jueves, 10 de marzo de 2011

El misterio de los microorganismos que viven sin luz en la Antártica



Investigador Rodrigo De la Iglesia en uno de los laboratorios de base Escudero.


Estudio busca determinar cuáles son los microorganismos fotosintéticos presentes en ambas estaciones del año en la Antártica, períodos en que existe una extrema variación de luz.

El proyecto tomará muestras durante dos veranos y dos inviernos en el Continente Blanco, siendo parte de la Expedición Científica Antártica realizada por el Instituto Antártico Chileno (INACH).


Punta Arenas, 7 de marzo de 2011. La Antártica es un continente único y distinto a todos los demás, incluso en aspectos tan comunes como las estaciones del año. En el Continente Blanco, a diferencia del resto de la Tierra, sólo existe el verano y el invierno, prolongándose cada uno por seis largos meses. Lo sorprendente es que durante los días de verano hay prácticamente 24 horas de luz, totalmente opuesto a lo que ocurre en invierno cuando los días son de completa penumbra y oscuridad. Esto se debe a que el eje de rotación de la Tierra está inclinado con respecto al plano de la órbita alrededor del Sol.

En este sentido, uno de los grandes misterios que esconde la Antártica está también en el océano Austral y en cómo las comunidades de microorganismos que realizan fotosíntesis habitan con luz permanente durante las 24 horas del día en verano y también cuando no hay presencia de ésta en el invierno polar.

Caracterizar estos procesos es el objetivo del proyecto "Comparación de microorganismos fotosintéticos en aguas costeras antárticas entre el verano y el invierno", liderado por el microbiólogo marino de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Rodrigo De la Iglesia.


Para él y su equipo de investigadores, compuesto por la Dra. Nicole Trefault, el Dr. Gonzalo Encina y el Dr. Daniel Vaulot (Francia), este proyecto es relevante ya que permitirá fortalecer los conocimientos de microbiología marina en sistemas polares, específicamente en organismos eucariontes. "La mayoría de los estudios han estado relacionados con organismos bacterianos, por lo que éste es novedoso", explica.

Dentro de la extensa diversidad marina existen microorganismos que a pesar de su pequeño tamaño, son parte fundamental de la cadena trófica en estos ecosistemas. Tal es el caso del fitoplancton, el equivalente a los árboles y pasto en la Tierra, ya que atrapa para el océano la energía de la luz del Sol a través de la fotosíntesis, proceso mediante el cual los vegetales convierten la energía del sol en otro tipo de energía que pueden almacenar para sus actividades metabólicas, como desplazarse y reproducirse.

Es por esta razón que es relevante comprender qué tipo de fitoplancton vive tanto en la oscuridad del invierno y como en la excesiva luz del verano.

El fitoplancton es la base del equilibrio en los océanos, porque es capaz de capturar el exceso dióxido de carbono en el ambiente, convirtiendo al carbono en parte de la cadena alimentaria y, por lo tanto, en fuente de energía para otras especies como los peces, ballenas y aves. Su función es tan determinante como la que cumplen las hierbas y vegetales en la Tierra, que son los productores primarios de energía.


Vivir bajo la oscuridad del invierno antártico


El estudio está observando la relación existente entre abundancia y composición de estas comunidades de fitoplancton, y sus respuestas ante las variaciones de luz. Se realizará el estudio comparativo en dos temporadas (2011 y 2012), "para tener un indicio más certero y un mejor sustento de la información obtenida", dice el investigador de la PUC.

Para el científico un aspecto interesante del proyecto es comprender las posibles variaciones o adecuaciones en función de la luz y si es que son iguales para todos los organismos o afectan diferencialmente a distintos grupos. "En el caso de que los datos demostraran que hay elementos completamente distintos entre verano e invierno, se podría esperar el hallazgo de nuevas adaptaciones, metabolismos o nuevos organismos adaptados a condiciones de oscuridad que no se han estudiado", plantea el microbiólogo, aclarando que eso podría ser parte de estudios a futuro, ya que por ahora la meta es identificar quiénes y cuántos microorganismos se encuentran en las estaciones mencionadas.

Al respecto comenta que "es posible que se observen diferencias bastante potentes respecto de lo que se ve en verano versus el invierno, pero lo otro que puede suceder es que realmente no existan grandes cambios entre los microorganismos presentes en ambas temporadas y, en ese caso, se tendría que descubrir qué tipos de adaptaciones utilizan para solventar la falta de luz presente en el invierno, lo cual sería muy importante", enfatiza.


Expedición Científica Antártica 2011

El equipo de investigadores inició su trabajo en terreno este verano en la XLVII Expedición Científica Antártica (ECA), organizada por el INACH. "Fue una experiencia estupenda y logramos cumplir con los objetivos propuestos, independiente de las condiciones climáticas que en muchas ocasiones te pueden limitar", señala.

Además, rescata la colaboración del equipo del INACH, ya que el proyecto contempla una etapa de muestreo en la temporada de invierno en la Antártica. Al respecto el investigador principal comenta que esa labor estará a cargo del residente de la base "Profesor Julio Escudero" (INACH) Sr. Nelson Muñoz y se contará también con el apoyo de la Capitanía de Puerto de Bahía Fildes, en donde se espera realizar diez muestreos, en los meses en donde existe menos cantidad de luz.

Este año, el grupo de investigadores tomó, en bahía Fildes (isla Rey Jorge), 20 muestras de agua a distintas profundidades, incluyendo aguas superficiales y otras de una profundidad de hasta 30 metros.
INACH

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