lunes, 30 de septiembre de 2024
Recordando al destacado músico magallánico Victor Alarcón Díaz, que falleció hace 6 años atrás
viernes, 20 de septiembre de 2024
Efémerides magallánicas: 20 de septiembre de 1519: Inicio del viaje de Magallanes desde el puerto de San Lúcar de Barrameda.
250 hombres, 5 naves y una gran aventura por delante
El 20 de septiembre de 1519, 40 días después de haber zarpado de Sevilla, las naves iniciaron su travesía oceánica desde Sanlúcar de Barrameda con víveres para dos años. Nadie imaginaba que la expedición se prolongaría por más tiempo. A partir de este momento, al margen de coronas, reyes o nacionalidades, solo habría hombres, unos 250 a bordo de cinco naves. Como tales, sus comportamientos, aciertos y errores obedecerían sencillamente a emociones humanas.
El origen de una gesta histórica
Pero tratemos de entender cómo pudo llevarse a cabo una hazaña de tales características sin proponérselo. Desde mediados del siglo XV Europa hervía en la búsqueda de nuevos mundos, nuevos puertos y nuevas rutas comerciales. La toma de Constantinopla en el año 1453 por parte del sultán Mehmed I había supuesto el inicio de una nueva era.
Y no solo para el Imperio otomano, sino, paradójicamente, para la expansión de un continente que, con la ruta terrestre hacia las especias en manos del Turco, no tenía más salida que echarse a la mar y enfrentarse a los monstruos que poblaban sus mapas.
A finales de siglo, cuando el descubrimiento de América demostró que aún quedaban tierras por explorar, la mayoría ilustrada intuía ya que el mundo no acababa en un salto abrupto al vacío y que la esfericidad de la Tierra era algo más que una hipótesis. La expedición que en 1519 partiría desde Sevilla estaba, sin saberlo, a punto de constatarlo.
Fueron varios los factores que coincidieron para que se dieran las circunstancias y el momento idóneos: los avances tecnológicos en el diseño de las naves, los instrumentos de navegación y la cartografía, el desarrollo de un pensamiento más global con la irrupción del Renacimiento y, por supuesto, un incentivo potente: la búsqueda de las riquezas que aguardaban allende los mares.
Un mundo todavía desconocido
Fernando de Magallanes reunía los conocimientos, la experiencia y la motivación obtenidos durante sus expediciones al servicio del rey de Portugal. El Tratado de Tordesillas había dividido en 1494 un mundo no del todo conocido entre los dos vecinos peninsulares.
El reino luso ya había fundado colonias en África, al más puro estilo fenicio, costeando el continente por el cabo de Buena Esperanza, y había remontado la costa oriental africana hasta llegar a la India y alcanzar, en lo que hoy es Indonesia, las míticas islas de las Especias, las únicas del mundo productoras de clavo, canela o nuez moscada, mercancías que en Europa tenían una altísima demanda.
Magallanes, que ya había navegado la zona y vislumbrado sus posibilidades, trató de venderle al rey de Portugal la posibilidad de fletar una expedición para alcanzar las islas por un camino más corto, el de occidente.
¿Una idea innovadora?
La idea no era nueva, como apunta el historiador José Luis Comellas. Colón ya la había esgrimido ante los Reyes Católicos 30 años antes, con unos resultados conocidos por todos. Es probable que ambos marinos bebieran de las mismas fuentes: el mapa, hoy perdido, de Toscanelli, que «demostraba» que la distancia por el oeste era sensiblemente inferior a la de la «ruta portuguesa».
El monarca Manuel I de Portugal rechazó la propuesta de Magallanes, quizá porque no necesitara una ruta alternativa o quizás asesorado por su Junta de Matemáticos, que de un modo intuitivo halló disonancias en las distancias establecidas por Toscanelli.
Las había, efectivamente: basándose en los cálculos de Ptolomeo, Toscanelli pensaba que la Tierra era una cuarta parte más pequeña de lo que en realidad es y estimaba su circunferencia en 29.000 kilómetros en lugar de los 40.000 que ahora sabemos que mide. Un error de cálculo.
Rechazado por el rey portugués, Magallanes arribó a España acompañado de Rui de Faleiro, un prestigioso cosmógrafo que afirmaba ser capaz de calcular la longitud geográfica, la codiciada variable que faltaba a la hora de realizar las mediciones en el mar.
Ambos diseñaron una propuesta, contactaron con importantes valedores como Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación; Diego Barbosa, alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla, y el comerciante burgalés Cristóbal de Haro, representante de los banqueros centroeuropeos Fugger. Consiguieron así que Carlos I, el jovencísimo soberano español, los escuchara.
Aseguraban conocer un «paso» a través de las Américas para bordear el nuevo continente y llegar a ese mar del Sur que Vasco Núñez de Balboa había avistado ya cinco años antes. Y eso no era todo: podían demostrar que las Molucas se ubicaban en la parte española del Tratado de Tordesillas. Una afirmación arriesgada sin conocer el tamaño del mundo, pero tan atractiva –y lucrativa, en el caso de ser cierta– que el monarca español no necesitó mucho más para ponerlos al mando de una flota.
En marzo de 1518 se firmaban en Valladolid las capitulaciones entre el rey español y el navegante portugués.
En ellas quedaban fijados los objetivos (la búsqueda de un paso por el sur de las Indias que condujera a las islas del Maluco y la constatación de que se hallaban en zona española), las obligaciones (no entrar en conflicto con tribus locales, no penetrar en la demarcación portuguesa e informar puntualmente de la derrota al resto de los capitanes) y las recompensas (el ingreso en la Orden de Santiago, una participación en los beneficios y un sistema de señorío en función de las nuevas tierras descubiertas).
La expedición, con un coste de ocho millones de maravedíes (lo que hoy serían 1,5 millones de euros), fue financiada por la Corona de Castilla, los Haro y los Fugger. Pese a los rumores de que el rey de Portugal intentaría por todos los medios sabotear la expedición, mientras las naves se aprovisionaban en Sevilla el sueño de Magallanes parecía a punto de materializarse. Solo hubo un cambio en la propuesta inicial: Rui de Faleiro se quedaba en tierra.
«Se argumentaron problemas de salud, pero yo creo que la asunción del mando de la empresa por Magallanes le hizo dar una prudente marcha atrás», opina el historiador Xabier Alberdi, director del Museo Marítimo Vasco.
Otros, como Luis Mollá, capitán de navío de la Armada española y autor de la epopeya ficcionada La flota de las especias, creen que Faleiro fue una pieza sacrificada por la Casa de Contratación, al frente de la cual el obispo Rodríguez de Fonseca hizo, en el último momento, una criba de portugueses.
Juan de Cartagena –su sobrino o hijo natural, depende de las fuentes– pasó a ocupar el lugar del cosmógrafo como persona conjunta a Magallanes, a cargo de la nao San Antonio. «Fonseca estableció una bicefalia en la expedición –dice Luis Mollá–. Y una bicefalia en el mar nunca funciona».
NATIONAL GEOGRAFIC
jueves, 12 de septiembre de 2024
ANTÁRTICA: "Dos eventos extremos increíbles": el hielo marino antártico en la cúspide de un mínimo invernal récord por segundo año consecutivo
El hielo marino que rodea la Antártida está a punto de alcanzar un mínimo invernal récord por segundo año consecutivo, continuando una caída "escandalosa" en la cantidad de Océano Austral que se está congelando.
La región antártica sufrió una transformación abrupta en 2023, ya que la capa de hielo marino que rodea el continente se desplomó durante seis meses seguidos. En invierno, cubría alrededor de 1,6 millones de kilómetros cuadrados menos que el promedio a largo plazo, un área aproximadamente del tamaño de Gran Bretaña, Francia, Alemania y España juntas.
Los científicos de la Asociación del Programa Antártico Australiano dijeron que los últimos datos mostraban que esto se había repetido en 2024. El 7 de septiembre, la cantidad de océano congelado era menor que en la misma fecha del año pasado.
Si bien el registro de invierno aún no está completo y, por lo tanto, no está claro si la extensión del hielo marino para la temporada será menor que el año pasado, los científicos dijeron que era parte de un cuerpo de evidencia de que el sistema antártico se había movido a un "nuevo estado".
"De lo que realmente estamos hablando es de dos eventos extremos increíbles", dijo el Dr. Will Hobbs, investigador de hielo marino de la Universidad de Tasmania. "El año pasado fue escandaloso y ha vuelto a suceder".
Hobbs dijo que en escalas de tiempo mensuales y anuales, la atmósfera era el principal impulsor de la variabilidad regional. "Lo que es diferente ahora es que las temperaturas más cálidas del Océano Antártico realmente están teniendo un impacto en el hielo marino", dijo. "Sabemos que los últimos dos años han sido los más cálidos registrados en el planeta, con temperaturas globales más de 1,5 °C por encima de las preindustriales durante períodos prolongados. Este calor global ahora se refleja en los océanos alrededor de la Antártida".
El sábado, el hielo marino del Océano Antártico cubrió 17 millones de kilómetros cuadrados, menos que el mínimo anterior de 17,1 millones de kilómetros cuadrados del año pasado. El promedio a largo plazo para el 7 de septiembre, basado en datos satelitales, es de 18,4 millones de kilómetros cuadrados.
El invierno antártico suele comenzar en marzo y dura hasta octubre. El Dr. Phil Reid, de la Oficina Australiana de Meteorología, dijo que era demasiado pronto para decir definitivamente si el hielo marino invernal había alcanzado su nivel máximo anual, pero era sorprendente que hubiera caído tan por debajo del promedio en años consecutivos.
Dijo que si bien los científicos recién comenzaban a comprender el impacto que los bajos niveles de hielo marino tenían en el tiempo y el clima, estudios recientes habían sugerido que contribuía a un aumento en los eventos de lluvia de verano y los días secos de invierno en Australia. "Se cree que las interacciones oceánicas y atmosféricas inducidas por la pérdida de hielo marino antártico impulsan estos cambios", dijo Reid.
Hobbs dijo que podrían pasar décadas para que el hielo marino de la Antártida se recupere del evento del año pasado y para entonces el impacto a largo plazo del calentamiento global será claro. "Cada vez hay más evidencias de que [el promedio a largo plazo de la cubierta de hielo marino] no es probable que regrese", dijo.
Si bien la pérdida de hielo marino no cambia directamente los niveles globales del mar, los científicos dicen que tiene un impacto indirecto potencialmente grande, particularmente en verano. Elimina una barrera protectora que ralentiza la pérdida de hielo glacial del continente y desempeña un papel en la aceleración del calentamiento de los océanos a medida que las aguas oscuras expuestas absorben más calor de la atmósfera.
Científicos del British Antarctic Survey descubrieron que una caída récord del hielo marino antártico a finales de 2022 podría haber provocado la muerte de miles de polluelos de pingüino emperador.
Un estudio publicado en Nature el año pasado encontró que el agua de deshielo de las capas de hielo del continente podría ralentizar drásticamente la circulación invertida del Océano Austral, una corriente oceánica profunda, para 2050 si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en su nivel actual. Un artículo posterior estimó que la circulación, que influye en los patrones climáticos globales y las temperaturas oceánicas y los niveles de nutrientes, ya se había desacelerado en aproximadamente un 30% desde la década de 1990.
The Guardian