la Antártida


Carlos M. Duarte
Lunes, 02-03-09


El krill forma manchas de hasta tres kilómetros de extensión en las aguas del continente antártico


26 de Febrero de 2009. La rutina de la campaña se reanudó y continuamos con nuestras maniobras de toma de muestras mientras navegábamos desde el mar de Belinghausen, a través del impresionante paso de Neumayer -un angosto canal entre las islas coronadas por altas montañas-, para abrirnos al Gerlache y desde allá poner rumbo a la isla Decepción, desde donde navegamos, al reencuentro de los magníficos icebergs del mar de Weddell.


Uno de los protagonistas de la campaña es el krill, Euphasia superba, parecido en aspecto, aunque taxonómicamente alejado, a camarones de 3 a 5 centímetros de longitud, y que es la especie animal más abundante, por su masa total, de la biosfera. El krill es el nodo central de la cadena trófica de la Antártida, alimento de las ballenas, pingüinos y peces, que a su vez se alimenta del plancton del océano Sur, dominando por diatomeas -algas con bellos esqueletos de sílice- tan grandes en estas aguas que estas algas, normalmente visibles solamente con microscopios de cientos de aumentos, son visibles a simple vista (como las cadenas de Thalassosira antarctica).


Nuevas investigaciones

Mientras que se sabe que el krill es un importante consumidor de algas y que a su vez sirve de base a toda la cadena trófica antártica, el papel que el krill juega en el reciclado de materiales que mantienen la producción del Océano Sur está poco investigado.

Hace unos años descubrimos que el krill, que se alimenta de forma continua ingiriendo mucho más alimento del que necesita, libera enormes cantidades de amonio, hierro y otros nutrientes, que fertilizan las aguas donde estos animales han estado alimentándose. Durante la campaña ATOS estamos realizando nuevas investigaciones para continuar explorando el papel del krill en la regulación de los flujos de materiales, incluidos gases activos en la regulación climática como el CO2 o el DMS, y contaminantes, y en el estímulo de la producción biológica en el Océano Sur. Para ello, evaluamos la abundancia de krill en las aguas que recorremos, usando sondas biológicas cuya señal es analizada con pericia por Marcos Pastor, técnico de la Unidad de Tecnologías Marinas, y tomamos muestras de krill usando una red IKMT, parecida a un arte de pesca, con el que capturamos individuos de krill para investigar, a bordo, su actividad metabólica.


El krill forma grandes manchas, de hasta 3 kilómetros de extensión y gran densidad, que vemos en nuestras sondas como manchas de color verde y rojizo, de las que se alimentan las ballenas. Una y otra vez encontramos muchas ballenas alimentándose en aquellas zonas donde encontramos krill en abundancia. Sin embargo, la abundancia de krill está en declive, a pesar de que la pesca de ballenas diezmó a sus predadores, lo que parece tener que ver con la reducción de la extensión de hielo, que es la zona de cría del krill, en las últimas décadas. El krill es un animal longevo, vive 7 años, para su tamaño, y su ciclo de vida es relativamente complejo. En el mar de Weddell, entre grandes bloques de hielo, hemos encontrado agregaciones de larvas de krill, cuya estructura genética investigamos para saber cómo están interconectadas las poblaciones de la Península Antártica.


Museo de arte moderno

Navegar entre hielos en el mar de Weddell es un espectáculo siempre impresionante, aunque ya es la tercera vez que lo experimento. El mar de Weddell es un inmenso museo de arte moderno, plagado de esculturas en hielo de todos los tamaños y colores de hielo que van de una consistencia cristalina, transparente, a blanco, azul oscuro e incluso negro, cuando están cargados de cenizas dispersadas por toda esta zona por las violentas explosiones volcánicas de la isla Decepción. En el puente de mando del Hespérides disfrutan del espectáculo, pero también lo sufren. Los bellos hielos del mar de Weddell se convierten en las noches cerradas, con niebla y nieve y visibilidad de pocos metros, en sombras amenazantes que llenan de tensión las guardias de noche, que se hacen interminables, en el puente del Hespérides.

ABC

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