miércoles, 27 de abril de 2016

ANTÁRTICA: Colombia fija sus ojos en la Antártica



Un mundo nuevo se abrió a sus ojos. En desestima quedaron los dos días de vómitos y confinamiento absoluto al camarote del barco de la Armada Argentina en el que partió desde Ushuaia, en la Tierra del Fuego, hacia el continente blanco.
Sus pupilas se engrandecieron frente a un gigantesco glaciar que nadaba apacible en el mar. Las turbulencias marinas originadas por el fuerte encuentro de los océanos Atlántico y Pacífico, en el canal Beagle, habían cesado y se explayaba entonces un paisaje tranquilo, silencioso, de azules intensos y diversos, contrastados por largas extensiones de nieve e imponentes icebergs.  Distinta a las voces de los tripulantes del barco, se escuchaba, solo, el sonido del agua y, a lo lejos, el graznar de los pingüinos y una que otra especie de ave.
18 de febrero de 2016. Era el quinto día, tras su partida en avión desde Bogotá hacia Argentina, para luego embarcarse en la inhóspita travesía del mar hacia la Antártica. Estaba ya en su destino, en el confín sur del planeta.
No hubo más dudas. El orgullo, en el buen sentido de la palabra, inundó la mente y el corazón de Eliana Beltrán Pardo. Estaba por primera vez en el continente austral y siendo parte del grupo de científicos que envió Colombia en su segunda expedición oficial del Proyecto Antártico Colombiano que busca hacer parte al país, como miembro consultivo, (actualmente es no consultivo: tiene voz, pero no voto) del Tratado Antártico Internacional firmado el 1 de diciembre de 1959 para proteger este continente como reserva científica, libre de reivindicaciones territoriales, auscultación de sus recursos naturales con fines comerciales y de pruebas de armas de  cualquier tipo.
Cuarenta y siete países hacen parte, actualmente, del tratado y han ratificado que cualquier nación es libre de hacer investigación científica allí, la única condición es que las comparta con el resto del mundo.
PROPÓSITO COLOMBIANO
Colombia le apunta a ganarse el derecho de opinar sobre la suerte de este continente y de que el país se beneficie de todas las posibilidades que brinda participar en el conocimiento del mayor reservorio de agua dulce para el mundo y de la primera etapa de bioprospección de organismos potencial de uso. La meta concreta es comenzar, en un plazo de dos años, a construir en la Antártica la estación científica de verano “Almirante Padilla”.
La Antártica no tiene población autóctona, no hay países, es una especie de desierto congelado, pero tener presencia en ella es apetecido por todas las potencias del mundo porque es una porción de la tierra que posee infinitos secretos sobre la conservación de la vida y sobre la que recae la sospecha de que debajo de las espesuras de hielo que la recubre hay petróleo; además posee una atmósfera traslúcida que permite no solo la observación astronómica profunda sino la instalación secreta de sistemas de vigilancia e inspección remota de proyectos militares; aunque tales intentos (búsqueda de petróleo y desarrollo militar) estén prohibidos indefinidamente en el tratado.
“La importancia de consolidar una presencia efectiva por parte de Colombia en el continente  austral radica en entender las conexiones que el país posee con ese territorio,  ejemplo de ello es lo que ha indicado  el estudio de las grandes migraciones de las ballenas jorobadas que nacen en el Pacífico colombiano y en su recorrido  llegan a múltiples áreas de alimentación en la Antártida. Existen otras conexiones no tan evidentes como las masas de aguas antárticas que tienen  influencia en territorio colombiano,  cuyas consecuencias solo podrán ser identificadas y medidas a través de la  investigación científica.  Otro aspecto de gran interés para el mundo es que en el continente blanco convergen diversos  factores que afectan el planeta, ocasionando  fenómenos asociados al cambio climático. Por supuesto  esta realidad ambiental repercute directamente en el territorio colombiano manifestándose en el descenso de los glaciales en picos nevados,  periodos de sequías, afectación a las cosechas y pesquerías, entre otros”, explica un documento de la Comisión Colombiana del Océano, responsable del Proyecto Antártico Colombiano.
Para ser aceptado en ese grupo élite de países con voz y voto sobre la Antártica, Colombia necesita entrar al mundo científico con investigaciones de alto nivel y para ello ha exhortado a que las universidades del país se interesen en el tema.
INVESTIGACIÓN PIONERA CON SELLO CARIBE
Eliana Beltrán Pardo y el rector de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Jaime Bernal Villegas, lideran una de las primeras iniciativas de Colombia en el continente austral: una investigación en Biología Molecular soportada en el estudio de los tardígrados u “Osos de agua”, unos organismos microscópicos, de apenas 1,1 milímetros, que han logrado llamar poderosamente la atención de la ciencia por ser inusualmente resistentes a las condiciones de vida más extremas.
“Estos animales son conocidos por su gran diversidad de especies y su tolerancia a condiciones tan extremas que una persona no podría ni imaginar. Sobreviven al vacío, a la desecación, al congelamiento y a la radiación. Dadas estas capacidades existe un interés creciente en su estudio por su potencial biotecnológico. Son denominados animales cosmopolitas porque se encuentran en casi todos los rincones de la tierra desde el fondo del mar hasta la Antártica. La idea es comparar la taxonomía de los tardígrados de la Antártica con los que viven en Colombia, conocer su genética y contribuir al descubrimiento de sus mecanismos de resistencia”, explica Eliana Beltrán Pardo, microbiologa industrial y Ph.D en Ciencias Biológicas.
UN MUNDO FASCINANTE
Avanzar en la investigación que hace sobre los tardígrados, desde el 2007, le impuso a Eliana el desafío de vivir 38 días en la Antártica recogiendo muestras de los musgos y líquenes, unos de los tantos hábitat de estos microorganismos. Fue una experiencia digna de repetir, asegura.
“El mar nos muestra nuestros límites y nos recuerda que para sobrevivir el ser humano necesita trabajar en equipo. La vivencia en La Antártica  cambió mi perspectiva de vida. Es un mundo maravilloso en el que todos los días son distintos. Lo más extremo de la experiencia fueron cuatro días de una fuerte tormenta de nieve con vientos que sobrepasaban los cien nudos. Al día siguiente de una tormenta era fabuloso caminar por la nieve, un tapete blanco y suave; pero luego de algunas horas se congelaba y se volvía un hielo deslizante sobre el cual no es recomendable marchar”, recuerda Eliana.
La científica colombiana tiene recuerdos que le sobreabundan al hablar: “La isla en la que estuvimos es pequeña, de unos dos kilómetros. Allí desembarcamos una estudiante de maestría y una profesora de la Universidad Nacional y dos militares. Nos hospedamos en una base de verano de la armada argentina. Cerca había una colonia de pingüinos, cuando llegamos tenían crías de alrededor de dos semanas de nacidas. Fue espectacular verlos interactuando entre sí y ver crecer a los pequeños. Observar a los leones marinos, a las focas, todos libres y felices, sin ningún asomo de miedo a los humanos; es una oportunidad única”.
De vuelta en Colombia, Eliana es consciente de la importancia de descifrar los mecanismos de resistencia de los tardígrados para fines biotecnológicos, de medicina regenerativa y producción industrial. Algunas pruebas realizadas por japoneses han permitido visionar que emulando la genética de estos animales se pueden crear protocolos de conservación de órganos, hasta por diez horas, (actualmente el tiempo máximo de preservación es de tres horas) y se podría fortalecer a los enfermos de cáncer para responder con más vigor a las radioterapias.
Para el país, la investigación que adelanta Eliana Beltrán, también es vital para progresar en el conocimiento de nuestros océanos y abrir una línea de diálogo directo con los más importantes científicos del mundo. Es además, un propiciador de consciencia y cultura para incentivar generaciones de personas educadas sobre estos asuntos globales con incidencia en Colombia.
Erica Otero BritoEl Universal

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