Explorar nuevas formas de acercar la ciencia antártica a públicos diversos ha sido un desafío constante en el ámbito de las comunicaciones. No basta con transmitir información: se trata de encontrar caminos creativos, afectivos y persuasivos. Por eso me gusta pensar que la verdadera divulgación está más cerca del contrabando que de la educación tradicional. No impone, infiltra; no exige, enamora.
A nadie le gusta ser convencido de aprender, esto se vuelve más desafiante con el apellido antártico. La palabra “convencer” arrastra un problema de origen: implica ser vencido, y nadie quiere sentirse vencido ni obligado. De ahí surge el interés por contrabandear contenidos: sin forzar, sin discursos rígidos. entretenerse debe ser lo principal, y dejar que el aprendizaje ocurra por sí solo en un segundo plano.
En un mundo saturado de estímulos y donde los contenidos se consumen y desechan en segundos, lograr que la ciencia antártica conecte con públicos amplios es toda una hazaña. Tal vez porque muchas veces hablamos a los mismos públicos de siempre, con las mismas estrategias, obteniendo los mismos resultados. Es así como el conocimiento Antártico se convierte en un nicho; debería ser un horizonte.
Frente a ese escenario, desde el diseño, buscamos constantemente nuevas formas de divulgación. Si el mundo ofrece contenidos descartables, la Antártica —con su inmensidad y vacío— se nos presenta como un continente virgen y único creativamente, un lienzo en blanco, una oportunidad discursiva y emocional. Un iceberg del cual solo vemos la punta… y al que hay que invitar al espectador a explorar.
Durante más de una década hemos impulsado decenas de proyectos que construyen una conciencia e identidad antártica desde lo cotidiano, no desde la grandilocuencia. para dejar de ser un nicho cerrado de ciencia: buscando expandirse, ser comprendida, apoyada y sentida. Chile no es un país pequeño en el continente blanco. Es un referente mundial gracias a instituciones públicas como el Instituto Antártico Chileno (INACH), que han entendido que la mejor herramienta para acercar el conocimiento no es la imposición, sino la emoción.
Ejemplos de contrabando ciencia antártica
Antártica en cifras — El microlibro
Esas preguntas nos llevaron a crear Antártica en cifras, una serie de libros pequeños (12 cm), ilustrados, de lectura ágil pero con posibilidad de profundizar. Libros para niñas, niños o adultos, con capas múltiples de lectura. Vamos en la cuarta edición. Son una apuesta editorial: objetos gratuitos, pero construidos para ser queribles; públicos pero atesorables. En un contexto donde lo estatal suele generar desprecio —como si lo gratuito fuera de menor calidad—, esta serie demuestra que se puede crear conocimiento accesible, bello y riguroso. Son libros que caben en el bolsillo… y que abren conversaciones.
Antartikanos — Taller de artesanos
Durante semanas, participantes comprometidos compartieron espacio con científicas, artistas y diseñadores. Fue un ejercicio de co-creación donde las manos que antes tejían, tallaban o modelaban, aprendieron a mirar la Antártica desde lo sensorial, lo simbólico y lo afectivo. Su valor no está solo en los objetos creados, sino en la comunidad que surgió. Hoy muchas y muchos se sienten orgullosos de decir: soy antartikana/o.
Guido no puede dormir no obliga a aprender. Puede disfrutarse como una historia entretenida, pero también sirve como herramienta para una charla científica. Esa doble capa —la del juego y la del conocimiento— lo convierte en un producto valioso. A pesar de haber sido creado en 2016, el cuento sigue vigente y es utilizado en jardines infantiles. Ha traspasado el tiempo, y eso dice mucho sobre su capacidad de conectar a pesar de tener un mercado voraz e injusto editorial.
En los tres casos, lo lúdico es lo primero. Pero detrás de cada libro, taller o cuento hay múltiples niveles de conocimiento. Nadie está obligado a recorrerlos todos, pero estoy seguro de que alguna palabra, forma o imagen quedará en la memoria del lector, visitante o candidato. A veces, eso basta para que algo comience a germinar.
Te invito a recorrer nuestra biblioteca antártica del INACH. El acceso es gratuito. Y si en el camino te diviertes, te emocionas o te sorprendes, mejor aún. Porque eso, finalmente, también es hacer ciencia.
Pablo Andrés Ruíz Teneb
INACH
















