El 5 de diciembre de 1992 fue inaugurado solemnemente el Monumento Cabo de Hornos erigido por iniciativa de la Sección Chilena de la Cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos «Cap Horniers», en memoria de los hombres de mar, de todas las naciones, que perecieron luchando contra las inclemencias de la naturaleza en los mares australes próximos al legendario Cabo de Hornos.
El proyecto en cuestión fue iniciado a fines de 1990 cuando el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante don Jorge Martínez Busch, aceptó patrocinar esta iniciativa, comprometiendo el apoyo logístico institucional que demandaba esta difícil tarea, ya que son bien conocidas las características climatológicas de aquellas alejadas y desoladas regiones de nuestro territorio.
En enero de 1991 se invitó –mediante publicaciones de prensa- a los artistas nacionales a participar en un concurso destinado a seleccionar, para posteriormente construir, un monumento que cumpliera los requisitos establecidos en las Bases del Concurso, las que fueron revisadas por el Colegio de Arquitectos de Chile.
A fines de octubre de 1991 fueron recepcionados los trabajos, memorias, planos y maquetas de los quince artistas participantes, quienes presentaron interesantes y novedosos proyectos escultóricos.
Un jurado de ocho miembros, presidido por el Comandante en Jefe de la Armada e integrado por representantes de alto nivel de diferentes áreas vinculadas a esta iniciativa, acordó otorgar el primer premio a la obra presentada por el escultor señor José Balcells Eyquem, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, proyecto que representaba un albatros en vuelo, ave gigante típica de los mares australes y emblema de la Cofradía Internacional de los Capitanes del Cabo de Hornos, cuya sede principal se encuentra en Saint Malo, Francia.
A principios de 1992 fue iniciada una activa campaña de recaudación de fondos para erigir la obra premiada, que –por su complejidad- presentaba múltiples problemas técnicos, de ingeniería y logísticos que era necesario resolver. Los cálculos de resistencia estructurales y los planos correspondientes fueron realizados por el servicio de Obras y Construcciones de la Armada, asumiendo como premisa básica que la estructura debería soportar los esfuerzos provocados por vientos de hasta 200 kilómetros por hora, con un factor de seguridad del 60 por ciento.
El financiamiento indispensable para levantar el monumento de acero, de 7 metros de alto, que se conforma mediante dos cuerpos independientes de cinco placas de acero cada uno, se logró con la generosa contribución de algunas empresas marítimas y aportes de entidades públicas y privadas relacionadas con el mar, como también de personas naturales, nacionales y extranjeras. Es oportuno destacar que los materiales necesarios -acero, fierro, cemento, pinturas, baldosas, ladrillos, maderas, áridos, etc.- fueron donados, en su mayor parte, por diferentes empresas nacionales, lo que permitió destinar los recursos en dinero a la premiación de los concursantes que obtuvieron los tres primeros lugares, a la adquisición de ciertos materiales y equipos muy modernos y a cancelar mano de obra altamente calificada.
Las diez placas metálicas de la estructura, cada una de 6 mm de espesor, fueron fabricadas en la planta de Asmar Talcahuano. Todos los materiales requeridos fueron enviados a Punta Arenas desde el centro del país. La responsabilidad de erigir el monumento estuvo a cargo del Departamento de Obras y Construcciones de la Tercera Zona Naval. El camino de madera, montado sobre la turba que une el Puesto de Vigía y Señales «Hornos» con el lugar seleccionado para levantar la estructura, tiene una extensión de 328 metros y fue construido con maderas regionales por personal de la Armada dependiente del Distrito Naval Beagle.
La obra exigió el transporte de 120 toneladas de materiales, los que fueron transportados por las barcazas OROMPELLO y RANCAGUA y desembarcados en las isla Hornos por personal de Infantería de Marina y helicópteros navales en una «faena de guerra» que demandó un esfuerzo extraordinario para Oficiales y personal, quienes demostraron –una vez más- su capacidad de trabajo, abnegación y espíritu de sacrificio.
En el lugar elegido para levantar el monumento – la cumbre de la colina que se alza 50 metros sobre el nivel del mar- un grupo de once obreros especializados, contratado especialmente para este propósito y dirigido por el Constructor Civil de la Armada señor Galmier Morales Delgado, inició la construcción de la base del monumento, una plataforma de concreto armado de 6 por 6 metros, enterrada alrededor de 1,50 metros bajo la turba del lugar.
Los trabajos en el terreno se realizaron entre el 17 de octubre y el 22 de noviembre. El tiempo meteorológico fue bastante desfavorable en octubre, mejorando en noviembre, lo que permitió cumplir con gran precisión el plan de trabajos programado.
A la ceremonia de inauguración del Monumento Cabo de Hornos – Cape Horn Memorial – asistieron cincuenta personas especialmente invitadas por el Comandante en Jefe de la Armada quien es, además, Presidente Honorario de la Sección Chilena de los Capitanes del Cabo de Hornos. Entre los asistentes había una delegación de diecinueve Caphorniers extranjeros –diez hombres y nueve mujeres- procedentes de Alemania, Australia, Bélgica, Finlandia, Francia y Noruega. Los demás invitados eran empresarios chilenos y un matrimonio estadounidense, todos los cuales contribuyeron generosamente al financiamiento de la obra.
Los asistentes se reunieron en Punta Arenas a principios de diciembre, se embarcaron en el transporte de la Armada AQUILES, que zarpó de ese puerto el día 3 del mes indicado, recalando por algunas horas en Puerto Williams el día 4 y en caleta San León, isla de Hornos, al amanecer del 5 de diciembre, fecha que será siempre recordado por los participantes porque fue un día excepcional, absolutamente despejado y templado, con una suave brisa del suroeste, condiciones realmente inusuales en esas latitudes australes.
Acercándose al monumento uno encuentra dos estructuras de cemento con placas de mármol, uno dedicado al monumento, y al otro contiene un hermoso poema escrito por la señora Sara Vial de Valparaíso, Chile, que dice:
La inauguración comenzó con un vibrante discurso del Presidente de la Sección Chilena, Vicealmirante Sr. Juan Carlos Toledo de la Maza, quien expuso los motivos que tuvo en consideración la Cofradía para impulsar este proyecto, detallando los aspectos más relevantes de la construcción de la escultura, la que se entregaba en ese momento a la Armada de Chile para su custodia y conservación.
A continuación, el Capellán Naval, R.P. señor Roberto Codina dio lectura a un salmo bíblico, elevó una oración por los marinos muertos en el Cabo de Hornos y bendijo el monumento.
En representación de la Armada hizo uso de la palabra el Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval, Contralmirante señor Hugo Bruna Greene, quien agradeció lo realizado por la Cofradía y aceptó el compromiso institucional de custodiar el monumento.
Por último se dirigió a los asistentes el Presidente de la Cofradía Internacional, Capitán señor Jean Perdraut, de Francia, quien agradeció la invitación del Comandante en Jefe de la Armada y felicitó a la Sección Chilena por la imponente obra realizada, rindiendo tributo a los marinos de todas las naciones que perdieron la vida luchando contra las inclemencias de la naturaleza en el Cabo de Hornos.
La ceremonia finalizó solemnemente cuando el Almirante señor Jorge Martínez Busch, acompañado del escultor señor José Balcells Eyquem, depositó bajo el monumento un testimonio, debidamente protegido, conteniendo en su interior una copia de los planos y antecedentes más importantes relacionados con la construcción de la obra, incluyendo una hermosa Acta de Inauguración del Monumento Cabo de Hornos, la que había sido firmada por todos los invitados asistentes a la ceremonia.
Después de sellar el receptáculo donde se depositó el testimonio, se acercó al lugar la señora Solveig Erikson, representante de las islas Aland, Finlandia, quien depositó una corona de flores y frutos silvestres, que ella seleccionó y preparó durante la breve visita efectuada a Puerto Williams al día anterior.
Finalizada la ceremonia, las fotografías y las entrevistas de rigor, los asistentes visitaron el Faro Monumental Cabo de Hornos, la Capilla Stella Maris y el Monumento al Marino Desconocido – levantado en 1989 – para terminar firmando el Libro de Visitas del Puesto de Vigía y Señales «Hornos».
Tan pronto los asistentes regresaron a bordo del AQUILES en los helicópteros navales, éste zarpó hacia el sur y posteriormente se dirigió hacia el oeste. Al aproximarse al meridiano del Cabo de Hornos el buque paró sus máquinas y, cumpliendo con el protocolo naval, tocó tres pitazos largos de saludo a los caídos en el Cabo de Hornos, saludo que, obviamente, no tuvo respuesta. En ese momento de recogimiento y respetuoso silencio el representante de Noruega, Capitán señor Johan Nilssen, alzó sus brazos mostrando a los asistentes una hermosa corona de laureles –traída desde su país- la que lanzó al mar en memoria de los caídos en el lugar.
Terminada esta simbólica y emocionante ceremonia, el AQUILES dio avante nuevamente, prosiguiendo su navegación hacia los canales fueguinos, finalizando esta memorable jornada al recalar a Punta Arenas el día 6 de diciembre.
La ceremonia de inauguración fue ampliamente publicitada en los medios de prensa, radio y televisión nacionales y extranjeros. En el diario THE TIMES, de Londres, en su edición de 7 de diciembre fue publicado un interesante reportaje y una fotografía del imponente monumento.
El devenir del tiempo ha ido dejando atrás la noticia de la inauguración, pero ninguno de los asistentes podrá olvidar jamás los momentos vividos frente al majestuoso albatros que a la distancia se proyecta magnífico sobre el horizonte, volando hacia el Cabo de Hornos. Quienes tuvieron la oportunidad de participar en el viaje del AQUILES y en esta ceremonia –especialmente los invitados extranjeros- han coincido en reconocer que esta ceremonia fue, para ellos, lo más importante y trascendente acaecido durante el año recién pasado.
La Cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos de Chile puede sentirse orgullosa del trabajo realizado, que evidenció la capacidad de los chilenos para llevar adelante las iniciativas de difícil realización. Nos gusta aceptar los desafíos y cumplir las misiones que nos hemos impuesto. Hemos legado al país un hermoso monumento y esperamos que éste sirva de acicate para acrecentar la vocación marítima de nuestro pueblo.
Agradecemos, finalmente, la contribución intelectual, física, económica y de diverso orden que hemos recibido de tantas personas y entidades que permitieron que esta iniciativa llegara a ser una realidad. Especial reconocimiento merece la Armada de Chile, sin cuya participación, nada se habría hecho. El trabajo realizado es el resultado del esfuerzo perseverante, tenaz y decidido de sus integrantes. Ello justificó plenamente el mensaje que el Comandante en Jefe de la Armada enviara a todos los que contribuyeron, en alguna medida, al éxito alcanzado. Con la parquedad propia de los hombres de mar, el señor Almirante envió un «BRAVO ZULU», que en el código de señales se interpreta como «BIEN HECHO».
Valparaíso, 1993.
Cap C. Hornos Valparaíso
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