jueves, 2 de septiembre de 2010

Cómo hacer la Antártida más blanca


Delegados de 29 países, entre ellos Chile, diseñaron en Buenos Aires una nueva estrategia para evitar que el continente siga desgastándose
Hace unos días, delegados de 29 países con presencia en la Antártida se juntaron en Buenos Aires para celebrar la reunión número XXII del Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (Comnap, por su sigla en inglés). Tras cuatro días de intensas citas, los representantes se comprometieron a frenar la contaminación del continente blanco.
Para ello, coordinarán políticas que incluirán la creación de áreas de protección del ecosistema, un mayor control para impedir incumplimientos de normas ecológicas y de seguridad y una mayor utilización de energías renovables.
José Retamales, presidente del Comnap y director del Instituto Antártico Chileno (INACh), explicó a La Nación que la contaminación en la Antártida es producto de la actividad de los casi 8 mil millones de habitantes del planeta Tierra. “La contaminación de la Antártida no es debido a las personas que la visitan sino a la interrelación que tiene con el resto del planeta y que se produce por las corrientes atmosféricas y marítimas que la conectan al mundo”, indicó.
En términos más técnicos, esta interrelación atmosférica se produce por la diferencia de temperaturas del aire entre los trópicos y los polos. El aire caliente de los trópicos sube a la atmósfera dada su menor densidad y en los polos ocurre lo contrario. Así, el aire de los trópicos “viaja” hacia los polos por las capas superiores de la atmósfera y el aire frío de los polos se va hacia los trópicos por las capas inferiores, explicó Retamales.
Cuando el aire caliente llega a los polos, con los gases contaminantes de la actividad industrial incluidos, se enfría y baja hacia la Antártida. Al mismo tiempo, produce un cambio en la atmósfera de la Antártida que hace que la radiación del sol que “rebota” en el hielo vuelva en parte a “rebotar” en la atmósfera y regresar a los hielos aumentando la temperatura de la Antártida. Este es el efecto “invernadero” responsable en parte del cambio climático, continuó el director de la INACh.
A lo anterior, se suma también la interrelación marítima que se produce por la diferencia de temperaturas entre el agua caliente de los trópicos y el agua fría de los polos y además también se produce por la rotación de la Tierra.
Turismo es sostenible
Según Retamales, los turistas que visitan el continente blanco no son los principales responsables de la contaminación. “Los aproximadamente 40 mil turistas que llegan cada año a la Antártida permanecen en promedio 15 días pero en el área de la Península Antártica, no están más de una semana”, dijo Retamales. Al final de cuentas, en el continente helado podría haber unos dos mil turistas en promedio al día, siempre navegando y haciendo sólo una bajada a tierra y por no más de tres horas, más otros mil que corresponden a científicos y logísticos pero la mayoría navegando, durante los cuatro meses que lo permite el clima. En los 8 meses de invierno, no permanecen en el área de la Península Antártica más de 400 personas.
A juicio del presidente del Comnap, “el turismo en la Antártida es sostenible pues hay regulaciones del Tratado Antártico, que administra el continente, que indican qué se debe hacer para cuidar el medio ambiente. Los desechos, tanto de los turistas como de las bases, son incinerados o traídos de regreso en los buques. Además, la International Association of Antarctic Tour Operators (Iaato), organización privada de afiliación voluntaria, hace un buen trabajo y recomienda a sus socios cómo conducir su actividad”, dijo Retamales.
Entre quienes habitan la Antártida existe conciencia sobre el extremo cuidado que deben tener sobre el medio ambiente. De hecho, “cada año las dotaciones de las bases antárticas tienen cursos que incluye las normas de protección medioambiental y además hay normas en cada base que se refuerzan durante el año”, insistió Retamales.
Coordinación de rescates
Argentina, Australia, Chile, Nueva Zelandia y Sudáfrica serán los países encargados de coordinar las tareas de rescate de los buques que se accidenten en las proximidades de la Antártida. Así lo decidieron los delegados de los 28 países que conforman el Comnap.
Según el Tratado Antártico, que entró en vigor en 1961, Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica son los cinco países con “responsabilidad primaria de búsqueda y rescate” naval en el llamado “continente blanco”.
Las direcciones navales de estos países tendrán acceso y compartirán todos los datos y especificidades técnicas de los buques que viajan a la Antártida, así como el número de tripulantes o los resultados de las últimas estadísticas de seguridad del barco
En todo caso, cualquier país podrá participar en el auxilio del buque accidentado.

EL CONSEJO

El Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales es una asociación internacional creada en 1988. Su objetivo es desarrollar y promover las mejores prácticas en la gestión de apoyo a la investigación científica, evaluación del turismo, comunicaciones, operaciones logísticas y nuevas tecnologías para la Antártida.

EVITANDO LOS DERRAMES
El último accidente grave en la Antártida ocurrió hace tres años. En esa oportunidad, el crucero Explorer, que estaba registrado en la agencia internacional de turismo antártico, naufragó cerca de las islas Shetland del Sur con 185 mil litros de combustible a bordo. Las fuerzas navales de Argentina y Chile fueron las encargadas de auxiliar a los tripulantes del Explorer, llevándolos primero a la base chilena antártica Frei y luego a Punta Arenas.
Desde entonces, distintas investigaciones buscan desarrollar microorganismos que reduzcan la presencia de hidrocarburos. Algunas de estas investigaciones se presentaron durante la reunión bienal del Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR), que se realizó en forma paralela a la del Comnap.
Uno de los proyectos destacados es el del investigador Walter McCormac, del Instituto Antártico Argentino, quien ha impulsado un estudio para alterar microorganismos terrestres que, tras agregarles nutrientes, consiguen eliminar hasta un 85% de los restos de petróleo en superficies con temperaturas muy bajas, como la Antártida.

ENERGÍAS RENOVABLES
La generación de energías limpias es uno de los temas que cada año preocupa al Comnap, de hecho, en esta oportunidad se hizo un taller para discutir esta problemática y se busca que cada vez más países se sumen con iniciativas limpias. “A todos los operadores antárticos les importa mucho buscar cada año formas de ahorrar o compartir energía para disminuir el consumo de petróleo que es muy caro de transportar a la Antártica. Como ejemplo, las Bases Frei (FACh), Profesor Escudero (INACh) y la Estación Marítima de Fildes (Armada-Directemar) están desde el año pasado interconectadas en isla Rey Jorge.
“INACh tiene refugios que funcionan con energía solar y otros que lo hacen con energía eólica. Muchos países tienen similares esquemas, algunos con grandes generadores eólicos, como Australia, Estados Unidos, Bélgica, Nueva Zelandia, etc”, dijo Retamales a La Nación.

La Nación

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