Varios centros de recuperación tratan unos 500 ejemplares al año
Los pingüinos procedentes del estrecho de Magallanes, en el sur de Patagonia, están empezando a llegar a Brasil. Son unos 500 los que cada año aparecen en este país en busca de alimento. Los pingüinos acaban perdiéndose por el camino y llegan a Brasil a través de las corrientes de las Malvinas.
Cuando llegan están desnutridos. Algunos llegan a pesar menos de un kilo, cuando su peso normal es de 4 a 5 kilos. Generalmente se trata de pingüinos jóvenes, de cuatro a cinco meses de edad. Dada su inexperiencia son los que más se pierden en las corrientes marítimas.
Debilitados, son llevados a los centros de recuperación. Uno de los centros más importantes se encuentra en el Jardín Zoológico de Niteroi, en el Estado de Río. Allí reciben un tratamiento especial y cuando se recuperan son devueltos a la naturaleza. Algunos presentan defectos en sus aletas o mutilaciones graves y se quedan en el zoológico para ser exhibidos.
Contrariamente a lo que se piensa, la primera atención que se debe prestar a esos pingüinos es la de calentarles, pues llegan tiritando de frío. Su temperatura media, de 41 grados, baja de los 38. En los centros de recuperación se les coloca bajo lámparas infrarrojas o calefactores.
Las autoridades avisan a quienes encuentran pingüinos que no los metan en agua helada. Algunos llegan a meterlos en la nevera y muchos acaban muriendo.
Los pingüinos hallados en otros Estados brasileños son trasladados al Centro de Recuperación de Animales Marinos (CRAM) en Rio Grande do Sul. Una vez plenamente recuperados son devueltos al mar, donde encuentran su camino de vuelta.
Una de las preocupaciones de las autoridades es que la reproducción de pingüinos de Punta Tombo, en Argentina, ha caído un 22% por culpa de la interferencia humana en el medioambiente. Son cada vez menos los pingüinos que en esta época llegan a Brasil, lo que indicaría que su población está disminuyendo.
El País
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