viernes, 6 de septiembre de 2013

La máquina del tiempo en la Patagonia. en un día como hoy, pero en 1851...

Fallece el misionero anglicano Allen Gardiner
BIOGRAFÍA

Allen F. Gardiner

“…el que pierde su vida por causa de mí, la hallará…”

Misionero nacido en Basildon, Inglaterra, el 28 de junio del año 1794, en el seno de una familia anglicana de buena posición. Era el quinto hijo de Samuel Gardiner. Cursó estudios en la Escuela Naval de Portsmouth en Inglaterra y se embarcó a los dieciséis años. Llegó a ser comandante, pero a los cuarenta años de edad se retiró de la Marina, luego del fallecimiento de su esposa, Susana Reade, de Ipsden House, Oxfordshire, el 23 de mayo de 1834, para dedicar los restantes diecisiete años de su vida a abrir caminos para la evangelización de las poblaciones autóctonas del mundo, especialmente en América del Sur, en cumplimiento de un llamado experimentado años antes.

Hacia el año 1820 mientras formaba parte de la tripulación del “Dauntless”, un hecho significativo marcó su vida, fue durante esta época cuando puso decididamente su rostro hacia Dios, resolviendo consagrarse a su servicio, con este fin solicitó al Obispo de Gloucenter, de la Iglesia Anglicana, a la que pertenecía, que le confiriese órdenes para poder predicar.

Durante sus viajes por el “nuevo mundo” había tomado conciencia del deplorable estado en que vivían los indígenas y de la urgencia de llevarles el mensaje de salvación. El mismo no se consideraba capacitado para realizar la tarea misionera propiamente dicha, pero anhelaba preparar el terreno para la posterior llegada de misioneros. Sus primeros viajes los costeó él mismo, pero luego inspiró la formación de una entidad que solventara e impulsara la misión, comprometiéndose él a dar el primer paso.

El Capitán Gardiner contrajo segundas nupcias en octubre de 1836 con la hija mayor del Reverendo Eduardo Garrard Marsh de Hampsted, por seis años tanto ella como sus hijos fueron sus compañeros de viaje.

Regularmente viajaba sin compañía, otras con su familia (con los cuales alcanzó a dar una vuelta entera al mundo en el hemisferio sur, en barcos a vela, en busca del lugar donde comenzar los trabajos). Sólo su formación profesional y su fortaleza espiritual basada en el convencimiento de estar cumpliendo el mandato divino, explican que Gardiner haya perseverado durante tantos años a pesar de sus reiterados fracasos: en Sudáfrica, donde exploró el país de los Zulúes, iniciando así la primera estación misionera en Puerto Natal, no obstante debió abandonar su actividad misionera a causa de la situación tribal y política que se tradujo en la guerra entre Zulúes y Boers.

En mayo de 1838, Gardiner salió de Table Bay (Sudafrica) para iniciar sus primeros esfuerzos misioneros en América del Sur, conduciendo a su familia a Río de Janeiro, de allí a Buenos Aires y, a través de las pampas, a Mendoza. En cuanto la estación lo permitió, cruzaron la cordillera hacia Chile. En el sur de Chile, donde reiteradamente los propios caciques objetaron su presencia; en lo que era entonces el Chaco boliviano, donde la jerarquía católica puso en peligro su vida; en las pampas argentinas, donde la reciente campaña contra los indios hacía inconveniente cualquier intento de iniciar contactos amistosos; en la Patagonia, y particularmente en Tierra del Fuego, la tierra de su martirio.

El último día de agonía de Gardiner, escribió lo que sigue: “Muy querido Mr. Williams: El Señor ha visto a bien llamar al hogar celestial a otro de nuestra pequeña compañía. Nuestro querido hermano que se ha ido, dejó el bote el martes a mediodía y desde entonces no volvió; indudablemente está en la presencia de su Redentor a quien él sirvió tan fielmente. Todavía un poquito más y por la gracia, quizá podremos reunirnos en esa santificada reunión para cantar alabanzas a Cristo, eternamente. No tengo hambre ni sed aunque hace cinco días que estoy sin comida. ¡Qué amor maravilloso hacia mí, un pecador! Afectuosamente, su hermano en Cristo. Allen F. Gardiner”.

De lo que no cabe duda, basándonos en sus escritos, es el hecho de que Gardiner obró con una sincera, ardiente e inagotable pasión por llevar a los naturales el mensaje de la redención. Con todo, “lo que no pudo este extraordinario místico en su vida -como lo expresó un sacerdote salesiano-, lo realizó con su muerte”.

Los repetidos fracasos, y muy especialmente la tragedia en torno a la misión fueguina, fueron el detonante que obró para que, en el momento propicio, su visión se cumpliera en los diversos campos latinoamericanos por los cuales anduvo.

La actual Sociedad Misionera Anglicana para Sud América1 es fruto directo de su visión. Es ella la que ha impulsado las iniciativas misioneras, educacionales y sociales que posteriormente han llevado a cabo sus misioneros en nuestros países, muchas de cuyas obras hacen eco a la visión de su fundador. La misión a los fueguinos se hizo realidad años después, aunque al costo de otras vidas martirizadas por la agresividad de los naturales.

Siguiendo la línea de pensamiento de las iglesias históricas europeas de la época, Gardiner evitó tener roces con el catolicismo, aunque sabía de la falta de un verdadero adoctrinamiento en la fe por parte de la Iglesia Católica Romana. Por ello, en algunos de sus viajes exploratorios, Gardiner se ocupó de la distribución de la Biblia y folletos de evangelización, dado que no concebía la posibilidad de una formación cristiana de la persona sin el conocimiento de la Palabra de Dios, palabra que conocía muy bien y que citaba infatigablemente.

Publicó libros sobre sus experiencias, como también folletos, algunos informativos y otros de evangelización. Compuso poesías, en la última de las cuales dice:“Señor, humilde ante tus pies me postro y todo lo que tengo te entrego. Lo que Tú quieras en amor pedirme es mejor que me falte: ¡todo es tuyo!” La falta de éxito no le desalentó y sus expediciones lo llevaron cada vez más al sur. Era el año 1851, y Gardiner con un “espíritu excepcional” murió de hambre y de frío, con siete de sus compañeros en Tierra del Fuego a sus 57 años de vida, con todos sus afanes, es importante la promesa de Dios a la cual se aferraba firmemente: “el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (MT. 10.39).

En 1859 una expedición a la región austral fue casi exterminada por los indígenas. Veinte años después; el nieto de Gardiner, W. Reade Gardiner, quiso proseguir la obra familiar, pero murió de tifus al llegar a Valparaíso, en 1894.

En 1976 el Primer Congreso de Ciencias Históricas Fueguinas solicitó al gobierno argentino que la tumba de Gardiner fuese declarada “lugar histórico”. Para celebrar los cincuenta años de la creación de la Missionary Society For South América por Allen Gardiner, se creó en Inglaterra la Misión Araucana que todavía subsiste con el nombre de Misión Anglicana.


Fuente Bibliográfica:

Allen Gardiner. El Mártir de Tierra del Fuego”. Suplemento de Oración. 1955. Imp. Willson.
Escrita por: M. Ponce Sepúlveda.

1 En el año 1844 se fundó la Sociedad Misionera Sudamericana (South American Missionary Society) en Inglaterra con el propósito de evangelizar a los indígenas de Tierra del Fuego. Por la década del ´60, la Sociedad Misionera SAMS había desarrollado acciones en otras partes de Sudamérica.



MÁS INFORMACIÓN SOBRE ALLEN GARDINER

Allen Francis Gardiner tuvo su último cumpleaños el 28 de Junio de 1851. En el día de su cumpleaños y en su diario escribe esta hermosa nota:

"Junio 28, sábado. Mi cumpleaños. ¿Quién soy yo, Señor Dios, para que tú me tengas aquí? (2 Samuel 7:18). Estamos ahora por la providencia de Dios traídos en circunstancias que al hombre ponen a prueba. Pero yo no voy a estar ansioso por eso; estamos ahora en el servicio del Señor y él está lleno de gracia y compasión. Aunque Él cause tristeza, tendrá compasión según la cantidad de bondades. Yo sé que ha escrito: “A aquellos que buscan a Dios no les faltará ninguna cosa que es buena” y otra vez: “Confía en el Señor y él te sostendrá”. Cualquier cosa que el Señor en su providencia nos quite, no es más que lo que él nos ha dado... Pero todavía ruego que si es tu voluntad, mi Padre Celestial, mires con compasión hacia mí y mis compañeros, maltratados por falta de alimentación y nos proveas con lo que nos es necesario... pero si no es así, que tu voluntad se cumpla. Haz que yo pueda tener sumisión completa de mi voluntad a la tuya; que todo orgullo muera en mi corazón. Señor, ruego que tú seas honrado en mí, sea por vida o por muerte y que nunca me aparte de ti. Concede, oh; Señor, que seamos instrumentos en tus manos para empezar esta gran tarea; pero si tú ves bien que en tu providencia somos obstáculos en tu camino, y que debamos sufrir y morir aquí, te ruego que alces a otros y mandes obreros a esta mies. Que sea para la manifestación de tu gracia y de tu gloria, pues nada es imposible para ti... y llegue pronto el día cuando el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo sea manifestado, no aquí únicamente, sino en todas partes, en cada nación, pueblo y tribu, y ruegos y gracias sean levantados y ofrendas puras de los corazones de las multitudes que están ahora en la oscuridad".

El capitán Allen Gardiner (1794-1851) fue marino y perteneció a la Iglesia Anglicana. Junto a su equipo fueron los primeros misioneros y mártires en Tierra del Fuego. Su equipo estaba formado por un cirujano Richard Williams, un catequista llamado John Maidmant, al carpintero Joseph Erwing y tres robustos pescadores de Cornwall: Badcok, Pearce y Bryant.

Orden cronológico
1844 - En el año 1844 el capitán retirado de la marina británica Allen Gardiner fundó junto con otros anglicanos la "Sociedad Misionera de la Patagonia", que luego cambiaria su nombre a "Sociedad Misionera de Sudamérica". 

El 5 de diciembre de 1850, después de 3 meses de viaje, el barco "Ocean Queen" los dejo en Tierra del Fuego en la isla Picton con dos lanchones. Los indígenas se manifestaron muy belicosos y hostiles. No lograron nada con ellos, ni acercarse durante los primeros cuatro meses. Las provisiones escasearon y la ayuda jamás llegó. A duras penas se libraron varias veces de los indígenas. Por largo tiempo no pudieron pescar ni cazar debido a las inclemencias del tiempo y la hostilidad de los nativos. Los frustrados misioneros empezaron a decaer y enfermar.
La carne seca que llevaban se les acabó, y no había animales que cazar. Una vez lograron cazar un zorro, que comieron con mucho gusto y gracias a Dios. Dada la angustiosa situación, y como no aparecía barco alguno, en Marzo de 1851 decidieron hacer un esfuerzo desesperado para conseguir socorro. En una roca pintaron un letrero con la siguiente leyenda : "Gone to spaniard harbour" (Vayan a Bahía Aguirre). En la base de la roca enterraron tres botellas explicando su desesperada situación. Volvieron en Abril y luego en Mayo sin que hubiera rastros de ayuda. Jamás decayó su fe en Dios ni su entrega a su voluntad ni de él ni de sus compañeros. Pero tampoco pudieron evangelizar a ningún indígena o habitante de esas soledades.
Cada día en el Diario, Gardiner relata una desgracia, enfermedades, heridas, muerte de algún compañero misionero, ataques de indígenas, hambre y miseria, pero junto con estampar el hecho doloroso agrega una oración de confianza en la bondad de Dios y de acatamiento a su voluntad. Todos ellos murieron de hambre y de sed. Pero jamás decayó su fe, murieron alabando a su Señor.
Y así termina la historia de esta expedición de Misioneros anglicanos ingleses, todos laicos, que entregaron su vida tratando de traer a este continente, en la persona de fueguinos, patagones, onas y alacalufes el mensaje de salvación de Jesucristo. Todos ellos Mártires de la fe cristiana.
Entre sus escritos de los últimos días expreso: "Si el deseo me fuera dado para el bien de mis vecinos (humanidad), sería que la Misión en Tierra del Fuego se persiguiera con vigor. Pero que el Señor haga y dirija todo porque el tiempo y la razón son suyos y sus corazones están en su manos..."
La actual Sociedad Misionera Anglicana para Sud América es fruto directo de su visión. Es ella la que ha impulsado las iniciativas misioneras, educacionales y sociales que posteriormente han llevado a cabo sus misioneros en nuestros países, muchas de cuyas obras hacen eco a la visión de su fundador.
Dos años después, en 1854, la Allen Gardiner, una goleta de 88 toneladas, fue enviada a la Patagonia como barco misionero, y en 1856 el único hijo del Capitán Gardiner, Allen W. Gardiner, fue a este país como misionero.


Misioneros anglicanos intentan evangelizar a los tehuelches

En 1844, el Capitán en retiro de la Real Armada británica Allen Gardiner convenció a sus co-directores de la Brighton Missionary Association for Patagoniade autorizar una misión evangélica entre los nómades tehuelches del borde continental del Estrecho de Magallanes. En este proyecto, Gardiner fue acompañado por el joven catequista Robert Hunt, autor del testimonio presentado en estas páginas.

Una vez llegados a San Gregorio, desembarcaron sus materiales y víveres, y construyeron una precaria vivienda. Al poco tiempo salieron en búsqueda de los indígenas: por inexperiencia, se perdieron en la pampa, y casi murieron de hambre y de sed. Más tarde lograron hacer contacto, pero no lograron conquistar la confianza del cacique Wesail. Rápidamente se dieron cuenta de la imposibilidad de su proyecto, y del peligro que corrían sus vidas. Se embarcaron en un velero que pasaba y volvieron a su país.

Evidentemente aquélla no era una región apta para actividades evangélicas protestantes, porque el gobierno chileno recién había establecido un asentamiento fortificado en las cercanías, dotado de cura católico, para apoyar sus pretensiones territoriales. El texto muestra también ciertas características del comportamiento de Gardiner, entre ellas una inclinación hacia el martirio. Ésta encontró triste cumplimiento con su muerte, junto con otras seis personas, en 1851 en Puerto Español.

Este documento hace un análisis detallado y honesto de la evolución de la misión. No queda mucha duda acerca de sus defectos, tanto de planificación como de ejecución. Sus participantes tuvieron suerte en salvar ilesos de estos errores.


Agradecemos la ayuda de Alfredo Prieto (Universidad de Magallanes, Punta Arenas) y Robert Lunt (South American Mission Society, Tunbridge Wells, UK) por facilitar copias de la transcripción depositada en el Archivo Nacional de Canadá.


La muerte de Allen Gardiner, Bahía Aguirre, Tierra del Fuego


En una cueva existente entre Punta Jalón y Punta Pique, en la Bahía Aguirre, murió el misionero anglicano Allen Francis Gardiner junto a sus compañeros apostólicos.

Bahía Aguirre fue descubierta en febrero de 1792 por el Teniente Juan José de Elizalde y así nombrada en honor de su primo hermano Juan Pedro de Aguirre.

Allí, en una cueva existente entre Punta Jalón y Punta Pique murió el misionero anglicano Allen Francis Gardiner junto a sus compañeros apostólicos.

Allen Gardiner (1794-1851), dejó la Royal Navy en 1834 para dedicarse a recorrer Zululandia, Nueva Guinea, Bolivia, Chile y la Patagonia en busca de un lugar adecuado para establecer una misión entre los “infieles". Finalmente, se decidió por Tierra del Fuego.

En 1844, pocos años después del viaje de Fitz Roy, Allen F. Gardiner, creaba en Londres la Patagonian Missionary Society, rebautizada en 1864 como la Sociedad Misionera de Sud América.

Actuando en nombre de esta sociedad, Gardiner desembarcó en 1850 con otros seis hombres en Banner Cove, isla Picton.

Dicha isla era habitada por Yaganes por aquel entonces, los cuales, al parecer, no le dan la bienvenida a los misioneros ingleses. Por este motivo, el grupo liderado por Allen Gardiner, decide cruzar el Canal Beagle.

Pero una de las famosas "tempestades del Hornos" les sale al encuentro. Frente a ella, los dos barcos en los que habían llegado, el Speedwell y la Pioneer, buscaron refugio en Bahía Aguirre.
  
Allen Gardiner y los suyos perecieron de inanición, escorbuto y reumatismo en una agonía de varios meses en una caverna sobre la costa fueguina en 1851. 

Piedrabuena y Smiley encontraron los cadáveres en la playa de Puerto Español, cinco meses después de muertos junto a un diario donde Gardiner y el médico de la expedición fueron anotando su agonía hasta el día antes de morir. El lugar fue declarado Sitio Histórico Nacional en 1984.

Este fracaso no significó pérdida de interés para las misiones anglicanas; por el contrario, sirvió de estímulo a nuevas empresas y en 1853 la misma Sociedad Misionera dispone que con la goleta “Allen Gardiner” se insistiera en la colonización tomando como base las dependencias usurpadas en Malvinas.






Faro de la pequeña isla Gardiner; detrás: la isla Picton.

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